El
mito griego dice que Filípides corrió unos 40 kilómetros desde
Maratón a Atenas para anunciar la victoria helena sobre los persas y
evitar un desánimo en sus vecinos que podía llevar a la población
al suicidio, prefiriendo darse muerte por su propia mano antes que
caer en manos enemigas. Como la realidad en no pocas ocasiones supera
al mito, hoy día se asume que el héroe griego que acabó dando
origen a la carrera popular más popular del mundo realmente corrió
más de 200 kilómetros y no se dirigió a Atenas si no a Esparta en
busca de ayuda para la batalla. Su proeza además fue en vano, ya que
los espartanos se encontraban en plenas celebraciones de las fiestas
Carneas y la tradición imponía no acometer acto bélico alguno
durante dicho periodo.
25
siglos después, la carrera de la maratón con sus actuales 42.195
metros sigue deparando incontables hazañas que nos hacen recordar
las vicisitudes de personajes anónimos y de mísera vida a los que
la épica de esta competición convierte en leyendas. Conocido es el
caso del primer campeón olímpico de la era moderna, un modesto
vendedor de agua callejero llamado Spyridon Louis quien compitió en
la prueba gracias al empeño de un coronel que había sido superior
suyo en el servicio militar y conocía las habilidades de aquel pobre
vendedor ambulante. Louis ganó así la primera maratón de las
olimpiadas modernas, asegurándose un nombre para la posteridad y el
reconocimiento de todo su pueblo. Convertido en héroe nacional, no
padeció más miserias durante el resto de su vida, y tuvo el honor
de ser el presidente honorario de la delegación griega en los
legendarios Juegos Olímpicos de Berlín en 1936, y asistir por lo
tanto a la humillación sufrida por Adolf Hitler frente a lo que el
ideario nazi consideraba una raza inferior como es la negra
representada en Jesse Owens. Spyridon Louis, primer campeón olímpico
de la era moderna en la modalidad de maratón corrió los por
entonces 40 kilómetros de la prueba en dos horas, cincuenta y ocho
minutos y cincuenta segundos. Era el año 1896.
118
años después el record mundial del maratón, ya con sus 42.195
metros queda establecido en dos horas, dos minutos y cincuenta y
siete segundos. Lo que equivale a correr 100 metros lisos en 17
segundos… 421,95 veces seguidas. El protagonista es Dennis Kimmeto,
quien también tiene su historia detrás.
En
el mismo escenario en el que ha logrado inscribir su nombre para
siempre en el Olimpo de los elegidos, la Maratón de Berlín, hace
dos años protagonizaba una curiosa e incluso polémica anécdota.
Kimmeto dominaba la prueba junto a otro de los mejores maratonianos
del momento, su compatriota, amigo, y compañero de entrenamientos
Geoffrey Mutai. Con la meta enfilada para los dos destacados
corredores, Kimmeto no disputó la victoria a su amigo, dejando
llevarse la gloria (y el suculento premio) a quien le animó a
convertirse en atleta y con ello abandonar la pobreza. Fue hace seis
años, cuando Mutai se encontró a aquel desgarbado y anónimo
muchacho exhibiendo zancada por los campos de Eldoret. Desde entonces
una historia de crecimiento constante hasta la élite y el record del
mundo, no exento de episodios oscuros, y es que en su ambición por
ganar carreras cuanto antes Kimmeto llegó a falsear su edad para
correr con atletas juniors, cuando competía con el nombre de Dennis
Koech. Una entrada en la alta competición absurda, pues enseguida
demostró estar sobradamente capacitado para pulverizar registros en
categoría senior.
Kenya,
tierra reina del fondo como Jamaica es paraíso de la velocidad.
Kimmeto, pobre agricultor al que le crecieron alas en los pies para
que su familia nunca volviera a pasar hambre.
Si
la vida es movimiento, no hay mayor fuerza centrífuga que la del
deporte, y es por esto que a este humilde blog de reflexiones,
pensamientos e imágenes talladas en verbo no nos hemos resistido a
traer la hazaña de Kimmeto, quien 25 siglos después de Filípides
reescribe la historia zancada a zancada. Su entrada en las Puerta de
Brandenburgo mientras el crono exhibía al mundo la estratosférica
marca es ya parte de la historia de la humanidad. Esa misma puerta
que asistió al nacimiento del monstruo del nazional-socialismo
contempla hoy la conquista del mundo por parte de un mísero
campesino africano, orgullo de todo un pueblo al que aún hoy día
desde Europa miramos con la indiferencia de una sociedad que se
siente superior.
La
vida es movimiento y los héroes se renuevan. Loor y gloria a Dennis
Kipruto Kimmeto. Que Píndaro de Tebas vuelva de sus cenizas para
glosar su figura. Suenen las trompetas y los tambores de ébano.
Serás inmortal, Kimmeto.
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