jueves, 30 de abril de 2020

DIARIO DEL CORONAVIRUS (XXXII): CUMPLEAÑOS CONFINADO








En este periodo de confinamiento que ya va camino de los dos meses a uno le pueden pasar muchas cosas, cambiar de trabajo, casarse, ser padre, convertirse en mutante, o en mi caso algo no tan trascendente como cumplir años. Echaba cuentas mentales esperanzado de que quizás pudiese celebrarlo aunque fuera con unos pocos amigos o unas cañas, luego me fui consolando con que al menos pudiera celebrarlo echando una carrera, como atleta aficionado que soy, ¡casi!, finalmente nada de nada y el 28 de Abril me ha pillado confinado, pero como dicen los modernos “ni tan mal”.



Para empezar he de ser sincero, cayendo en martes poco hubiera celebrado igualmente. Incluso pidiéndome el día libre tampoco hubiera podido disponer de una de las cosas que más gusta uno de disfrutar en tal fecha: la compañía de los amigos. Por tanto hubiera tenido que irme al sábado anterior o al posterior. Finalmente he optado por lo segundo (y así además podré empezar la jornada como más me gusta, corriendo… y posteriormente siendo demonizado como intuyo lo vamos a ser todos los corredores este sábado, verán), después me prepararé un pulpo de dos kilos y medio (el único que quedaba en el mercado) para que nos demos un homenaje mi señora y yo, descorcharé una botella de mencía, pondré unos discos en a girar en el plato y buscaré alguna peli levantadora de ánimo en estas plataformas de las que disponemos ahora, a falta de que no podré hacer otra de las cosas que más me gusta en la vida sea cumpleaños o no que es ir al cine y en especial a la Filmoteca Española en nuestro querido cine Doré. Lo dicho: ni tan mal.



Dicen que a quienes nos ha tocado el cumpleaños en el confinamiento, que somos muchos (y ya llevamos unos días con lo que yo llamo el “chorreo de tauros”) no lo vamos a olvidar por la particularidad de la situación. No lo dudo. Aunque yo suelo recordar todos mis cumpleaños, y precisamente este es el año en el que quizás menos me he dedicado a mí mismo, ya saben, a la típica introspección y reflexiones propias del ser consciente del paso del tiempo y añadir un número más a la cuenta. Y es que sinceramente, no estamos ahora mismo para mirarnos en el ombligo.




Happy birthday to me, anyway!  




lunes, 27 de abril de 2020

DIARIO DEL CORONAVIRUS (XXXI): EL SÍNDROME PÉREZ-REVERTE










Uno de los detalles más maravillosos y enternecedores sobre este nuestro país que nos deja el inmenso experimento sociológico al que nos vamos obligados a la fuerza de vivir bajo una pandemia lo pudimos leer hace unos días en una encuesta publicada por el diario El País. Entre una serie de preocupaciones y preguntas alrededor de la crisis del covid-19, finalmente se abordaban dos cuestiones muy sencillas que sólo ofrecían dos alternativas, afirmativa o negativa. Primeramente se preguntaba al ciudadano si permanecía lo máximo en casa, la segunda cuestión era si creía que sus vecinos también lo hacían. Al primer interrogante un 70% respondieron afirmativamente... a la segunda apenas lo hicieron poco más del 5%. No me digan que esto no es muy español, considerar que uno es persona competente mientras el vecino es un absoluto idiota inconsciente e irresponsable.



Levantarte cada mañana pensando que vives en un país que no te merece, que no está a la altura de tu sabiduría, intelecto e integridad moral. Que vives rodeado de ineptos y patanes y que la mayoría de tus compatriotas va a llevar España al desastre. Yo lo llamo el “síndrome Pérez-Reverte”.






sábado, 25 de abril de 2020

DIARIO DEL CORONAVIRUS (XXX): PARA LO QUE ME QUEDA EN EL CONVENTO...









Seguro que se acuerdan de aquella célebre canción de Serrat que dice lo de “niño, deja ya de joder con la pelota, niño, que eso no se dice, que eso no hace, que eso no se toca”. Aquel “Esos locos bajitos” tiene una particular versión ahora con nuestros mayores, “esos locos viejitos”, irresponsables e inconscientes que buscan desesperadamente excusas para ser acariciados por los rayos de sol.



Siempre ha habido algo de retorno a la niñez en la ancianidad, evidentemente el azote de la demencia tiene mucho que ver en la mayoría de los casos, pero también es comprensible que si el mundo está ahí para que se lo coman los jóvenes, quienes fueron jóvenes hace muchos años quieran pegarle los últimos bocados antes de despedirse.



Posiblemente de todo mi entorno la persona que está demostrando menor preocupación y miedo ante la pandemia sea mi madre, con sus casi 80 años. Dentro de ella hay unas considerables dosis de estoicismo y resignación cristiana, pero también esa tranquilidad de tener, digamos, los deberes hechos en esta vida. Tengo la sensación de que mi madre posee el liberador sosiego de no temer a la muerte. Yo no puedo decir lo mismo, yo si temo la muerte, pero sobre todo la de ella.



Intento comprender por tanto a toda esa gente mayor que parece vivir en un mundo aparte al nuestro. Sin redes sociales ni televisión de pago, los veo con la admiración que merece contemplar al único sector de la población realmente libre y que no ha vendido su privacidad ni se ha metido en la gigantesca casa de Gran Hermano global que es el mundo actual. Nuestros mayores se han convertido en los mayores adalides de la libertad a la vez que en los nuevos rebeldes sin causa, en los nuevos punks nihilistas que bajo el lema “no future” quieren tomar las calles y saltarse las normas de confinamiento.




Y es que de hecho para muchos de ellos lo de “no future” posiblemente sea literal, sabedores de que cada verano ya puede ser el último (en realidad este pensamiento no conoce edad... cualquier día puede ser el último, y precisamente por eso hay que disfrutar cada día como si lo fuera) es muy difícil hacerles partícipes del sacrificio actual. Imagínense que les dicen que les queda un año de vida. Su primer pensamiento posiblemente sería intentar hacer todo aquello que no ha podido a lo largo de su vida y siempre ha deseado. Viajar a algún lugar en concreto, darse un capricho en algún restaurante caro, acudir a algún acontecimiento deportivo en algún escenario mítico, disfrutar de algún festival cinematográfico, musical, teatral, que siempre estuvo en la agenda, coger un tren para visitar a un viejo amigo o familiar con el que perdiste contacto o directamente te pillaste una pelotera tremenda por un quítame allá esas pajas, hacerte una foto con Espinosa de Los Monteros o ponerte ciego de farlopa y whiskie. Pero acto seguido su segundo pensamiento le llevará a la realidad de que no hay viajes, no hay restaurantes, no hay cines, no hay teatros, no hay salas de conciertos... desolador, ¿verdad?, al menos que le dejen darse un paseo bajo el sol. No hay nada más triste que ver como te echan del convento y ni siquiera poder cagarte dentro. ¡Y encima sin fútbol!




 

viernes, 24 de abril de 2020

DIARIO DEL CORONAVIRUS (XXIX): EL OPIO DEL PUEBLO











A vueltas otra vez con el mundo del deporte y especialmente el fútbol. La noticia de la posibilidad del retorno de los futbolistas a su actividad vuelve a poner el balompie en la diana de la opinión pública. El fútbol ahora mismo es secundario. Por supuesto, como lo es el cine, la literatura, o los programas de marujeo estilo “Sálvame” que no han desaparecido de la parrilla imagino que recibiendo sus buenos índices de audiencia. Sí, todo lo que tenga que ver con el ocio es secundario, pero eso no nos convierte a los que abogamos por el regreso del deporte en insolidarios o inconscientes que ponemos nuestra afición por encima de la salud pública, simplemente reinvindicamos la capacidad terapeútica de este particular opio del pueblo. Necesitamos el fútbol. Necesitamos el negocio del deporte, igual que necesitamos que el país vuelva a ponerse en marcha. Poco a poco y con todas las preocupaciones necesarias, pero basta ya de esta paranoia según la cual nada, absolutamente nada puede volver a ser como antes y hay que seguir en confinamiento hasta que estemos 100% seguros de no contagiarnos. Métanse esto en la cabeza: no hay ninguna enfermedad, desde un catarro hasta un cáncer de pulmón, de la que vayamos a estar seguros nunca de no padecerla.Ya lo decían Los Enemigos, la vida mata. De lo que se trataba era de paliar una emergencia sanitaria, una vez que parece (y cruzamos los dedos) que se está consiguiendo, a mí sinceramente me parece que merece la pena arriesgarse a volver a vivir. No hay nada más peligroso que no arriesgarse, dijo una vez Pep Guardiola, uno de los entrenadores que mejor fútbol ha desplegado sobre los terrenos de juego en los últimos tiempos.



