sábado, 5 de abril de 2014
ESPERANZA, DEL OTRO LADO
Esperanza, señoritinga de mesa camilla, falange aristócrata de España, mujer de armas tomar y de tomar pastas con té a la inglesa hora de los toros. Lideresa de terciopelo, tigresa de forro polar ártico, acaricia suave el cambio de marchas rumbo a la vida loca, partidas de bridge solidarios, canapes empresarios y áticos en Marbella, que para eso están los amigos y los delfines.
Esperanza, señora del credo, del credo en ella misma, la más liberal cuando toca, la más patriota cuando conviene, la más católica cuando debe. Esperanza, mujer sin tacha porque sin tacha es el espejo en el que se mira y se repite a si misma cada día que ella es una mujer sin tacha, perfecta, la más, siempre la más. Ella es la más liberal, pero también se aferra a la constitución y las leyes como una leona a sus crías, que nadie la toque. Ella es la menos corrupta, la más limpia, siempre la más, la que denunció el Gurtel, mientras presenciamos el desfile de sus amigos y colaboradores protagonistas de juícios y sumarios. Esperanza, dolor de muelas y grano en el culo de un PP con y contra el que se desvincula según sople el aire pero del que se proclama garante de sus viejos valores para que no quede duda de que el PP es ella, porque ella es lo y la más. Esperanza, liberal que denuncia el despilfarro público mientras ostenta el record absoluto en subvenciones del cine español regalando un mojón al simpático bribón de Garci, quien entre partidos de fútbol y combates de boxeo se codea con peperos en el poder y chupa del bote mientras el vulgo se irrita por los huevos de oro de Bardem (quien lleva diez años sin trabajar en película española alguna ni recibir dinero público alguno, y cuyas tres películas que ha producido han sido con dinero privado)
Esperanza, taimada tahur, jugadora de poker, siempre gana, siempre engaña, siempre vende, siempre acierta. Blanco, negro o gris. Luzca el sol o llueva. Cuando se es Esperanza siempre se gana. Porque ser Esperanza no es ser liberal, ni católica, ni patriota, ni de izquierdas, ni de derechas, ni de centro. Esperanza es de ella misma. Esperanza respeta a la policia (no respeta a la policia, es quien más respeta a la policía), pero cuando comete una infracción, que mala suerte Esperanza, que la policía "low cost" de tu amiga/enemiga Botellla (en ese juego de tronos pepero de peluquerías y privatizaciones que os habéis montado), esa que trajo tu amigo/enémigo Gallardón de París, embelesado de la progresía de unos agentes de tráfico de bajo coste y sandwiches Rodilla dando vidilla a las calles, como en su día se embelesaron todos los alcaldes de las rotondas, y venga rotondas, y venga a dar vueltas y a marearnos, que el tráfico fluye y arquitectónicamente estamos haciendo un homenaje a la ley del eterno retorno nietzchiano, y de paso que mis amigos constructores se embolsen lo suyo, que era lo tuyo, pero es lo suyo, porque la ciudad es un tablero, pero no el tablero que decían La Mode en "El único juego en la ciudad", sino un tablero de Monopoly, Esperanza, jugadora con cartas marcadas, que mala suerte, Esperanza, que te han tocado unos agentes prepotentes y machistas.
Esperanza, señoritinga de mesa camilla y culebrón de las cuatro, tras ese telediario dictado a conciencia, como se dicta la política de altura, para la que nació Esperanza, lideresa y tigresa esculpida cual Thatcher ibérica, añora cuando estaba al otro lado. Cuando no había un vuelo de una mosca que Esperanza no escuchase, cuando la ciudad, la comunidad, la patria, la constitución, la ley, la verdad, la razón, era suya (para compensar ahora tiene La Razón, que en mayúsculas pega más, y hace portadas de sindicalistas tomando cañas y chupando cabezas de gambas mientras defiende que Esperanza es Esperanza, ergo, nena no me toques que te vas a quemar) Y así Esperanza, sin cargo sin honor sin poder sin llamada a la alcaldesa (¿quién no ha llamado al alcalde para que le quite una multa alguna vez?, argumenta el lacayo Marhuenda, perro fiel instruído en las leyes del cortijo y la casta, en las de "aquí se hace lo que me sale de los huevos", aunque luego te vendan la moto de liberales, lo que te vendan son los ojos, porque la única libertad que conocen es la suya, la del nombre propio, Esperanza y etc y sus siglas podridas y políticos y sindicatos y cargos e iglesias y estados y gobiernos y comunidades y ayuntamientos y el monstruo que se devora a si mismo porque hemos vivido por encima de sus posibilidades y tenemos que morir por mantener sus posibilidades y el perro Marhuenda lacayo fiel ladra, y si hace falta muerde, ¡venga un sindicalista tomando una caña para la portada de mañana!), así Esperanza del otro lado, triste y sola como la Fonseca del cancionero tuno que tanto le recuerda a la España de pandereta y cara al sol que mamó y de la que mama, la de la nobleza aristocrática, la sangre azul y poetas falangistas, recurre a un "usted no sabe quien soy yo" del siglo XXI, con tourné por los medios de comunicación y exhibicionismo impúdico de "Yo soy Esperanza", y nos regala un batiburrillo valleinclanesco y berlangiano, ahora que no tenemos a estos maestros quienes mejor ilustrarían el reflejo esperpéntico de esta Esperanza triste y sola del otro lado, en el que se mezclan el machismo, la prepotencia, Bolinaga, Al Jazeera, el New York Times, y una partida de bridge solidario. Y Esperanza del otro lado nos regala un Madrid en el que a las cuatro de la tarde un jueves en Gran Vía no hay ni un alma, una ciudad fantasma, faulkneriana, y Esperanza se transforma en Sartoris y Valle Inclán en Faulkner, y todo es un "usted no sabe quien soy yo" porque todo es un nombre propio, y el nombre propio es Esperanza, pero del otro lado.
