"Los Amantes" (René Magritte, 1928) |
Como
empezó la aventura de mis huesos rotos,
el
naufragio de la monotonía quebradiza.
Apenas
puedo recordar,
sólo
un susurro de nostalgia
y
pereza de entrepierna.
Los
árboles erectos y majestuosos anunciando un nuevo Otoño
y
los campos y paisajes del alma y de España y del precipicio de mis
sentimientos.
Eras
tú todo la luz que alumbraba un camino
nuevo
diverso y embaucado
la
luz de un laberinto nuevo diverso y dionisíaco
la
luz de un acertijo nuevo diverso y algebraico.
El
repelús de mis entrañas
bajo
el sol asfixiante de Daimiel.
El
enigma de la constelación de una por una todas mis palpitaciones,
la
rebelión de mis sudoraciones,
mis
fiebres,
desvelos,
pesadillas
y
juegos de azar
y
de manos
con
el Caos.
El
terrible ejercito de las emociones
y
la batalla de mis sentimientos
alzando
la bandera blanca de la rendición
por
ti,
por
tus huesos rotos,
por
tus desvarios,
por
tus trampolines de suicidio y chocolate,
por
las ventanillas donde se asoma el deseo,
el
hectoplasma de un placer que se nos ha negado
y
al que accedemos a golpe de pistola y erección.
Nadie
dijo que nuestro amor fuera fácil
y
nadie dijo que fuera difícil,
simplemente
nadie dijo nada porque no salió en los periódicos
ni
se radió en las emisoras
y
ese es el bendito consuelo de nuestra tranquilidad
de
fabricarnos el futuro a martillazo de taquicardia
y
de delicia en verso, verbo, carne y rebelión.
Fuimos
bautizados como hijos bastardos de la locura
bajo
una lujuria de espantos y retortijones.
Tenemos
la libertad de los perdedores,
de
quienes no se espera nada...
...sólo
nuestro beso infinito y nuestro aroma escapista.
Ahora
comprendo la solución a este enigma: somos tú y yo.
Y
así empezó la aventura de mis huesos rotos,
naufragio
de la locura,
escalada
y descenso,
abismo
y
pasión.
El
amor explotó y lo que quedaba sano en mis sienes enfermas escupió un
vómito surcando el papel.
Escribir,
ese fue mi destino...
Poesía,
esa fue mi herramienta...
Surrealismo,
eso fue mi condena...
Y
así,
sólo
quedó la sangre
y
la aventura de mis huesos rotos.
Los
nudillos del hambre
y
de las puertas que no se abren.
Y
a pesar de todo escribir, amar, vivir, y rezar por un futuro mejor
con
mis mejores deseos encriptados bajo la brújula
de
mi alma devorada por el espanto de contemplarse a si misma.
Nunca
olvidéis que un día inicié la aventura...
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