Amigos,
vengo aquí bien jodido, hecho yo todo mismo un saco de dolores
anímicos y físicos de anemias y sudoraciones y ganglios no bien
contrastados. Un Ecce Homo de “la escena”, la epidural de lo que
fuímos, una sonda en nuestros huevos de flotación, cuando fuímos
reyes y ahora sólo somos guiñapos atrapados en un misero recuerdo,
una misera sombra que pudiera evocar a Del Shannon... ¿alguien se
acuerda de Del Shannon?, ¿ALGUIEN SE ACUERDA DE DEL SHANNON? No sé
como ni porque, pero de repente todo eran calles, todo era Madrid,
todo era la noche, sus arrabales, sus recovecos, sus nocturnidades,
sus miserias, sus humedades, y mis dolores de espalda... y sin saber
ni como ni porque ni ganas de descifrarlo desde el Fun House me he
visto más perdido que un político honrado en un congreso del PP
hasta poder llegar a casa, tarareando canciones imposibles e
imaginando lluvias radioactivas, pinchando una y otra vez en mi
cerebro “El eterno femenino” de La Mode... un saco de huesos y
dolores, no hay más misterio, un pelotón de melancolía, un
desastre andante maloliente y al menos bien afeitado, un susto para
las audiencias... eso soy yo y el imberbe latido de mi corazón...
Y
en estas circunstancias me vi en en el metro, y como podéis ver mi
única compañía era “Trayecto en noche cerrada”... trayecto
abyecto, duro como el ganglio que me destroza los tímpanos, un
puñetazo de realidad que duele a menos de que estés borracho, y
entonces te resultan indoloras acepciones y frases como “desconocía
el maquillaje y ahora parece dominarlo” (en que pocas palabras se
resume el poder atávico de la condición fémina), o definir un
momento de la noche, de la vida, como “una hora rara en la que los
travestis dejan libres las esquinas”...
Y
esto ha sido mi noche, mi dolor, mi circunstancia, mi tímpano, mi
edema, mi fonema, mi cangrena, mi poema, mi almena, mi cena... un
disparate alertagado de melodías, canciones, palabras y
sentimientos, lo de siempre, un batiburrillo de locura, un disparate,
el loctite de la necedad, un torbellino de nervios quebrados, rotos,
muy rotos, un llanto de esperma irisado, el arco iris de los
primates, desgracia disimulada, tragedia... destrozo y vermú
emancipado, frases de nuestros abuelos y un no somos nada
sempiterno...
En
el rescate se construye la literatura, o viceversa, y la literatura,
el tejido de las palabras, el esqueleto de los verbos, la morfología
de los sentimientos, viene a salvarnos la vida... sucedió con Dani,
muchos lo sabéis, se erigió en autor de su propia vida y su destino
y arrojó al retrete un pasado que no lo pertenecía y con el cual no
sentía deudas... admirable salto al vacío... la literatura se
construye con este tipo de acrobacias sin red, pero en el siglo XXI
tienen más mérito (no tenemos ningún Vicente Aleixandre recibiendo
en Velintonia 3 a todos los hijos bastardos de las llamaradas, ningún
papá Hemingway acariciándonos el lomo antes de ir a cazar un
leviatán), esto es lo que hay y esto es lo que somos... primates
salvajes de penes erectos, brocha y eyaculación, pintura y esperma,
verbo y lefa... la verdad del disimulo, la sencillez de la mentira.
¿Por
qué hay que recomendar el libro de Daniel Bernabé?, no sé si por
todo lo expuesto anteriormente, porque sinceramente no sé lo que he
expuesto anteriormente... hay que recomendar el libro de Daniel
Bernabé por varias y asépticas sencillas razones. Es un libro
escrito por un hombre lo suficientemente joven y lo suficientemente
viejo para dotar de sentido al adjetivo “airado”. Es un libro de
verdad, de dolor, incómodo.... y sobre todo es un libro escrito con
las tripas. Es un libro inflamable al que hay que acercarse con
cuidado, pero al que hay que acercarse. Y estamos en el deber de
reivindicarlo, reconocerlo, recomendarlo, porque el mundo se ha
llenado ya de tanta basura y mediocridad que es la hora de levantar
la trinchera y defender lo nuestro, decir de una puta vez verdades
como puños, decir que Paquirrín NO es un dj, que Belén Esteban NO
es una escritora, que Ana Rosa Quintana NO es cultura, que la Mariló
NO es periodismo, que Marhuenda NO es sano, que el Partido Popular NO
es democracia, que el PSOE TAMPOCO, que NOS ROBAN, NOS ESTAFAN, NOS
MEAN ENCIMA Y DECIMOS QUE LLUEVE... esa es la gran deuda con la
humanidad, como hemos sido capaces de estafarnos a nosotros mismos, a
bajar la cabeza y decir que todo está bien y oler la mierda y decir
que olía a rosas... ¡CÓMO NOS HEMOS TRAICIONADO DE ESA MANERA!
