“All day long they work so hard, till the sun is going
down.
Workin’ on the highways and byways and wearing,
wearing a frown”
(Sam Cooke, “Chain Gang”)
|
Voy a ver a mi novia... voy al Misisipi... |
La
historia de los trabajos forzados es prácticamente tan vieja como la del mismo
hombre. ¿Qué hacer con esos cuerpos vivos de enemigos, prisioneros, o
delincuentes?, bien, quizás puedan hacernos algún servicio. Ya que vamos a
tener que mantener con vida a esos tipos, dotémosles de un pico y una pala y
que se pongan a cavar zanjas o hacer carreteras.
La
noticia de que la Comunidad de Madrid ha aprobado una medida según la cual los
ayuntamientos que así lo deseen puedan obligar a parados que actualmente cobran
prestación o subsidio por desempleo a realizar lo que han llamado “trabajos temporales
de colaboración social” parece, en efecto, un guiño a la filosofía de los
trabajos forzados. Tenemos una serie de señores parados que están cobrando un
dinero. Démosles pico y pala.
Como
me conozco el percal ya sé lo que pueden estar pensando algunos, esos a los que
todo les parece bien y con tal de no verse unidos a ningún clamor “indignado”,
así nos la sigan metiendo bien adentro. Hablarán de demagogia, claro, y de que
este país que ha vivido por encima de sus posibilidades (en todo caso deberíamos
decir que hay una elite viviendo por encima de nuestras posibilidades) no puede
permitirse el lujo de tener a unos cuantos señores cobrando del estado (“Papá
estado” como dicen muchos, en un intento de infantilizar el asunto, como si no
fuera de justicia que un estado que se considerase como tal atendiese las
demandas del global de su ciudadanía y no de los pocos que, estos sí, son los
que viven por encima de nuestras posibilidades y sacrificio) Veamos por tanto
las trampas que encierra el asunto. No son pocas.
Para
empezar hay que recordar que tanto la prestación como el subsidio por desempleo
son un derecho legítimamente ganado por el trabajador (“por un derecho más que
pierdan estos pringados” estarán riendo desde arriba, mientras siguen escupiendo
y decimos que llueve), un trabajador que cuando ha estado en activo ha cotizado
a la Seguridad Social viendo como parte de su sueldo iba destinado a tal
efecto. Es decir, no haces sino recibir parte de lo que has dado. En este
sentido conviene recordar, para que a nadie se le olvide, como las dos infames
últimas reformas laborales (Zapatero en 2010 y Rajoy en 2012) han ido rebajando
considerablemente las pequeñas facilidades con las que contábamos la clase
obrera, con datos tan salvajes como que hemos pasado de percibir 45 días de
indemnización por año trabajado en los casos de despido procedente a 20 días
en, repetimos, tan sólo dos años. Un tijeretazo de más del 50%. Así de
radicales se muestran estos filibusteros.
Por
lo tanto, que quede claro que estamos hablando de un derecho, al que por
desgracia hoy día una gran parte de nuestra población no puede acceder. Y esa
es laa cara más amarga del drama, los desempleados que ni tienen trabajo ni
ningún tipo de ingresos. Sigamos viéndole las vergonzosas costuras al maldito
plan pergeñado por la infame Ana Isabel Mariño (consejera de Empleo, Turismo y,
ejem, Cultura de la Comunidad de Madrid, y desde ya enemiga pública de
cualquiera que tenga un mínimo de orgullo y decencia) al amparo de su equipo de
gobierno autonómico, con el cachorro de la lideresa Aguirre, el incansable viajero y amante de los áticos de lujo Ignacio González, al frente de todo ello.
Uno de los aspectos más aberrantes de la nueva medida es la constatación de que
el plan es urdido con la nauseabunda intención de bajar las cifras del paro en
Madrid falseando los datos. En este sentido recomiendo asomarse al audio de la
entrevista de esta mañana a dicha sujeto en la Cadena Ser (yo les transcribo):
-Entonces,
¿la persona que comienza a trabajar en “el trabajo de colaboración social” sale
o no sale de las listas del paro a nivel estadístico?
-Sí,
claro, por supuesto.
-O
sea, no es un parado oficialmente.
-Es
un parado que está en las listas…
-Es
un parado que está en las listas, es decir, continua, a nivel estadístico sigue
siendo un parado, ¿verdad?
-Eh…
a nivel estadístico es una persona que cobra prestación.
-¿Es
un parado o no?, es decir, ¿suma en esa lista que nos dan ustedes a final de
mes o a principios de cada mes?
-En
el momento en que… no, no… ¡no no!, en el momento en que este parado se
incorpora a este trabajo desaparece de la lista.
Tremendo,
¿verdad? Este es el nivel que manejamos. Bajar el número de parados poniendo a
trabajar en sus ayuntamientos a desempleados que legítimamente estaba cobrando
su prestación, y que en ningún momento van a ser dados de alta ni firmar ningún
contrato. Trabajos forzados, más claro agua. Pero la cosa arroja más artimañas.
Como sabrán, en muchos ayuntamientos ha habido despidos masivos y EREs por
doquier. Bien, podría darse por tanto el caso de que un determinado trabajador,
dentro de lo que en estas instituciones se conoce como “personal laboral” (es
decir, no funcionarios, si no mano de obra pura y dura), que haya sido
despedido hace semanas o meses y ahora legítimamente (repetimos, legítimamente)
esté cobrando una prestación, podría verse de nuevo trabajando en dicho
ayuntamiento sin tener ningún contrato ni derecho ni cotización a la Seguridad
Social. Simplemente recibiendo la misma cantidad que ya cobraba, más un pequeño
plus (sólo faltaba), por esas ocho horas al día en el mismo sitio donde fue
despedido, mientras puede aprovechar la noche para buscar un trabajo y un
contrato de verdad, no unos trabajos forzados.
De
modo que amigos madrileños, si están ustedes cobrando la prestación o el
subsidio por desempleo, vayan preparándose para cuidar nuestros jardines o
arreglar nuestro alcantarillado. Eso sí, al menos no será necesario que lleven
el consabido traje a rayas. Mientras tanto y milagrosamente veremos como
desciende el número de parados, a la vez que misteriosamente no se firman más
contratos ni hay más altas en la Seguridad Social ni disminuye el número de
desempleados sin ingresos (al contrario, muy posiblemente y por desgracia,
seguirá aumentando)
Todo
esto dentro de este clima de talibanismo reaccionario ultracatólico y
conservador que nos hace remitirnos a lo sucedido el año pasado en Hungría y la imposición de su nueva constitución. Estamos retrocediendo peligrosamente, tan
peligrosamente que algunos cerebros tampoco parecen capaces de evolucionar, y
esto si que me aterra de verdad. Que seguiremos dominados por canallas a los
que muchos no sólo no se atreven a hacerles frente, si no que aplauden sus
malditas ocurrencias.
A
veces, más que palabras dan ganas de comenzar a eyacular fuego.