Una de las mayores críticas que está recibiendo el posible retorno del fútbol se basa en la posibilidad de que estos profesionales tengan acceso a los tests necesarios que sirvan de garantes de no contagio, es decir, que sean negativos en covid-19, mientras en otros sectores profesionales en primera línea de fuego en la lucha contra la pandemia (principalmente los relacionados con la sanidad) todavía no se dispone de la cantidad de tests necesarios para ese tipo de trabajadores. Esta crítica es perfectamente lógica y entendible, tanto como la medida gubernamental de intervenir laboratorios privados que realicen tests para que sean puestos a disposición del estado. Medida que a decir verdad no tengo ni idea en que punto se encuentra y si realmente se ha llevado a cabo, dentro de este habitual caos legal en el que estamos sumergidos ahora mismo en el que lo anunciado en un momento dado no vale de nada cinco minutos después. Olvídense de socialismos, comunismos, bolivarianismos e intervencionismos de estado. Es una cuestión ética. Cualquier medida que sirva para salvar una vida humana bienvenida sea. Pero eso no es óbice para que tratemos de encontrar el siempre deseable equilibrio entre lo público y lo privado, entre capitalismo y socialismo, entre el individuo y el colectivo. Vamos a ir viendo como el país se va poniendo en marcha, SEAT ya ha anunciado que hará pruebas del coronavirus a los 15000 empleados que tiene en plantilla, la intención de BBVA o Telefónica, y en definitiva todas las grandes empresas de nuestro país, va por el mismo camino. Tests propios, privados, para sus trabajadores. Es lógico, porque España necesita echar a andar de nuevo. El otro escenario es seguir firmando ertes por doquier que a corto plazo que de seguir así se van a transformar en los temibles eres. No es deseable. La duda que tengo es si sobre el trabajador de una cadena de montaje automovilístico va a caer la misma sospecha de insolidaridad y de vivir en un mundo aparte que recae sobre el futbolista. Insisto, todo lo que sirva para salvar vidas bienvenido sea, pero, ¿significa eso que si dentro de un mes, como espero que así sea (y toco madera) puedo viajar a Ponferrada a celebrar el 80 aniversario de mi madre, y en caso de no haber tests servidos por la sanidad pública para toda la población, no puedo acudir a un laboratorio privado, pagar 50 o 100 euros y hacerme un test para saber si puedo contagiar o no a mi madre? Por otro lado observo que uno de los mantras (siempre hay un mantra cuando florece una crisis) habituales estos días para defender los tests balompédicos es que el mundo del fútbol no tiene la culpa de las chapuzas del gobierno que ha tenido que devolver no se que cantidad de tests defectuosos. Bueno, al menos los comprados por el gobierno sabemos que son defectuosos ya que así lo han reconocido, porque no puedo evitar preguntarme, ¿qué garantías tengo de que un test privado es fiable?, ¿acaso no se la pueden colar también a un laboratorio no estatal?, ¿o tenemos tan mala suerte que en un país que no creo que esté precisamente sobrado de tontos, todos han caído en el gobierno?



Pueden llamarme demagogo (Demagogia is my middle name) pero quiero dejarles una muy breve reflexión que escuché hace un par de noches en un espacio radiofónico deportivo. En la recurrente sección de mensajes de los oyentes un policia (es decir, uno de esos profesionales que ni ha cesado su actividad ni está bajo confinamiento) aseguraba que a él no le habían realizado test de covid-19, pese a realizar un trabajo de relativo riesgo ahora mismo al estar en la calle, pero a la vez afirmaba que deseaba que volviera el fútbol por una razón muy comprensible. Por su padre. Anciano y solo en su casa, reciéntemente viudo. Abatido y deprimido y con pocas razones en las cuales encontrar ánimo. Una de ellas sería sin duda alguna el fútbol. Y como él, créanme, cientos de miles de españoles. Que en este país todavía hay varias generaciones, porque este es un país gracias a Dios longevo, con una esperanza de vida muy alta, que no saben lo que es Netflix, ni Amazon, que no tienen contratadas modernas plataformas audiovisuales y que no saben utilizar ni Skype, ni Zoom ni el simple Whatsapp. Esos mayores de los que tanto nos acordamos ahora (y a ver si cuando esto acabe nos seguimos acordando) para los cuales sus únicos divertimentos en la vida ahora mismo podían ser echar la brisca en el Hogar del Pensionista y el fútbol, se ven ahora privados de ese pequeño momento de solaz entretenimiento que suponen los 90 minutos reglamentarios de un partido de balompie. Pero no sólo ellos. Somos muchos quienes de verdad necesitamos el opio del pueblo que es el fútbol, que nos evada, que nos distraiga, que nos acoja en una trinchera en la que no haya políticos tirándose los trastos a la cabeza ni miembros del gobierno o presidentes autonómicos echándose las culpas los unos a los otros. El fútbol como pegamento intergeneracional en familias y pueblos. Merece la pena el esfuerzo.



El deporte, y en concreto en fútbol, siempre ha estado bajo sospecha desde el punto de vista de la intelectualidad más progresista. Pese a que intelectuales (e intelectuales muy de izquierdas) de la talla de Gramsci, Pasolini, Camus, Sabato, Galeano o Vázquez Montalbán siempre defendieron el llamado “deporte rey” precisamente como elemento de lucha de clases, obrero, socialista, se sigue despreciando al futbolista como aquellos reyes medievales hacían con sus bufones de corte. Como si no estuvieran a la altura. La perenne caricatura de un Sergio Ramos.



Una de las más gloriosas definiciones del fútbol nos la regaló el ya citado Antonio Gramsci cuando se refirió a este deporte como el “reino de la libertad humana ejercida al aire libre”. Nunca dejemos de renunciar a esa libertad.










miércoles, 22 de abril de 2020

DIARIO DEL CORONAVIRUS (XXVIII): DEJAD QUE LOS NIÑOS SE ALEJEN DE MÍ











Bien está lo que bien acaba, cierto. Aunque por el camino se asista a un espectáculo tan poco aconsejable ahora mismo como el protagonizado ayer por nuestro gobierno respecto a las nuevas medidas de confinamiento y en concreto a la posibilidad de que los niños, hasta 14 años en este caso, puedan salir a la calle, ese que debería ser nuestro hábitat natural a ciertas edades. A la calle, a vivir aventuras y no tanto darle a la Play, hombre. 


Quizás Pedro Sánchez quiere seguir la mejor tradición del PSOE de Felipe González, aquel que fuera un gobierno corrupto y practicante de terrorismo de estado y ahora delirantemente ensalzado por la derecha, centro, liberalismo, o que se yo (llamémosle “centrodecha”, como dice el ínclito José María Aznar, cuando atropella sus palabras con inusitada velocidad salpicada de tocino) Incluso los simpáticos carcas de VOX han llegado a proponer que el siniestro González (sí, sí, el de Filesa y los GAL) forme un triunvirato de poder con Aznar, que por algo es el otro gran “macho alfa” de la, ejem, democracia española, y con Rosa Díez como una especie de jarrón chino, un elemento decorativo que no aporta nada pero que da como lustre a la casa (¡uy Santi, pero que monísima os ha quedado esa pieza de liberalismo “art decó” que habéis puesto en el recibidor, como se nota que tenéis a Rocío encargada de la decoración de la democracia española!) Lo cierto es que la torpeza en cuanto a comunicación con socios de gobierno y oposición (y lo peor, con los ciudadanos españoles) parece que no puede llegar más lejos. Y es que mientras escuchábamos con estupor a la portavoz María Jesús Montero decir que el anunciado desconfinamiento infantil iba a consistir simplemente en acompañar a sus mayores a las únicas salidas permitidas (permitidas, que no aconsejables), básicamente comprar productos de primera necesidad, las redes sociales estallaban ante el disparate y los socios de izquierdas del gobierno (si alguien piensa todavía que el PSOE es un partido de izquierdas le invito a debatirlo con Napoleón en el cotolengo de turno) obligaban a la rectificación con Pablo Iglesias mediando ante el ministro de sanidad Salvador Illa. O sea que cuando este lunes estén disfrutando de ese largamente esperado paseo por el parque bajo este sol primaveral recuerden que ha sido gracias a los pérfidos comunisssssstas de Podemos, y no al felón socialista Pedro Sánchez. Les recomiendo, eso sí, que lleven a sus niños ataviados con un chándal estilo Nicolas Maduro último modelo. Para los padres un caqui militar a lo Hugo Chávez combinaría a la perfección a la hora de afrontar el bucólico paseo. 


Ciertamente bien está lo que bien acaba y bienvenidas sean las rectificaciones. Pero bienvenido sea sobre todo sea un gobierno obligado a rectificar y que no se pueda permitir el habitual “ordeno y mando” bajo el que hemos vivido durante tantos los españoles con gobiernos de PSOE y PP recortando derechos y libertades según conveniencia, y padeciendo desde “corcuerazos” hasta leyes mordaza. De aquellos lodos de la Ley Orgánica de Protección de la Seguridad Ciudadana de 2015 vienen estos barros represores de ahora que tanto preocupan ahora a la ciudadanía, especialmente a quienes se quejan de que no les dejan quejarse.






domingo, 19 de abril de 2020

DIARIO DEL CORONAVIRUS (XXVII): SI QUIERES UN AMIGO CÓMPRATE UN PERRO









La frase se la suelta el broker Gordon Gekko, interpretado por Michael Douglas, al joven aspirante Charlie Sheen en el salvaje retrato sobre Wall Street que Oliver Stone llevase a la pantalla finales de la década de los 80. Con ella quería decirle a su joven “padawan” que había llegado a una jungla en la que no cabían los sentimentalismos y en la que estaba prohibido hacer amigos. Quien nos iba a decir que 33 años después iba a cobrar otro significado en esta España del confinamiento pandémico.



Miramos con envidia al vecino con chucho como haremos lo propio en unos días al que tiene hijos menores de 12 años. El mejor amigo del hombre se ha convertido en un salvoconducto peludo para poder pasear, estirar las piernas, despejar la cabeza y airear la mente sin miedo a las denuncias de la gestapo vecinal que vigila los balcones y sin que el extralimitado agente de policía de turno te recete una multa para contribuir al restablecimiento de las maltrechas arcas del estado.



