De lo poco que nos dejó el “no debate” de esta mañana en la SER más allá del ruido y la “guerra cultural” de Monasterio heredada de las tácticas de Steve Bannon con el trumpismo en Estados Unidos y ese populismo victimista hablando de una dictadura progre que no sólo le pone un micrófono delante para decir lo que piensa si no que incluso le permite presentarse a presidenta de la comunidad autónoma donde se aloja la capital de España (la dictadura más rara que he visto en mi vida), me quedo con el recurso pueril una vez más de cuestionar las restricciones de movilidad impuestas por la pandemia. Ese momento cuñadista de la candidata con sus modales de elefanta en cacharrería ante Mónica García: “a ver, usssted que esss la médico, dígame, presénteme una evidencia de que el virus contagia más a las once de la noche que a las diez y media”. No, el virus no contagia más a las once de la noche que a las diez, de hecho contagia menos gracias al toque de queda, y si el toque de queda fuera a las diez de la noche contagiaría menos a las diez que a las nueve, y si el toque de queda fuera a las nueve contagiaría menos a las nueve que a las ocho... porque el mayor aliado del contagio es la movilidad. La medida más segura para evitar contagios y transmisiones sería el confinamiento total, cosa que ya sufrimos el pasado año durante casi dos meses y creo que todos estamos de acuerdo en que ahora mismo no estamos dispuestos a volver a pasar por ello. Sería terrible. Sin embargo haber estado en casa estos últimos meses, la mayoría de ellos invernales, a las once de la noche, ha sido un pequeño esfuerzo que creo que todos podemos asumir si es por el bien común, a menos de que seas un malcriado y acostumbrado a hacer lo que te de la gana independientemente de lo que suceda a tu alrededor (posiblemente Monasterio de eso sepa mucho), como ese mocoso que llora si no le compran un juguete nuevo porque en su inocencia no es capaz de entender que quizás sus padres no puedan permitirse hacer el gasto. Quejarse por estar en casa a las once de la noche en un estado de pandemia global y cuando tus países vecinos (o comunidades autónomas vecinas ya que estamos hablando de un debate surgido en las elecciones a la presidencia de la comunidad de Madrid) han sufrido restricciones mucho más duras sólo tiene un calificativo: infantilismo. Y pocas cosas más infantiles hay que reivindicar una “libertad” así a pelo, sin filtro y sin consecuencias. Hay mucha más libertad para el común de la sociedad en que las parejas homosexuales puedan casarse o adoptar niños, en que un enfermo pueda solicitar poner fin a su vida o en que los profesores puedan hacer el trabajo para el que han dedicado años de su vida estudiando sin interferencias de los padres (cosas todas estas a las que se opone la señora Monasterio y el partido al que representa) que en estar por la calle de madrugada en medio de la pandemia global más grave desde hace 100 años. Infantilismo. El debate no debe estar en si el virus contagia más a las diez o a las once de la noche. Contagia lo mismo y contagia mucho. Mata en muchos casos, en otros deja secuelas graves, todavía está por ver si crónicas. No puede ser que la Francia de Macron, la Alemania de Merkel, o el Reino Unido de Johnson, corríjanme si me equivoco pero creo que de socialcomunistas tienen poco, con medidas más severas en el global de este último año que España, sean todos unos liberticidas junto a Pedro Sánchez “el sepulturero”. No puede ser que quienes quieren expulsar inmigrantes de nuestro país, ilegalizar partidos políticos, derogar derechos a los homosexuales, impedir la eutanasia o coartar la libertad de los profesores en las aulas, sean los adalides de la libertad. No se lo puede creer nadie salvo que tenga la mentalidad infantiloide de una Rocio Monasterio y esos mundos de Yupi cuando en 2021, décadas después de la caída del Muro de Berlín o la desintegración de la Unión Soviética vengan con ese rollito de “¡ey!, ¡qué me acabo de enterar que el comunismo es muy malo!, ¡notición, hay qué decirselo a la peña!”, son peores que los nuevos djs de 40 años. Una Monasterio o una Ayuso, que va de la mano en esto, claro. Es un nivel bajísimo y muy peligroso cuando la política consiste en poder tomarse una caña. Así cualquiera. ¿Qué usted no llega a fin de mes? ¿Qué no puede pagar la calefacción? ¿Qué paga un alquiler indecente por un zulo de 30 metros cuadrados? ¿Qué trabaja seis días a la semana acumulando horas extras no pagadas pasando 14 horas al día fuera de casa viajando en vagones de metro o cercanías hacinados? ¿Qué tiene que esperar meses para una cita sanitaria? ¿Qué no puede pagarse siquiera un dentista o unas gafas nuevas? No pasa nada amigo, recuerde que... USTED VIVE EN MADRID, y usted... ¡puede tomarse una caña y vivir a la madrileña! E incluso si ahorra un poquito y un mes come día sí día no (es que también lo queremos todo... comer todos los días y tal) a lo mejor hasta puede... ¡ir a los toros! Y además ya verá que tipín se le queda.