"La ciudad de Madrid está profundamente
conmovida y dolida por la muerte de Fernán-Gómez. Ha muerto uno de los grandes.
Como hoy escribía alguien la noticia no es su muerte sino su vida, la de una
persona que durante tantos años nos ha regalado su autenticidad y su forma de
compartir ese universo cultural que construyó desde la interpretación y la
creación"
Las palabras las pronunció el por entonces
alcalde de la ciudad de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón hace seis, tras el
fallecimiento de ese monumento viviente a nuestra cultura que era Fernando
Fernán-Gómez. Actor, cineasta, dramaturgo y escritor, su figura apenas
encuentra parangón en nuestras artes tanto por calidad como cantidad de su
obra, además de por su inquietud renacentista de abarcar distintos campos.
Nuestro Da Vinci nacional del Siglo XX. El ex- alcalde de la capital se
comprometía con la viuda del actor, Emma Cohen, así como con la sociedad
madrileña y española de que el Centro Cultural de La Villa llevaría el nombre
de uno de nuestros compatriotas más ilustres, pasando a ser denominado como Teatro
Fernán Gómez-Centro de Arte. No hubo ni una sola voz discordante a ese
respecto.
Hoy, en el sexto aniversario de su fallecimiento,
desayunamos con la noticia de que operarios del Ayuntamiento de Madrid han
descolgado las robustas letras que daban nombre al artista y que saludaban a
los madrileños desde el Paseo de La Castellana a la altura de Colón para
renombrarlo nuevamente como Centro Cultural de La Villa. El nuevo director del
centro, José Tono, asegura que el nombre del pelirrojo universal se mantendrá
en los laterales de la instalación y que oficialmente su nombre seguirá
vinculado al espacio, como Fernán Gómez Centro Cultural de La Villa. No dudamos
de su palabra, pero ya hay que tener poca delicadeza como para en pleno
aniversario de la perdida de una figura de este calibre “celebrarlo” de este
modo. Y por otro lado, viendo como se han manejado las instituciones públicas
de esta ciudad en los últimos tiempos, con la alcaldesa no electa Ana Botella a
la cabeza (quien no cesa en hacer méritos para pasar a la historia como la
alcaldesa más inepta, ineficaz y analfabeta que jamás haya conocido una capital
europea en todos los tiempos), uno no puede evitar pensar en la siniestra
sombra de Fernando Villalonga, el llamado “Atila de la cultura” (por donde pasa
no crecen las letras), cuyo último exabrupto antes de “pillar cacho” en el
Ministerio de Exteriores, dentro de su insaciable carrera política siempre al
sol que más calienta, y último servicio para la sociedad Madrid Destino dentro
de su maremagnum de despropósitos con despidos y elecciones a dedo, bien puede
haber sido presionar para que el imponente nombre de Fernán Gómez (nada amigo
precisamente de las nuevas corrientes políticas anarcoliberales basadas en el
expolio de los servicios públicos para intereses privados) desaparezca de un
lugar tan emblemático para la cultura madrileña (esa que demuestran
constantemente que no les importa lo más mínimo) y se facilite otra
privatización más que vendrá acompañada de los consiguientes despidos y rebajas
salariales (menos mal que aún quedan trabajadores con conciencia de clase y la
suficiente dignidad como para no dejarse pisotear, como han demostrado los
empleados de la limpieza y mantenimiento de jardines de Madrid, tumbando 1134
despidos y rebajas salariales)
Triste España y triste Madrid, pueblo en manos de
saqueadores y especuladores para quienes conceptos como señas de identidad,
orgullo y vergüenza no parecen significar nada, pero a quienes se les llena la
boca hablando de falso patriotismo cuando en el único patriotismo que creen es
en el de los billetes (y ahí está Esperanza Aguirre como magnífico ejemplo) Han
pasado seis años, seis años de una cada vez mayor cuesta abajo y degradación
moral, ética y estética. Dan ganas de imitar a Fernán Gómez en uno de sus más
geniales e inclasificables trabajos, su interpretación de Fernando Tobajas (por
la que consiguió el Oso de Plata del Festival de Berlín en 1976) en el sorprendente
film de Juan Estelrich March, “El anacoreta” (con guión de otro de nuestros
mayores genios como era Rafael Azcona), y encerrarse por siempre en el cuarto
de baño para vivir ajenos a toda la podredumbre que nos rodea.
Una victoria aún nos queda y esa no nos la pueden
arrebatar, al contrario, cada día la tenemos más segura. Cuando pasen otros
seis años Fernán Gómez seguirá siendo recordando como uno de los mayores
gigantes intelectuales que jamás haya dado este país... mientras que Ana
Botella será considerada la peor alcaldesa de la historia de Madrid (sobre
arribistas y advenedizos como Fernando Villalonga, directamente recibirán el
justo mayor de los olvidos)
La vida en el retrete |
De acuerdo. Pero aún me tengo que informar más sobre cl cambio del nombre del centro.
ResponderEliminarParece que finalmente se han echado atrás con lo de descolgar las letras... las descolgaron y las volvieron a colgar... ridículo...
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