El pasado sábado 24 de Septiembre y en el incomparable
marco del Cala Pop de Mijas (lo que antaño era conocido como Fuengirola Pop)
tuve la suerte de ver por tercera vez a los sevillanos Los Fusiles. Banda que
me tiene absolutamente entusiasmado, tanto es así que en mi particular orden
trilógico, como bien nos enseñara Dante Alighieri, es una de mis tres bandas
nacionales favoritas junto a Airbag y Peralta (tengo a los Pelazo ahí llamando
a la puerta, pero claro, a ver cuál es la que sale para que entren los
asturianos) De modo que era jornada grande porque no todos los días tiene uno
la suerte de recibir la descarga en directo de las canciones de una de las
bandas que ya considera totémicas en su particular almacenaje sentimental.
Superada ya, o eso creo, para la mayoría de los
aficionados que tienen un mínimo de criterio la época de bandas panflentarias,
en la que se suponía que un grupo “de izquierdas” tenía que ser antisistema
(cuando es tan antisistema un abertxale radical como un neonazi) y cantar contra
la policía y el estado opresor (y menos mal que ya no hay “mili”, otro topicazo
al que recurrir cuando la inspiración estaba seca, es decir, casi siempre), hemos
llegado a un punto en el que el discurso ha sido tomado por bandas jóvenes, con
estudios, quizás con menos calle pero más desarrollo intelectual, y hablo aquí
de los Biznaga o Futuro Terror, o de por supuesto sus hermanos mayores que son
La URSS, o incluso de La Trinidad, que musicalmente quizás no sean tan afines
pero si manejan el retruécano para estampar la realidad desde la fiereza y la
rabia juvenil de estas bandas. Bandas que no caen en lo obvio ni en lo
explícito para su denuncia. En el caso de Los Fusiles es otra cosa. Podríamos
hablar de un cancionero de izquierda social, costumbrista, o incluso
sentimental. Y ahí son imbatibles. Ahí dan en la diana con un sentido de la
melodía que envuelve esos quejidos literarios en los que nos reflejan la calle
y la vida de la mayoría de los seres humanos, de aquellos que no tenemos tres
millones de euros en la cuenta corriente (que de entro de esa gran mayoría los
haya que sigan pensando que tocar esos bolsillos es una aberración comunista y
no un acto de supervivencia para no irnos todos al garete es otro tema)
Es la insoportable melancolía de la ensoñación, que
paradójicamente es la única manera de soportar lo que no es sueño si no
realidad. En todas las letras de Los Fusiles hay ejemplos de esa habilidad para
no caer en lo evidente pero sugerir lo necesario. Hombres de intelecto y
calles, del “primero izquierda”. Pero personalmente nunca había caído en la
fuerza de una canción como “El parque”, de su primer LP. Diría que es una canción
de calidad media dentro de su repertorio, no la tengo por uno de sus principales
himnos. Pero ahí estábamos en la cala de Mijas, con la playa a nuestras
espaldas mientras el sol caía besando el mar, y Pablo Cuevas lanzando esa
declaración de principios para quienes no tenemos ese mar balsámico. Isa, que
no en vano posee un alma más sensible que la mía, lloró. Y no es exagerado
hacerlo (imagino que contribuyó el momento, el clima, el paisaje, Dios mío que
paisaje…), porque “El parque” es una bellísima canción de… ¿amor?, ¿denuncia
social?, ¿realismo social?, ustedes decidan, pero es la historia de un hombre
(usted o yo mismamente) que llega a su casa (pequeña) después del trabajo, ve a
su mujer, le pregunta cómo le ha ido el día, cena con ella, se acuesta con ella…
y es el hombre más feliz del mundo. Con lo poco que tiene. Pero la tiene a ella
(“qué se haga de noche con tu voz”), una habitación (“y la habitación es una
suite nupcial”) y tras el umbral tiene el parque… que es como el mar.
Yo nunca he vivido en un sitio con mar, es uno de mis
anhelos de futuro, pero siempre he tenido un parque cerca. Las aventuras de los
parques son infinitas, y renovadas de generación en generación. Historias de
amor y desamor, amistad y peleas, aventuras, peligros, requiebros… no tengo el
mar con su bálsamo azul y oceánico, pero tengo el parque. Y el parque sigue
siendo el colchón de mis domingos… leer en el parque, beber en el parque,
escuchar el fútbol en el parque… todo lo que no puedo hacer en el mar lejano lo
puedo hacer en el parque porque al fin y al cabo como cantan Los Fusiles en
esta canción… “vivir es lo mismo que soñar”.
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