Sin
voz, sin ojos, sin oídos… como los tres monos místicos de la cultura japonesa.
Oír, ver y callar. Sumisión a un sistema cada vez más voraz y con armas más
afiladas. La voz del pueblo, silenciada. El ojo público, arrancado.
Tres
mil trabajadores despedidos y en la calle es el último sacrificio exigido por
la troika a un pueblo al que, como al nuestro, le seguirán mintiendo con el
infame mantra de que han vivido por encima de sus posibilidades. No hubo aviso
previo. Ni siquiera votación parlamentaria. Tan sólo un decreto ley de urgencia
para que el pueblo siga alimentando a los amos del cortijo. Ni en las peores
épocas del feudalismo. Europa y su regresiva espiral de autodestrucción. El
sueño húmedo de las elites más cruentas parece cada vez más próximo. La
desaparición de cualquier tipo de soberanía nacional. De cualquier orgullo e
identidad en los pueblos. La extinción de los estados y con ellos, sus
servicios públicos. Todo el globo terráqueo convertido en un inmenso tablero de
Monopoly para comprar, vender y especular a gusto.
Fundada
en 1938, la ERT (Elliniki Radiofonía Tilerasi), sólo vio interrumpida su
actividad durante la ocupación nazi. Ni siquiera claudicó ante la conocida como
“Dictadura de los Coroneles” durante las décadas de los 60 y 70 (el régimen creó
su propia emisora, la YENED, posteriormente absorbida por el ente público y
rebautizada como ERT-2) Ahora, una nueva dictadura, la del Banco Central
Europeo, el Fondo Monetario Internacional y la Comisión Europa, esa troika
salvaje que nos está dejando sin sangre a los ciudadanos del continente para
después sin el menor pudor redactar vergonzosos informes afirmando “perdón por
las molestias amigos, nos equivocamos en las previsiones”, finaliza con 75 años
de radiotelevisión griega al servicio de su pueblo.
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