No hay mascota más solicitada y envidiada estos días que el perro. Ni tortugas, ni caimanes, ni dragones, ni dinosaurios. Ni siquiera un simple gato, ese sofisticado y frío felino que posiblemente esté deseando que se acabe el confinamiento para volver a quedarse sólo en su reíno sin un humano tocacojones poniendo el “Resistiré” a todo trapo. Sólo al escatológico y asilvestrado chucho se le permite salir a las calles a soltar sus babas y orines y sembrar las calles con sus excrementos que nunca fueron recogidas con mayor gusto por sus dueños. Hay quien incluso al introducir la caca de su mascota en la bolsa pertinente la observa impregnado de emoción, con un brillo especial en su mirada mientras mira al cielo y exclama: “¡gracias Dios mío por esta mierda canina qué hace mi confinamiento más llevadero!, ¡gracias por esta caca liberadora llegada del cielo!, ¡gracias por el incontrolable esfinter de mi mascota!”, para acto seguido volver a su domicilio en el cual esperara de nuevo el ladrido de su amigo como el colegial que aguarda el timbre de la campana que anuncia el recreo escolar.



Pueden reírse del acopio de rollos de papel higiénico o de mascarillas sanitarias. Les aseguro que de haber previsto esto ninguna demanda hubiera sido mayor que la de comprarse un perro. La bolsa de Wall Street puede caer a mínimos del crack del 29, pero finalmente Gordon Gekko tenía razón.




sábado, 18 de abril de 2020

DIARIO DEL CORONAVIRUS (XXVI): LA CIGARRA Y LA HORMIGA 2.0










Entre la catarata de noticias pandémicas a las que asistimos a diario me ha llamado especialmente la atención una pequeña historia sucedida en la lejana Australia por todo lo que refleja sobre la condición humana en medio de este inmenso escenario que sirve de gigantesco laboratorio para el análisis y la disección de nuestra especie humana.



Un anónimo ciudadano del país de los canguros fue acumulando cual laboriosa hormiguita rollos de papel higiénico en su casa hasta alcanzar la cifra de al menos 4800 de estas indispensables piezas de higiene casera. Ese es el resultado de multiplicar los 150 paquetes que el individuo en cuestión intentó devolver al establecimiento del que los adquirió por los 32 rollos que contiene cada paquete. Digo al menos porque imagino que el buen señor se habría dejado algo en su domicilio para limpiarse su majestuoso culo. Por si fuera poco el acopio de celulosa para el cuidado anal este previsor ciudadano, seguidor ejemplar de las enseñanzas de Adam Smith, David Ricardo y demás teóricos de la ley de la oferta y la demanda, se hizo además con la cantidad de nada menos que 150 litros de ese gel desinfectante de manos que tan popular se ha hecho, por desgracia, en las últimas semanas. El afán que motivó a nuestro protagonista no fue el de la supervivencia de la tersura de la piel de su culo si no la intención especulativa cual usuario de Discogs que se hace con toda la tirada del nuevo single del Tito Ramírez para luego revender las copias a precios abusivos, si bien el especulador discográfico juega únicamente con el pequeño hedonismo y sensación de placer que a cualquier coleccionista de discos nos procura el seguir adquiriendo piezas para poblar nuestras estanterías, en este caso estamos hablando de la obscenidad de aprovecharse gracias a las necesidades más básicas en un momento de crisis.



A todas luces su actitud parece inmoral, impropia de un ser humano que en un episodio excepcional en el cual deberíamos poner todos nuestros esfuerzos en salir adelante como una especie con afán de supervivencia busca el lucro y beneficio personal, pero por mucho que nos empeñemos en ver esta noticia como una anécdota aislada me temo que refleja la realidad de que en tiempos de crisis y necesidad hay quien busca la oportunidad, resucitando el viejo fantasma que tanto recordarán nuestros mayores del estraperlo, comerciando con bienes de primera necesidad que puedan resultar escasos. No hay más que comprobar los precios a los que las farmacias están vendiendo las simples y endebles mascarillas quirúrgicas para darse cuenta de que hay mucha gente que está haciendo negocio con esta pandemia.



Una de las mejores, a mi juicio, secuencias del cine español del siglo XXI la encontramos en “Los lunes al sol” (el drama de León de Aranoa sobre la realidad del paro en nuestro país en la España de Felipe González de finales de los 80 y primeros 90), cuando Javier Bardem en otra de sus gigantescas interpretaciones lee a su hijo la fábula de la cigarra y la hormiga, ese cuento que en nuestra más tierna infancia nos inculcaron como ejemplo de lo importante de la previsión materialista y la acaparación de bienes materiales (como si los intelectuales fuesen despreciables) A medida que el personaje interpretado por Bardem avanza en la fábula se da cuenta de lo perverso de la moraleja del relato, para finalmente estallar cuando comprueba que la desalmada hormiga no da cobijo en invierno a la pobre cigarra que se muere de frío. Efectivamente, la hormiga, como bien dice el protagonista de la secuencia, es una “hija de puta y especuladora” que deja morirse de frío a la cigarra a la puerta de su casa simplemente porque no trabajó en verano como ella. Nosotros no somos ni cigarras ni hormigas, somos seres humanos, y nadie debería especular con nuestra necesidad en tiempos de crisis. Precisamente porque somos humanos y no tenemos ningún determinismo ni conductismo animal. No nacemos ni capitalistas ni comunistas, ni liberales ni socialistas, ni especuladores ni solidarios. Somos responsables de nuestros actos y tomamos nuestras propias decisiones. Tenemos nuestra propia ética y moral. Y según esa propia ética y moral podemos abrirle la puerta a la cigarra y darle cobijo y calor en invierno o dejarla morir en la puerta porque ella se lo ha buscado.



Al protagonista de nuestro relato tristemente real le ha salido en este caso el tiro por la culata, o mejor dicho por ese culete suyo que le va a quedar más limpio que una patena con esos 4800 rollos de papel higiénico acumulados en su domicilio, ya que el supermercado donde los adquirió en buena lógica no vio procedente la devolución del material, pero al igual que resulta incomprensible que en un partido de fútbol se sancione el lanzamiento de objetos al campo únicamente cuando alguno de los deportistas (árbitros incluidos, que también son deportistas) recibe un impacto, como si se sólo se tomase en cuenta la puntería y no la intención, el escarnio sufrido por el sujeto no debería hacernos obviar la moraleja que se esconde detrás de esta versión actualizada, pandémica y del siglo XXI de la fábula de la cigarra y la hormiga. La ley de la jungla neoliberal, la del más fuerte y del que más tenga, sean rollos de papel higiénico o fajos de billetes de euros, y el que no tenga que se las apañe y se muera de frío como la cigarra o pague una cantidad indecente por un rollo de papel higiénico, un bote de gel desinfectante, o una mascarilla de papel. El ingenio lucrativo avivado una vez más por una crisis, en este caso sanitaria. La solidaridad luego, si es que queda hueco en la cabaña de la hormiga.











miércoles, 15 de abril de 2020

DIARIO DEL CORONAVIRUS (XXV): LA PARADOJA DE LA CENSURA











Seguro que alguna vez han escuchado el chiste en el que le preguntan a un cubano (hay distintas versiones según el país) “¿qué tal se vive en Cuba?” a lo que responde “no nos podemos quejar”. El interlocutor interpreta por su parte “entonces bien, ¿no?”, “no, ¡qué no nos podemos quejar!” responde el sufrido cubano. 


Todos sabemos, creo yo, lo que es la censura, y todos entendemos que uno de sus objetivos es eliminar todo atisbo de crítica hacia el poder. Por eso mismo en esta España de cuchillos y puñaladas en todas las direcciones, hablar de que se está estableciendo algún tipo de censura resulta sencillamente ridículo, infantil, vergonzoso, y por supuesto (y esto lo hace más insoportable) victimista.


Lo que debiera ser algo digno de aplauso, el rigor, el criterio, el contrastar fuentes e informaciones, inconcebiblemente se ha convertido en un ejercicio de sospecha hacia quien lo practica. Desmontar bulos ha pasado de ser un sano ejercicio de higiene mental a un acto de censura y represión. Que siga la barra libre, la calumnia y la difamación.


Es un esfuerzo baldío, inútil. Predicar en el desierto. El escenario de la posverdad es tan confortable que nadie hará un mísero esfuerzo por salir de él. Si el presidente de los Estados Unidos de América, a la sazón el país más poderoso e influyente del mundo, es capaz de disparar contra la Organización Mundial de la Salud y los medios de comunicación de su país por haber relativizado los daños del covid-19 y no valorar el peligro en su justa medida, cuando precisamente él junto a sus colegas Bolsonaro, Boris Johnson y López Obrador se ha erigido en punta de lanza del pachorrismo y el mantra de la “gripe fuerte”, si es capaz de desviar el punto de mira y eludir responsabilidades sin despeinarse uno solo de sus cobrizos cabellos, ¿cómo podemos esperar que los ciudadanos mantengan un mínimo de coherencia y exigencia en la crítica hacia las instituciones?, es una batalla perdida. Pero como aquí hemos venido a jugar, juguemos. 


