No se
recuerda nada así, por lo menos desde la última vez en que no se recordaba nada
así. Tal es la magnitud del acontecimiento. Los más viejos del lugar rememoran
otras batallas legendarias apurando sus orujos en las barras de los bares,
mientras escrutan con sus ojos hundidos en las bolsas de la vejez las últimas
noticias del combate que ofrecen los diarios deportivos.
La
expectación es máxima y cada paso, cada gesto y cada palabra de los
protagonistas es un titular de algarabía informativa. Periódicos, radios y
programas de televisión. Redes sociales, blogs y foros de internet. Se narran
sucesos extraordinarios, se habla de ungüentos maravillosos para los muslos y bíceps
de los colosos. Calzones de oro y borceguíes plateados. Diamantes incrustados
en los guantes. Fuegos artificiales a la hora del pesaje, por el que además los
espectadores entregarán por vez primera estipendio.
Y se
cuentan los días, las horas, los minutos y los segundos que restan para que el
árbitro, figurín en blanco y negro primero y espectador de lujo en el rojo de
la sangre después, separe ambos cuerpos
aceitosos y comience el baile de ganchos, uppercuts y jabs. Exhibición de
músculos y abdómenes retransmitida a todo el globo terráqueo donde se sirven
los licores y se jalean los golpes. Los corredores de apuestas enloquecen, los
narradores deportivos enaltecen, los grandes empresarios se enriquecen. Todos
los ojos de la especie humana se posan por unos instantes en esos dos torsos
desnudos y vigorosos en su pura danza de Eros y Thanatos. Las mujeres se
desmayan ante la visión de los titanes. Los hombres envidian para sí esos
cuerpos cincelados.
Y llega el
combate ¡Qué hermoso discurso de puñetazos! ¡Qué verdad desnuda y cruda la que
firman esos puños! La humanidad reducida a un intercambio de ostias, hostias y
rehostias. Leches por aquí y por allá. Sangre a borbotones y algún diente
saltando a las primeras filas que próximamente será subastado en Ebay.
Y de
repente, en medio del festín de sudor y hemoglobina… uno de los púgiles saca un
tablero de ajedrez. Lo estampa en la cabeza contra su rival y es declarado
ganador por Knock Out. El intelecto vuelve a ganar.
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