No
deberíamos haberlo hecho, y ahora nos quejamos por si alguien da un
puñetazo de verdad, una bofetada despierta de integridad, un
aldabonazo en la puerta de los sentimientos enterrados.
Nos
hemos dejado pisar, y ahora nos parece formidable que alguien levante
la voz...
...pero
la voz nunca estuvo callada, simplemente estaba cogiendo fuerzas...
Esto
era para hablar sobre el libro de Daniel Bernabé, un gran tipo que
le plantó cara a la vida y se ha convertido en lo que quería:
escritor. Un tipo que ha sido capaz de darle un vuelco a su vida
para, sí, ejem, como diría un anuncio de Coca-Cola, cumplir sus
sueños.
Un
tipo con cojones, integro, que se dice. De la cuerda de los
Valle-Inclán, Berlanga o Azcona, antes de que España se abandonase
a si misma, posiblemente porque se dejó de afeitar y se descuidó a
si misma.
Estas
son unas palabras que por necesidad y salud mental tenía que
juntar... tenía otro frente abierto e iba a ser para publicar en el
blog, basado, como no, en “El único juego en la ciudad” de La
Mode, en como me perdí esta noche por la ciudad, en como sigo viendo
la metrópoli como en un comic de los 80 (Metal Hurlant, Cimoc, etc),
o cómo en “Blade Runner”, y como lo único en lo que pensaba
cuando iba perdido por las calles era en el mundial de ajedrez, como
todo el romanticismo de Arrabal se ha ido al traste, ya no hay guerra
fría... un noruego contra un indio, what the fuck?, y como me cuesta
cada vez más reconocer genios en ese bendito juego... nunca tragué
a Anand, un tipo que se vanagloria de dormir 10 o 12 horas al día no
es mi tipo de personaje predilecto, dame un Juan Ramón Jiménez
encerrado sin dormir dedicado a escribir poesía...
Los
rusos eran otra cosa, la variedad del tormento.... Karpov, el
analista, Kasparov, el anarquista, las dos caras de la misma
moneda... Kasparov no era tan bueno, ejem, “técnicamente” como
Karpov, dicen los puristas, entre ellos Arrabal, pero en su anarquía
se encuentra la grandeza de un ajedrez libre... posiblemente el mejor
libro de ajedrez que he leído en mi vida, en cuanto a táctica, sea
el de Kasparov de finales de los 80 sobre finales con peones... el
mejor en cuanto al ajedrez en sí, por supuesto, el “Crónicas del
ajedrez” de Arrabal, pero es que cualquier cosa escrita por
Arrabal, incluso una lista de una compra, siempre será una obra
maestra, y eso no es táctica ni técnica ni su temido milenarismo
que iba a llegar... es simplemente ser un genio...
Y
sobre esto iba a hablar en mi blog pero ya es tarde y estoy muy
cansado, tanto como para no apetecerme escudriñar la última partida
del campeonato del mundo y como Carlsen está destrozando la defensa
berlinesa de Anand. Nunca fui de Anand, creo que ya lo he dicho.
Y
así...
Esta
es una de las mejores expresiones de todos los tiempos, es muy
gallego, es una manera de despedirse pero a la vez decir que la vida
sigue, que todo sigue igual, que mañana sale el sol (menos para
Anand, que duerme 12 horas, yo es que nunca fui mucho de Anand, creo que ya lo he dicho al menos por tercera vez), que
nos despedimos, pero es un punto y seguido, porque seguimos viviendo,
seguimos bebiendo, seguimos bailando... y así...
Y
por cierto, Kasparov se corría los 100 metros libres en 10 segundos,
cuidado con eso.
Claro
que a Kasparov nunca le imitó Joaquín Reyes y con Karpov si que
hizo una muy buena, cuidado con eso también.
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