Le pido al amable lector que realmente viva convencido de que, como denuncian ciertas trincheras y especialmente cierto partido político español, que en nuestro país se censura la crítica al gobierno durante este crisis pandémica y que existe un control en las redes sociales, que haga este ejercicio con total sinceridad. Vaya usted a la página de Twitter. No hace falta que esté registrado ni que tenga usuario, simplemente abra Twitter, y ponga en el buscador el nombre de alguno de los principales miembros del gobierno, Pedro Sánchez, Carmen Calvo, Pablo Iglesias… el que quiera, y acompáñelo de la mayor barbaridad o insulto que se le ocurra. Encontrarán decenas de tweets de hoy calificando con ese exabrupto a esos dirigentes, cuentas abiertas y a pleno rendimiento insultando (ya no digo criticando) al gobierno. Les dejo un par de pantallazos de ahora mismo a modo de ejemplo para ilustrar este texto. Lógicamente también encontrará esos insultos si los busca dedicados a Pablo Casado, Inés Arrimadas o Santiago Abascal. Precisamente porque no existe ninguna censura, porque ni el gobierno ni lógicamente la oposición tienen manipuladas las redes sociales ni amordazados a los ciudadanos. No merece la pena perder ni un minuto recordando que nadie ha censurado al bueno de Alfonso Reyes, simplemente incumplió una norma respecto a reenvíos masivos por lo que le penalizaron con tres días sin poder reenviar, lo mismo que me pasaría a mí si difundo masivamente un vídeo de You Tube de gatitos jugando con un ovillo de lana. Simplemente hagan la prueba y busquen la cantidad de insultos que puede estar recibiendo hoy el gobierno, ¿de verdad siguen pensando que en España no nos podemos quejar? Twitter sigue siendo para una gran mayoría de tipos anónimos, grises y mezquinos, un inmenso estercolero donde depositar la basura que tienen dentro de su cabeza, tanto da que hablemos de radicalismos de izquierdas, derechas, centros, arribas o abajos.




El gobierno en esta crisis ha sido lento y torpe, las chapuzas en sus compras de material sanitario a otros países han salido a la luz y todos las hemos conocido, y su línea de diálogo y comunicación con el resto de fuerzas políticas y con la ciudadanía son a todas luces mejorables. Hay muchas cosas por las que la critica es merecida y está plenamente justificada, pero... ¿además de torpes y chapuceros, estamos en manos de dictadores represores y totalitarios?, sinceramente lo dudo. Si así fuera no veríamos este nivel de crítica que incluso está llamando la atención en el extranjero, donde el cierre de filas en torno al gobierno de turno es más claro y meridiano que en España. Resulta paradójico escuchar a quienes más ejercen la crítica (e insisto, en muchos casos justificada y en todo momento con pleno derecho a ejercerla) llorar porque no pueden ejercer dicha crítica, como si fueran los protagonistas del chiste cubano. Es el ruído del árbol que cae en el bosque sin que no haya nadie alrededor para escucharlo pero al revés, escuchamos el ruído y después nos empeñamos en negarlo. No deja de tener un aspecto tragicómico asistir al gimoteo de hombretones hechos y derechos perpetrados en un solemne aire castrense suplicando por una libertad de expresión que nadie les ha coartado como si fueran un rapero exiliado en Bélgica cualquiera.



Sinceramente viven en su mundo. Claro que a lo mejor quien está equivocado soy yo. Nací en este país en 1973 y apenas recuerdo el final del franquismo. He crecido y vivido en una maravillosa libertad bajo la cual he podido expresar libremente todas y cada una de mis opiniones, tanto yo como todos mis amigos, cada cual de su padre y de su madre, con sus fobias y filias, sus gustos y disgustos y distintas tendencias políticas. Nunca he padecido la censura más allá de haber hecho saltar al logaritmo vigilante por algún contenido subido de tono en Facebook o haber sido expulsado en los albores de internet de alguna añeja vieja lista de correo musical a petición de los usuarios a los que martirizaba con mis devaneos diversos. Ya saben, cada casa con sus reglas. No soy por tanto un especialista en censura, en dictaduras, en represiones o en lo que significa vivir bajo un régimen totalitario. En definitiva no soy el protagonista de ningún chiste sobre la dictadura comunista de Fidel Castro. Quizás entonces debería escuchar a los herederos y nostálgicos de la dictadura más longeva que ha existido en España, los hijos del nacionalcatolicismo franquista, quienes echan de menos aquellos tiempos en los que no se permitía la disidencia y, en efecto, no nos podíamos quejar. Ellos si que saben de censura.





lunes, 13 de abril de 2020

DIARIO DEL CORONAVIRUS (XXIV): DIME CON QUE PANDEMIA ANDAS Y TE DIRÉ QUIEN ERES












Pandemia a la carta. En la era de las “fake news”, la post-verdad y la mayor propagación de bulos jamás conocida (y ojo qué si te empeñas en desmontar tales bulos puedes acabar convertido en un perverso agente del gobierno a ojos del conspiranoíco de turno), en plena “infodemia”, esta crisis viene caída del cielo para todos los “cuñaos” que en el mundo somos, porque recuerden una cosa, todo “cuñao” tiene en correspondencia otro “cuñao”, ¡usted es el "cuñao" de su "cuñao"!, igual que cada vez que usted diga lo de “pienso distinto a los demás”, piense que también los demás piensan distinto a usted. Si usted piensa que un fascista le llama a usted fascista por pensar distinto a él, recuerde que usted está pensando que él también es un fascista. Sea como fuere, tenemos pandemia a la carta, para todos los gustos y opiniones. Aquí les dejo un test que he desarrollado en estos ratos de confinamiento que espero sepan apreciar con el ánimo que merece, por encima de todo humorístico. Respondan con absoluta sinceridad y la mano derecha sobre la Biblia o el Popular 1, según sus creencias, y luego comprueben los resultados.






1-El origen del covid-19 está en:


A- La manipulación humana en un laboratorio chino.
B- La manipulación humana en un laboratorio estadounidense.
C- Origen natural
D- Origen extraterrestre
E- No tengo ni idea.
F- El 5G.



2-El covid-19 existe para:


A-Implantar un Nuevo Orden Mundial basado en el comunismo acabando con el actual sistema capitalista.
B- Implantar un Nuevo Orden Mundial reforzando el capitalismo y acabando con la socialdemocracia.
C- Concienciarnos de que por mucho que la ciencia avance la naturaleza siempre será más poderosa.
D- Acabar con la población humana que en breve será sustituida por los extraterrestres que han lanzado el virus.
E- Enriquecer el lobby médico-farmaceútico.
F- Ninguna de las anteriores, es un accidente y no tiene ningún objetivo.



3- Los países que mejor están respondiendo ante la crisis son:


A- Los de los gobiernos de derecha, centro, centroderecha o liberales.
B- Los gobiernos socialistas o de izquierdas.
C- Los estados totalitarios.
D- Todos están respondiendo igual de bien.
E- Todos están respondiendo igual de mal.
F- Algunos mejor que otros, pero sin que la ideología del gobierno sea relevante, si no el tino de sus dirigentes.



4- Enumera de mejor a peor los países que en tu opinión han respondido mejor a esta crisis dentro de la selección propuesta:


A- España, Italia, China, Francia, Alemania, Reino Unido y Estados Unidos.
B- Alemania, Francia, Estados Unidos, Reino Unido, China, España e Italia.
C- Estados Unidos, Reino Unido, Francia, China, Alemania, Italia y España.
D- China, Alemania, España, Italia, Francia, Reino Unido y Estados Unidos.
E- Reino Unido, Estados Unidos, China, Alemania, Francia, Italia y España.
F- Francia, Alemania, Reino Unido, Estados Unidos, Chino, Italia y España.



5-Enumera de peor a mejor los gobernantes que en tu opinión mejor han respondido a esta crisis dentro de la selección propuesta:


A- Bolsonaro, Johnson, Trump, López Obrador, Macron, Merkel y Sánchez.
B- Trump, López Obrador, Johnson, Merkel, Sánchez, Macron y Conte.
C- Johnson, Sánchez, Conte, Macron, Trump, Bolsonaro y Merkel.
D- Sánchez, Conte, Macron, Trump, Johnson, Bolsonaro y López Obrador.
E- Lukashenko, Trump, Macron, Johnson, Putin, Sánchez y Merkel.
F- Conte, Sánchez, Jinping, Macron, Johnson, Trump y Merkel.



6- Con cual de estas medidas excepcionales para reforzar la sanidad española durante la crisis estarías más de acuerdo:


A- Denegar cualquier tipo de atención médica a todo no español.
B- Denegar cualquier tipo de atención médica a todo no español en situación ilegal.
C- Una inyección de dinero público costeada a través de una subida de impuestos en la próxima declaración de la renta proporcional según dichas rentas.
D- Intervenir empresas privadas obligándolas a fabricar material sanitario.
E- Poner a Pedro Sánchez y Pablo Iglesias a manufacturar mascarillas día y noche.
F- Atender única y exclusivamente enfermos de coronavirus y dejar al resto de enfermos en lista de espera.



7- El papel de la oposición política en España en estos días de crisis ha de ser:


A- Forzar la dimisión del actual gobierno y que vayamos a elecciones ya mismo.
B- Forzar la dimisión del actual gobierno y formar un gobierno provisional con Casado y Abascal al frente.
C- Pedir urgentemente la derogación del estado de alarma y que volvamos a la normalidad.
D- Ofrecer colaboración y unidad ante la crisis.
E- Regalar un CD de grandes éxitos del Dúo Dinámico a todos los españoles.
F- Dimitir en bloque y dejar camino expedito a las decisiones del gobierno.