Y esta es la naturaleza del mal faulkneriana, quien nunca imaginara un Madrid fantasma sin un alma en Gran Vía un jueves a las cuatro de la tarde. El juego, las reglas, el tablero. Para usted, don nadie, número, nombre en minúsculas, dato estadístico, cometer una infracción supone la caída del peso de la ley sobre sus espaldas, sea pagar una multa, verse retenido un minuto, una hora o un día, dormir en comisaría, o hacer servicios de jardinería para la comunidad. Para Esperanza, lideresa y tigresa de poncho, ponche y mesa camilla con el noticiario de la Cope, nombre en mayúsculas, entrada en los libros de historia, supone, así está escrito, una conspiración, una persecución, un linchamiento. Y todo porque Esperanza, triste y sola y desnuda de poder, ha caído del otro lado, del de los que pagan las multas, soportan retenciones, y achantan con los uniformes. Esperanza, anarco-liberal de día, ultra-católica patriota de noche, o viceversa (pues día y noche se mueven al antojo de ella, que para eso es nombre propio y mayúsculo y entrada en los libros de historia), se ve retenida en las leyes, prepotentes y machistas, esas leyes que tanto defiende pese a que se vende en los posters para sus fans como adalid del liberalismo. Esperanza, al final, vista del otro lado, reflejo esperpéntico que ya quisiera Valle Inclán antes de transformarse en Faulkner verbigracia de la lideresa hecha Coronel Sartoris, como cualquier hijo de vecino, patalea, grita, se rebela, insulta, chilla, berrea y se cisca en las leyes.
Pues no eras para tanto, lideresa y tigresa, amazona de chiste y guerrillera de soflamas incendiarias. Tanto viaje para que como cantaban Los Brincos, "nadie te quiera ya", y es que del otro lado resulta que sí, que es verdad, que hay leyes, que se cumplen, y que no se vive por encima del bien y el mal.
Pero tú eres Esperanza, por eso nadie te comprende, nadie entiende por lo que estás pasando, y aquí estamos, minúsculos arrebatos de desesperación agrietados, indignados, marginados, intentando descifrar el misterio que se esconde detrás de alguien que una vez estuvo por encima del bien y el mal, y finalmente es nada, una caricatura, una parodia de una España de pandereta y aristocracia de sangre azul y mierda en sus blancos calzones. Has caído del otro lado, pero no te metas en mi cloaca. La compañía de las ratas me resulta más gratificante que la tuya, Esperanza de mesa camilla, señoritinga de culebrón y transistor radiando El Angelus. Y esto es lo que nos queda a los miserables, siquiera defender nuestra cloaca, lideresa, tigresa, Thatcher de nuestra piel de toro.
Usted entenderá...
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Esto me trae a la memoria una cosa. Hace años un buen amigo madrileño, casado con una alta militante del PP me dijo algo que me sorprendió. "Todo el mundo piensa que Esperanza Aguirre es la conservadora, la dura y que Gallardón es el más centrista el más moderado...y es todo lo contrario, Gallardón es un ultra".
ResponderEliminarRecuerdo que fué una época en la que muchos hablaban incluso de que Gallardón iba a irse al PSOE.(que por otro lado para mi es como el PP) En resumidas cuentas, que pasados los años creo que Gallardón ahora en el gobierno se ha quitado la careta y qué quieres que te diga, me da que dentro del PP le tienen unas ganas a "espe" del copón.
Y no es que yo comulgue con sus ideas, ultra-liberales, pero al menos creo que es coherente, va de frente, lo cual se agradece.
Resumiendo, que me creo más la palabra de Esperanza Aguirre que la de los "munipas"....y ahora espero que no me retires la palabra, en este caso escrita ;-)
Bueno, yo creo que esta señora tiene múltiples caras según le convenga... cuando le interesa es la más liberal, y cuando no, la más ultracatólica, ultrapatriótica y nacionalista (véase el tema de los toros reciente)... del liberalismo sólo le interesa (como a la mayoría de los neo-liberales) el lado económico, las privatizaciones, que lo público acabe en manos privadas, y que las grandes empresas puedan hacer lo que les de la gana...
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