8- Económicamente, ¿con cuál de estas medidas estarías más de acuerdo?


A- Inyección de gasto público, apoyo a autónomos y pequeñas empresas para que mantengan sus negocios y empleados, pese al endeudamiento del estado.
B- Ahorro y austeridad, que haya dinero en las arcas públicas pese a que el consumo decaiga.
C- Intervención del 10% del capital de las 100 principales fortunas españolas.
D- Amancio Ortega al frente del Ministerio de Hacienda.
E- Bajada radical de impuestos y ni un euro durante todo un año ni ningún servicio público.
F- Reforma laboral radical, despido gratis en cualquier circunstancia y contratos sin regulaciones, por horas y pagando lo que el empresario considere oportuno. Lógicamente sancionando al ciudadano que estando en paro no aceptase ese trabajo.






9-Estos días tu principal fuente de información está siendo:


A- Las grandes cadenas de radio y medios de comunicación (SER, COPE, El País, ABC...)
B- Única y exclusivamente los canales oficiales del estado.
C- Los programas matutinos del estilo de Ana Rosa Quintana.
D- Voces libres e independientes no vendidas a ningún medio, blogs, webs alternativas, etc
E- Sinceramente prefiero no ver noticias, me voy enterando por lo que veo por Facebook, Twitter, etc
F- Mi primo Manolo que es celador en el 12 de Octubre y me cuenta de primera mano todo lo que está pasando.



10- Tu ánimo estos días está siendo:


A- Luto constante por todas las víctimas. Dolor y silencio. Llanto y lágrimas.
B- Intento ser positivo, buscar buenas noticias, ver el vaso medio lleno...
C- Esto es una fiesta. Musicote en el balcón a tope, risas, aplausos, etc...
D- Voluble, del llanto a la risa y viceversa.
E- Negativo, esta crisis me supone un revés económico del que no podré salir y sólo pienso en eso.
F- Optimista dentro de lo que cabe, aprovechando para hacer todas esas cosas que tenía pendiente en casa.



11- Pongamos que hablo de Madrid, el principal foco de la infección en España. ¿Cuál crees que ha sido el principal factor para la rápida transmisión del virus?:


A- El acto de VOX en Vistalegre el 8 de Marzo.
B- Los diferentes eventos deportivos celebrados durante aquellos días.
C- Las manifestaciones del 8M.
D- El transporte público.
E- El concierto de la Pantoja el 7 de Marzo en el WiZink Center.
F- La activación del 5G en los celulares móviles de los ciudadanos.



12- Crees que las actuales medidas de confinamiento (a día 13 de Abril) son:


A- Leves. Hace falta un confinamiento mucho más severo, total y absoluto, y sanciones más graves para los infractores.
B- Moderadas. Hace falta un confinamiento más severo, sin llegar a ser total limitado única y exclusivamente a la compra de alimentos.
C- Normales. No cambiaría nada.
D- Duras. Habilitaría parques para el uso exclusivo de paseos y pequeños ejercicios, o permitiría paseos por las calles.
E- Muy duras. Hay que abrir la mano a una mayor circulación de personas y permitir mayor actividad comercial.
F- Excesivas y autoritarias. Hay que derogar el estado de alarma ya y permitir a la gente hacer lo que quiera.



13- A la hora de pedir responsabilidades y emitir juicio por la gestión de esta crisis habrá que apuntar a:


A- A nadie. Todo el mundo ha hecho lo que ha podido, no hay que pedir responsabilidades ni someter nada a juicio.
B- Única y exclusivamente al gobierno central de Pedro Sánchez.
C- A la administración pública en general, comenzando por el gobierno central y acabando por el último alcalde, cada uno dentro de su alcance.
D- A la empresa privada y los especuladores que se están lucrando y haciendo negocio con la crisis.
E- Tanto a la administración pública, desde el gobierno central hasta ayuntamientos, como a la empresa privada que haya actuado indebidamente.
F- Única y exclusivamente a los gobiernos autonómicos, especialmente a los que asumen más competencias, Cataluña a la cabeza.



14- Entre las siguientes propuestas, cual puede ajustarse más a tu papel en la lucha contra el coronavirus:



A- Me dejo las palmas de las manos aplaudiendo a los sanitarios y he colocado en el balcón una bandera española de 10 metros de largo por 20 de ancho para subir la moral de mis compatriotas.
B- He hecho una contribución económica y/o de material sanitario dentro de mis posibilidades.
C- Informo a mis amigos, familiares, etc, a través de grupos de whatsapp y mi muro de Facebook de todas las tropelías y mentiras del gobierno.
D- No estoy haciendo nada porque confío plenamente en el estado y él nos sacará de esta sin necesidad de iniciativas privadas.
E- He ofrecido mi ayuda a mi entorno y vecindario por si alguien necesita algo.
F- Informo a mis amigos, familiares, etc, a través de grupos de whatsapp y mi muro de Facebook de todas las tropelías y mentiras de la oposición.



15-La lección que debemos extraer de esta pandemia es (señala con la que estás más de acuerdo):



A-La globalización es un peligro. Debemos volver a un mundo de mayor control fronterizo y un mayor proteccionismo económico. Reducir importaciones y salir de la Unión Europea ipso facto.
B- Hay que reforzar las relaciones globales entre países y dar mayor competencia a organismos internacionales para en crisis de este tipo poder dar una respuesta global por encima de las naciones.
C- Hay que eliminar todos los estados, que cada ciudadano sea libre para reaccionar a su albedrío y buscar la ayuda que crea necesaria sin mediación de ningún estado ni administración pública.
D- La vida son cuatro días y hay que disfrutarlos a tope.
E- Hay que reforzar el estado, sobre todo en lo tocante a sanidad e investigación científica.
F- La izquierda mata más que el coronavirus.



16- En general las respuestas dadas a este test las has dado:


A- Totalmente convencido.
B- Bastante convencido.
C- Medianamente convencido.
D- Con ciertas dudas.
E- Con muchas dudas.
F- No estoy nada seguro de lo que he contestado.



Puntuaciones:



Pregunta 1: A-5 puntos B-4 puntos. C-2 puntos. D-6 puntos. E- 1 punto F-3 puntos.
Pregunta 2: A-5 B-4 C-1 D-6 E-3 F-2
Pregunta 3: A-5 B-4 C-6 D-1 E-3 F-2
Pregunta 4: A-4 B-1 C-5 D-2 E-6 F-3
Pregunta 5: A-3 B-2 C-5 D-1 E-4 F-6
Pregunta 6: A-6 B-5 C-2 D-4 E-3 F-1
Pregunta 7: A-6 B-5 C-1 D-2 E-3 F-4
Pregunta 8: A-2 B-1 C-4 D-3 E-5 F-6
Pregunta 9: A-2 B-4 C-5 D-6 E-3 F-1
Pregunta 10: A-6 B-3 C-4 D-2 E-5 F-1
Pregunta 11: A-4 B-3 C-6 D-2 E-1 F-6
Pregunta 12: A-4 B-3 C-2 D-5 E-6 F-1
Pregunta 13: A-1 B-6 C-3 D-4 E-2 F-5
Pregunta 14: A-1 B-2 C-6 D-5 E-3 F-4
Pregunta 15: A-5 B-2 C-3 D-1 E-4 F-6
Pregunta 16: A-6 B-5 C-4 D-2 E-3 F-1



Resultados:



0-15 pts: a ti el coronavirus te importa tanto como que esté explotando una supernova a un millón de años luz de la tierra. La putada es que te han jodido las vacaciones en la playa y las cañas con los colegas. Deseando que acabe esto para volver a vivir despreocupádamente y que las noticias sean a quien se ha tirado la tal Fani en "La isla de las tentaciones".

16-31 pts: ¿para qué caer en estridencias y radicalismos?, el equilibro aristotélico y la mesura marca el camino,  y aún con tus dudas y criticas ante todo lo que está pasando confías en que está es la manera de la que saldremos adelante.

32-47 pts: en el fondo lo veías venir. Le hemos tocado tanto las cantimploras a la “pacha mama” que esta iba a rebotarse por algún lado. Esperas que salgamos de esta con la lección bien aprendida, sin volver al capitalismo salvaje y sin volver a dar carta blanca a los gobiernos y grandes empresas para que nos sigan recortando libertades.

48-63 pts: el capitalismo salvaje y el neoliberalismo nos ha llevado a esto. Y gracias a Dios que en España no tenemos un gobierno de derechas porque nos íbamos a enterar. El estado socialista nos salvará.

64-80 pts: la incompetencia socialista nos ha llevado a esto. ¿Pandemia global?, y un cuerno. Con diferencia somos el peor país en esta crisis, y encima con unos medios de comunicación vendidos y manipuladores.

81-96 pts: la verdad está ahí fuera, y sólo tú la tienes mientras tus compatriotas siguen adormecidos por los medios de comunicación y los partidos políticos convencionales. Esperando ansioso que esto suponga un nuevo amanecer y la llegada de un nuevo mesías, fuhrer, o lo que haga falta. ¡Despierta España!













sábado, 11 de abril de 2020

DIARIO DEL CORONAVIRUS (XXIII): SUPERSTITION













Llegado a este punto de este humilde diario pandémico he de enfrentarme a mi mismo, a mis temores y una vez más (qué para eso es un diario) confesar alguna intimidad.


Y es que alcanzamos la entrada del número que tengo por maldito, tanto es así que de momento ni siquiera citaré tal cifra. Es del todo absurdo, o precisamente todo lo contrario, que tomándome a mí mismo por persona racional y lógica caiga bajo el poder del pensamiento mágico, una sombra dominadora mucho más grande de lo que queremos admitir. Decía el bueno de Ernesto Sábato, genial novelista doctorado en física y matemáticas que había encontrado en las ciencias el orden que le faltaba en su vida, y por supuesto en la literatura, siempre sujeto al caos entrópico que determina la creación artística. Quiero pensar que sucede lo mismo en mí respecto al rito y la superstición, que complementa mi lógica y raciocinio. Es otra pata de la mesa sobre la que se sustenta mi existencia. Tiene que haber algún tipo de fuerzas que se escapan al entendimiento humano y que tratamos de aplacar en base a nuestros ritos y supersticiones (así funciona la religión sin ir más lejos), paradójicamente parece lógico, porque precisamente nada hay más lógico y natural en el ser humano que la contradicción y la paradoja.


Mi particular desasosiego respecto al número de Michael Jordan viene de lejos y me enfrenta a esos viejos temores de niñez que me han acompañado durante toda mi vida y han madurado a la par que mi propia persona. Un 23 de enero mi padre sufría un infarto terrible y nada repentino, de hecho unos días antes sufrió lo indecible aquejado de males que nunca había conocido, especialmente reflejados en el estómago. Algo dentro de su cuerpo se lanzaba en una montaña rusa que desembocó en el mediodía de aquel sábado en el que ya no podía resistir más y gracias al cielo encontró fuerzas suficientes para llegar al hospital donde salvaron su vida. Siendo yo todavía niño aquello me cambió totalmente la percepción de la existencia humana. El padre, ese personaje ascendente en tu vida, el que se supone es el primer héroe conocido en tu relato vital, de repente aparecía entubado en la UCI de un hospital con su vida pendiente de un hilo. Por alguna razón este cerebro mío del que sigo sin comprender su funcionamiento marcó la fecha, el número, como maldito. Admiraría las proezas de Jordan (y encima ya saben de lo mío con el deporte de las canastas) como he admirado (y encima ya saben de lo mío con el Real Madrid de baloncesto) después las de Sergio Llull, con ese recelo de quien mira una película de terror cubriéndose de tanto en cuando la cara y dejando un breve hueco entre los dedos para asegurarse de que la sangre no salpica la pantalla. Quiso el destino que muchos años después mi padre falleciera un 23 de septiembre, alimentando el halo maldito de dicho número. Entre medias un 23 de enero también nacía uno de mis sobrinos, para mayor desconcierto y paranoia esquizoide por parte de quien esto escribe.


Finalmente la única razón en caso de haberla de todo esto es ese funcionamiento cerebral desconocido al que he aludido, ese monstruoso enigma que necesita ser alimentado de rito, temor, magia y superstición ilógica que le ayude a comprender la lógica. He tardado años en enfrentarme a estas contradicciones que ahora veo, como digo, lógicas, y que pueden entenderse en algo que a día de hoy está tan asumido como son los trastornos obsesivos compulsivos (los famosos “tocs”)


Los peores años posiblemente fueron entre la pubertad y la adolescencia. Unos años horribles en los que con 12, 13 o 14 años de repente me sentía, con todas las letras, “viejo”. Acuciado por una angustia existencial insoportable el “toc” se apoderó de mí hasta el hecho de que ver una película en el cine, costumbre de la que gustaba de disfrutar, era un auténtico sufrimiento. Déjenme explicarme. Con los años he descubierto, como suele pasar con tantas cosas que en un momento dado te parecen tan nuevas y exclusivas que crees en un natural egoísmo que sólo te golpean a ti, que hay un “toc” muy frecuente que consiste en reducir a un número simple las matrículas de los coches que me encontraba a mi paso. Si veía un 2724, por ejemplo, tenía que reducirlo a 6, posiblemente sumando 27+24, igual a 51, y después 5+1. Una locura, lo sé, pero créanme, somos legión los que estamos en esto. Con ayuda de mi psiquiatra pude comprobar como este trastorno obsesivo compulsivo golpeaba más precisamente en momentos de ansiedad y nerviosismo, cuando la bestia gris que es el cerebro necesitaba más alimento. Pero este trastorno en el que sólo lograba aplacar el cerebro a través de los números durante aquellos años del niño que empezaba a crecer se convirtió en una rutina que iba mucho más allá. Ya no hablo de además de sumar las matrículas de los coches hacer lo propio con los número telefónicos de los rótulos publicitarios que iba encontrando a mi paso, lo mismo fuera un despacho de abogados que un taller eléctrico, al fin y al cabo seguía tratándose simplemente de sumar números. Un juego de niños. El problema de verdad llegó cuando entraron en escena las frases, las palabras, las sílabas, las letras. Así de repente, y aquí viene la auténtica tortura, me veía en la oscuridad solitaria de la sala del cine reduciendo las frases de los protagonistas a números. Si alguien aparecía en pantalla para decir “¡Qué magnífico día hace hoy!” mi cerebro contaba cinco palabras, diez sílabas, y veinte letras, con el tiempo justo para hacer el mismo ejercicio con la réplica que recibiera el actor. Un infierno alrededor, ya digo, de los 13 años, porque tenía miedo, porque me sentía mayor, porque me iba a morir, ¡yo qué sé!, todo eso acompañado, se pueden imaginar, de todo tipos de ritos y manías cada vez que caminaba por la acera, teniendo cuidado de no pisar determinada línea como si la calle fuera un campo de minas.


La segunda vez que vi a mi padre en la UCI ya era yo bastante mayor y consciente como para poder discernir la diferencia entre lógica y superstición. Pero recuerdo perfectamente como en los angustiosos momentos previos a la aparición del doctor para dar el reporte diario de su estado me “refugiaba” con la mirada fija en un número de teléfono de averías que aparecía en una pegatina en la puerta del ascensor de aquella planta. Me tiraba así los minutos que fueran necesarios hasta que se abriera la puerta de la UCI aplacando la bestia del cerebro sumando una y otra vez las cifras de aquel número de teléfono que ya sabía de memoria.


Todo este pensamiento mágico más propio de un hombre primitivo incapaz siquiera de explicar el ciclo del día y la noche que de un habitante de la tierra del siglo XXI me ha perseguido toda la vida. Sigo convencido de que yo di la décima copa de Europa al Real Madrid. Cuando en aquel mágico minuto 93 Luka Modric corrió hacía el banderín del corner para botar el saque de esquina algo me dijo que no mirara a la pantalla, que bajase la cabeza como había hecho semanas antes en el partido de Munich con dos goles del camero. Así lo hice y el resto es historia. Pueden imaginarse que ver un partido de baloncesto conmigo es insoportable. Apartar de la vista constantemente de la pantalla, mirar o no mirar según quien lance, subir y bajar el volumen del televisor hasta dejarlo en el punto en el que entren las canasta de mi equipo, cambiarme constantemente de sitio o asiento...


Estas jornadas terribles no soy ajeno a la superstición. Igual que en fútbol “zapeo” compulsivamente buscando el locutor que cante el gol de mi equipo y narre los fallos del rival, cada día que el reloj se va acercando a las 12, hora en la que solemos tener la puesta al día de las cifras de la pandemia en nuestro país, con el nuevo número de fallecidos, infectados, altas y demás, nervioso recurro a mis rituales en busca de la emisora de radio o web de medio de comunicación que me de datos positivos y esperanzadores. Lamentablemente no hay magia que valga en esto. Lamentablemente la lógica de la pandemia sigue golpeando. Pero como se trata de resistir, espero al menos y de momento resistir un día más, una entrada más. Lo bueno de llegar a mi número maldito, es que el siguiente ya no lo será.





Very superstitious, writing's on the wall
Very superstitious, ladders bout' to fall
Thirteen month old baby, broke the lookin' glass
Seven years of bad luck, the good things in your past

When you believe in things that you don't understand
Then you suffer
Superstition ain't the way

Very superstitious, wash your face and hands
Rid me of the problem, do all that you can
Keep me in a daydream, keep me goin' strong
You don't wanna save me, sad is my song

When you believe in things that you don't understand
Then you suffer
Superstition ain't the way, yeh, yeh

Very superstitious, nothin' more to say
Very superstitious, the devil's on his way
Thirteen month old baby, broke the lookin' glass
Seven years of bad luck, good things in your past

When you believe in things that you don't understand
Then you suffer
Superstition ain't the way, no, no, no




(“Superstition”, Stevie Wonder, “Talking Book”, 1972)



jueves, 9 de abril de 2020

DIARIO DEL CORONAVIRUS (XXII): PRÓRROGAS










No entiendo que don Santiago Abascal Conde hoy haya votado en contra de la tercera prórroga del estado de alarma español, ya que dudo que en este país exista alguien que haya sacado más provecho a las prórrogas que él, cuando solicitó hasta tres prórrogas para no realizar el servicio militar obligatorio que existía en su momento, ¡el muy patriota!



Si hay alguien en España sabedor de los beneficios de seguir solicitando prórrogas, créanme, es él.




miércoles, 8 de abril de 2020

DIARIO DEL CORONAVIRUS (XXI): SONRISAS









Ha tenido cierto recorrido una de las últimas columnas de Miquel Giménez para VozPópuli, en la que bajo el título “Nos han robado las lágrimas” con la habitual calidad de su prosa pero (en mi opinión) excesiva dureza, acusaba al gobierno de pretender orquestar una especie de campaña de falso optimismo, como si ese ánimo que nos damos a diario todos los españoles para seguir luchando contra esto falsease la terrible realidad en la que vivimos. Como si fuera una droga que consumimos para evadirnos de la pandemia. Otra vez el “buen rollo” bajo sospecha. Escudriñamos cada gesto de nuestros dirigentes, reprochamos cada buena noticia que nos tratan de inspirar desde los medios de comunicación, maldecimos cada sonrisa porque en efecto no es tiempo para ello.


Dudo que cualquier persona mínimamente cuerda sea ajena al drama que vivimos estos días. Pero creo que precisamente en aras de mantener esa cordura necesitamos la risa. Yo estoy recurriendo al visionado de más comedias que nunca en estas jornadas de confinamiento, ¿me convierte eso en un frívolo, en alguien incapaz de sentir esta tragedia al mismo nivel que adalides del duelo como Giménez? Creo que soy perfectamente consciente de todo lo que está sucediendo, y creo que esa fue una de las razones que me animó a comenzar este diario, a dejar por escrito mis percepciones ante algo que intuí hace unas semanas que desgraciadamente cobraría rango de suceso histórico a uno de los niveles más altos jamás conocidos en el ranking de grandes acontecimientos mundiales. No pasa un solo día ni una sola noche en la que no dé las gracias y valore el hecho de estar bien, de que mi familia esté bien, y de poder seguir trabajando. No pasa ni un solo momento en el que no me acuerde de muchos amigos que no pueden decir lo mismo, y que no acompañe en el sentimiento a todos los que están perdiendo seres queridos de quienes siquiera pueden despedirse en la gran mayoría de los casos. ¿Significa eso que deba renunciar a las armas que precisamente más me han ayudado en los peores momentos de mi vida?, a las sonrisas, a la alegría, a las risas con los amigos aunque ahora sea a través de videollamadas


Una de las ventajas de vivir en un país tan maravilloso como España es la libertad, un valor absolutamente a reivindicar en estos momentos en los que vemos (y así debe ser, enorme error lo contrario) el planeta tierra como un todo, como un mismo edificio en llamas en el que algunas plantas están más arrasadas que otras pero el incendio es general. En este edificio global la libertad no está del mismo modo valorada en unas casas que en otras… hay pisos con excesiva opacidad, falta de transparencia, e incluso abusos de poder sobre los ciudadanos (prácticas a las que ni siquiera en España hemos sido ajenos), en aras de esa libertad desde luego quien necesite el desahogo del llanto por favor, recurra a él, pero dejen igualmente a quien quiere seguir sonriendo pese a todo y contra todo hacerlo sin convertirle en sospechoso de nada, y mucho menos de mal compatriota. Porque en este país esquizofrénico y extremista hemos pasado en menos de lo que se contagia el covid-19 de las fiestas de los balcones y los aplausos, de las palmadas de ánimo, de los gritos de aliento… al rostro circunspecto y a las tensiones mandibulares, a los ceños fruncidos y a la desesperada carrera por ver quien sufre más, quien lo siente más, quien está más preocupado y desenmascara al vecino bufón y despreocupado que sigue aplaudiendo en el balcón como si esas palmas fuesen a obrar un milagro para acabar con la pandemia. Que nadie le robe las lágrimas al señor Giménez, pero por favor, tampoco nos roben a los demás las sonrisas. 


Finalizaba su artículo el periodista recurriendo a la célebre frase de Quevedo que elogiaba al monarca dramático con aquello de “dichoso reino cuyo rey sabe llorar y enternecerse”, pero como bien es sabido el gigantesco literato del Siglo de Oro también sembró con humor gran parte del grueso de su obra con innegable acierto, por lo que yo me permitiré recurrir a los versos del miope y cojo inmortal poeta cuando escribía tanto contra el “filósofo cornudo” que reía lo mismo que contra el “filósofo anegado” que lloraba aquello de “que son las opiniones como zorras, que uno las toma alegres y otro tristes”.



Recuerden que hasta los de Cuba regresaron cantando.




lunes, 6 de abril de 2020

DIARIO DEL CORONAVIRUS (XX): A HOUSE IN THE COUNTRY










Dentro de las múltiples caras del confinamiento, de las que algún día habría que hablar, porque sí, todos entendemos que hay que quedarse en casa, pero no es lo mismo el millonario que vive en un chalet con jardín y piscina que el currito que malvive en un zulo con ventana interior, creo que la vida de los pueblos es la que menos ha visto alterada su curso habitual. Hablaba de esto ayer con mi hermana, quien desde hace décadas vive en una pequeña aldea berciana habitada según el último censo por 69 seres humanos. Literalmente habló de una especie de “justicia poética”, quienes se han acostumbrado a vivir con menos, menos padecen la falta de según que recursos. Un poco esa vieja filosofía de “no es más rico quien más tiene si no quien menos necesita”.



Y la verdad es que estos días envidio a mi hermana. Su casa de pueblo, su pequeña parcela de tierra. Junto a su marido la construyeron hace años, con sus propias manos. Allí se hizo madre y allí sigue viviendo rodeada de sus libros, familia y gatos. Recuerdo una conversación con una vieja amiga que en clave feminista reprochaba su decisión. Como una mujer con estudios y carrera universitaria se retiraba a vivir a un pueblo y renunciaba a trabajar minimizando su valía profesional y dedicándose a llevar una casa y a la lectura compulsiva.



Yo desde hace tiempo lo tengo claro y ya tengo decidido que mi jubilación, si llego, quiero disfrutarla en el campo, en un pueblo, con una huerta, una gallina, y sobre todo libros, muchos libros que devorar a todas horas mientras crecen los tomates y las lechugas. Esta pandemia no ha hecho más que reafirmarme en esa decisión.






He don't need no sedatives to ease his troubled mind.
At work he is invariably unpleasant and unkind.
Why should he care if he is hated in his home,
'Cause he's gotta house in the country,
And a big sports car.
He's gotta house in the country,
And a big sports car.
But he ain't gotta home, oh no,
And he's as wicked as he can be,
'Cause he's gotta house in the country
Where he likes to spend his weekend days.
Oh yeah, oh yeah, well all right
Well, he got his job when drunken Daddy tumbled down the stairs.
From that very day this boy is more than having his share.
One of these days I'm gonna knock him off of his throne,
'Cause he's gotta house in the country,
And a big sports car.
He's gotta house in the country,
And a big sports car.
And he's oh so smug, oh yeah.
He's got everything he needs,
'Cause he's gotta house in the country
Where he likes to spend his weekend days.
Oh yeah, oh yeah, well all right
And he's oh so smug, oh yeah.
He's got everything he needs,
'Cause he's gotta house in the country,
And a big sports car.
He's gotta house in the country,
And a big sports car.
But he's socially dead, oh yeah,
And it don't matter much to him,
'Cause he's gotta house in the country
Where he likes to spend his weekend days.
Oh yeah, oh yeah, well all right
House in the country
House in the country
House in the country
House in the country



(“A house in the country” The Kinks, “Face to Face”, 1966)



sábado, 4 de abril de 2020

DIARIO DEL CORONAVIRUS (XIX): YOU CAN'T STOP THE MUSIC










Pues no. Como cantaban los inefables Village People, ni tú ni nadie puede parar la música. Una música que bien puede ser un hermoso aliado o un insoportable enemigo en estos días del confinamiento. Y es que llegados a este punto una vez más el fascista que llevo dentro únicamente florece en este tema. Ni patrias, ni política, ni religiones, ni fútbol. El fascista que yo llevo dentro sólo sale cuando hay que hablar de música.



Y es que si en los últimos años hemos visto una proliferación de pinchadiscos invadiendo las cabinas de algunos de los bares de rock'n'roll más míticos sin apenas contar efectivos en su colecciones, o peor todavía, directamente sin colección alguna y recurriendo a elementos digitales, ordenadores portatiles, tablets o unidades usb (lo que coloquialmente llaman “pincho”), esta “democratización” de los pinchadiscos adquiere todavía un significado más perverso con centenares de vecinos martirizándonos desde sus balcones demostrando su pésimo gusto musical, o con presuntuosas exhibiciones de narcisismo a través de vídeos en redes sociales en los que al suplicio auditivo hay que sumar en no pocas ocasiones el delirio estético de la imagen. Porque ya me dirán ustedes la gracia de ver a fulano o mengano pinchando en calzoncillos después de cinco días sin ducharse y con barba de una semana. En esta legión de torturadores musicales caben todos, lo mismo quienes llevan toda la vida comprando unos discos para los que ya no quedan rincones en sus casas que los que desde que apareció la cosa esta de internet no se han comprado ni un solo disco ni han gastado un solo euro en música, señal de lo que les interesa realmente esa disciplina artística. No compran música porque no les importa la música, ni los discos, ni las bandas, ni los sellos, ni las salas, ni los promotores, y les da exáctamente igual que el mundo de la música mueva millones o no mueva ni un céntimo. No es su guerra. Nunca les ha interesado y a estas alturas ya no les interesará, pero mientras puedan seguir dándole a un botón para tener el último tema de moda seguirán diciendo que sí, que les gusta la música, que escuchan mucha música, de todo tipo, y que posiblemente les gusta “toda la música". Desconfíen inmediatamente de quien hace tal afirmación y tengan la completa seguridad de que se encuentran frente a un zote sin oídos cuyos conocimientos sobre el mundo de la música tiene el mismo peso que el de Jair Bolsonaro respecto al covid-19.



Pero ahí les tienen, manteniendo alta la moral de la tropa sin que nadie les haya pedido que acudan en nuestro socorro. El himno nacional a todas horas, el “¡Qué viva España!” de don Manolo, el sempiterno y recurrente Sabina, pseudocantautores de todo tipo y pelaje, y como no, reaggeton a todo trapo para que sigamos moviendo el cucu en el salón de casa y que papi le siga dando gasolina a mami. Dejo para un comentario aparte lo del “Resistiré” de Manolo y Ramón, aka el Dinámico Duo... denarrrrrrrrrr porque el nivel de indigestión al que hemos llegado con las mil versiones del dichoso tema amenaza con destrozar todos los registros de ignominia conocidos en el pachangueo musical, canciones de verano, y éxitos de radio-fórmulas... desde Georgie Dann hasta el ridículo “Despacito” pasando por el grotesco coreano aquel que nos martirizó durante un tiempo y del que afortunadamente no recuerdo su nombre (a decir verdad nunca lo supe), nada se puede comparar a la sobresaturación que estamos viviendo del himno oficioso de la pandemia en España en poco más de dos semanas.



Siempre he dicho que por lo general en este país la música importa más bien poco. Es simplemente un acompañamiento para planchar las camisas o freír unas croquetas. Un kleenex de distracción sonora con el que sonarte la cera de las orejas, de usar y tirar. Ahondar en lo que ahí detrás de ese mundo interesa bien poco. Si usted sale a la calle (bueno, ahora no, cuando se pueda) y comienza a preguntar a los viandantes que se encuentra a su paso quien es Josele Santiago quizás con suerte después de unos 20 transeúntes alguien le de la respuesta. Y eso Josele. Pruebe a preguntar por Paco Poza y si un peatón de cien con los que se cruce le sabe decir quien es y el título de alguna de sus canciones puede usted abrazar una farola en señal de alegría y en homenaje a José María García. Esto por citar los dos primeros nombres que se me han venido a la cabeza de dos tipos que escriben canciones enormes como soles dentro de un país que atesora una calidad musical extraordinaria con grandísimos compositores, fantásicas bandas, y muchísima y muy buena gente de música... pero con una cultura general pobre, paupérrima, por parte del común de los ciudadanos.



Y esa cultura pobre y paupérrima cobra triste y gris reflejo en estos días de pandemia que han transformado nuestros balcones, terrazas y ventanas en auténticas salas de tortura que ríase usted de Guantánamo.



Por favor, sólo por unos días, pero que alguien pare la música.










jueves, 2 de abril de 2020

DIARIO DEL CORONAVIRUS (XVIII): EL REY DE MÉJICO











La otra noche en el breve intervalo de unos 20 minutos supe de dos noticias relacionadas con la crisis a nivel global de la pandemia del covid-19 las cuales conformando parte de este diario particular que todos estamos viviendo en esta época, plagado de pequeñas o grandes historias, significaban dos polos opuestos en cuanto a entender tu papel en la vida.


Primero escuchaba a Michel, el fantástico extremo que fuera dueño de la banda derecha del Bernabéu durante varios años entre las décadas de los 80 y 90 del pasado siglo, afirmar que la situación actual le afectaba hasta el punto de verse recortado en su sueldo alrededor de un 80%. El ex –futbolista actualmente ejerce de entrenador en Méjico, llevando el banquillo del histórico Pumas (club muy vinculado a su amigo y ex –compañero Hugo Sánchez) de la liga centroamericana, que como la grandísima mayoría de competiciones en todo el mundo (si nos centramos en el fútbol sólo tengo constancia de que no hayan parado en Bielorrusia y Nicaragua) ha interrumpido su calendario. Escuchando a nuestro compatriota, el bueno de Michel no sólo afirmaba que comprendía la decisión del club, si no que desvelaba que el recorte en principio iba a ser menor pero fue su propia insistencia la que instó a sus superiores a tomar una medida tan drástica. El madrileño confesaba que lo hacía para que otros empleados del club menos afortunados (jardineros, utilleros, limpiadores… o servicios de mantenimiento en general) no viesen tocados sus bolsillos en una entidad que en buena justicia está intentando (en palabras del propio Michel) que los trabajadores a su cargo con una nomina mensual inferior a 40000 pesos (unos 1500 euros) no vean recortados sus ingresos.



Nunca ha hecho gala Michel de ninguna ideología política. Sí conocemos su compañerismo y solidaridad dentro y fuera de su profesión, como demostró cuando al lado de Butragueño encabezó el comité de huelga de los futbolistas en la huelga general de 1988, o sus reivindicaciones para que la federación española asegurase a los jugadores y se hiciese cargo de los lesionados vistiendo la camiseta de la selección nacional. No creo que la solidaridad sea una cuestión de izquierdas o de derechas si no de comprender en que mundo vives y ser consciente de tus privilegios en comparación con una gran parte de los conciudadanos que te rodean y no tienen los ingresos de un profesional del fútbol de élite. Privilegios que te los has ganado en buena lid con tu trabajo, como es el caso de Michel, cuyos orígenes hay que situarlos en el barrio de Ciudad de Los Ángeles, ubicado en el distrito de Villaverde, uno de los más pobres de la capital española, pero privilegios al fin y al cabo.



Desconozco el salario actual de Michel llevando el banquillo del Pumas, pero dudo que esté siquiera entre los 50 entrenadores mejores pagados del mundo. Si abrimos el abanico al mundo del fútbol en general, considerando tanto entrenadores como jugadores o incluso directivos que perciban un salario exclusivo del club para el que trabajan, me cuesta imaginar que llegue incluso a situarse entre las 300 personas que más ingresen gracias al fútbol. Dudo que Michel esté lejos de poder considerarse lo que llamaríamos un “millonario”. Simplemente es un tipo al que la vida le ha ido bien y él lo sabe.



El comportamiento de nuestro ex -internacional contrasta con la noticia que escuché minutos después respecto al rey de Tailandia, el monarca más rico del mundo al frente de un país en el que recordemos que el comunismo está prohibido, quien ha aprovechado la cuarentena mundial provocada por el covid-19 para alquilar un hotel de lujo en los Alpes alemanes rodeado de 20 concubinas. La obscenidad ha sido tal que el sufrido pueblo tailandés ha comenzado a preguntarse el motivo por el que tener un rey, cuyo único propósito en la vida parece ser el de vivir a cuerpo de idem. El sinsentido de que alguien por una mera cuestión genealógica disponga de más privilegios que la gran mayoría de los seres humanos que le rodean.



Del humilde barrio obrero de Ciudad de Los Ángeles al lujoso palacio real tailandés, las realidades que nos muestra el mundo frente a esta crisis que está asolando el planeta no pueden ser más diferentes entre sí. Y es que muchas veces los reyes de verdad no llevan corona, si no sentido común. Cualquiera con dos dedos de frente comprende que vivimos un mundo histórico en el que nos va a tocar sacrificarnos y que en base a esos privilegios que cada cual posea, ese sacrificio ha de ser mayor. O parafraseando al gran Peter Parker, “todo gran poder conlleva una gran responsabilidad”.




miércoles, 1 de abril de 2020

DIARIO DEL CORONAVIRUS (XVII): UNIDOS








Ahora es el momento de que todos los españoles, en un ejercicio de responsabilidad y patriotismo estemos unidos en la lucha frente al coronavirus.  


Ya habrá tiempo de pedir explicaciones y ajustar cuentas con este gobierno de rojos, comunistas, fascistas, nazis, feminazis, bolivarianos, chavistas, golpistas, terroristas, etarras, filoetarras, sátrapas, dictadores, totalitarios, hippies, pies negros, comeflores, buenrollistas, buenistas, traidores, separatistas, independentistas, nacionalistas, europeístas, liberticidas, progres, mentirosos, incompetentes, inútiles, fariseos, hipócritas, demagogos, ladrones, chorizos, mangantes, farsantes, asesinos, criminales, delincuentes, golfos, apandadores, felones, truhanes, facinerosos, ventajistas, guerracivilistas, animalistas, indigenistas, ecologistas, intolerantes, maleducados, analfabetos, iletrados, groseros, cretinos, ruínes, mezquinos, miserables, gusanos, ratas inmundas, animales rastreros, escorias de la vida, adefesios mal hechos, infrahumanos, espectros del infierno, malditas sabandijas, alimañas, culebras ponzoñosas, deshechos de la vida, malditas sanguijuelas, malditas cucarachas, que infectan donde pican, que hieren y que matan. 


Pero ahora como decimos es tiempo de ser responsables y patriotas y no enzarzarnos en discusiones con este gobierno de cainitas, egoístas, insolidarios, camorristas, malhechores, hienas, vagos, maleantes, carteristas, trapisondas, zafios, insensibles, tramposos, borrachos, drogadictos, melenudos, piojosos, malolientes, apestosos, apestados, buitres carroñeros, mamporreros, desgraciados, sectarios, satanistas, islamistas, paganos, ateos, hembristas, pederastas, pedófilos, zoofílicos, sádicos, coprófagos, bolcheviques, marxistas, leninistas, trotskistas, estalinistas, radicales, titiriteros y cajeras de supermercados. 


Hasta entonces, que nadie dude de nuestra responsabilidad y patriotismo. Todos unidos en la lucha contra el coronavirus.