domingo, 2 de abril de 2023

GALERIA DE SEÑOROS (I): FRANCISCO UMBRAL

 Inauguro aquí un serial dentro de este blog dedicada a esa figura de reciente cuño pero alargada sombra que con acierto se ha definido como "señoro", un acierto al que no me puedo sustraer y del cual soy consciente de su importancia como línea de pensamiento y auténtica fuerza de asalto de esto que conocemos como "guerra cultural". Consciente además de que yo por edad me voy acercando a esa figura, y deseando que ojalá llegue a serlo lo cual quisiera decir que mis palabras y pensamientos crean debate y cuando menos son leídos, intentaré presentar una serie de personajes, todos ellos masculinos ya que el "señoro" no se puede entender si no dentro del heteropatriarcado (y ya veremos, que igual aparece por ahí algún "señoro" con falda y moño) que no en todos los casos serán diseccionados con objeto de escarnio, más bien al contrario porque suelo preferir escribir sobre lo que me gusta y admiro, y no obstante no tendrá ningún problema el lector en diferenciar los personajes que trato con el amor y cariño que creo merecen de los que intentaré contribuir a sepultarlos con mis palabras más de lo que ellos mismos se sepultan a diario con sus toneladas de caspa.


FRANCISCO UMBRAL  


Confieso que yo mismo soy el primero (y faltaría más que para eso soy quien está escribiendo estas líneas) en sorprenderme de traer como primer "señoro" a un personaje como Umbral. Para empezar porque se trata de un finado, un finado finado antes de que comenzásemos a hablar de "señoros". Pero es evidente que de tener la suerte de tener a Umbral entre nuestra galería de ilustres momias intelectuales, sería un auténtico campeón de los "señoros". Ya puestos a confesar he de reconocer que mi primera idea era comenzar con Ramón Tamames, el "señoro" de moda de las últimas dos semanas, parecía el mejor comienzo posible, de modo que he de explicar porque este cambio de última hora, este volantazo en mi cerebro hace unas horas mientras volvía a casa en el metro y decidí comenzar con uno de mis temas favoritos, porque Umbral en si mismo es tema, escena, paisaje, patria, país y útero paterno de cualquier juntaletras.


Ya digo que el bueno de Francisco, de seguir entre los vivos, sería hoy día un referente de rebeldía e incorrección política, una figura antisistema como bien lo pudiera ser Jesús Gil, personajes deslenguados a los que hay que darles el valor de que dicen lo que piensan... aún cuando lo que piensan sea excremento. Esta reflexión mía, evidentemente , me lleva a comprender que no se puede comparar a un facha analfabeto como Jesús Gil cuyo legado era acumular billetes estafando a todo quien se le pusiera por delante con un auténtico soldado, un guerrero, un ninja de las letras como Umbral. Decir que Umbral fue un magnifico escritor en cualquier género que cultivó es un perogrullo tal que afortunadamente (y mira que en este país nos cuesta llegar a consensos) no merece ningún debate. Profundizando más podríamos decir que Umbral no es que se dedicara a la literatura, le traspasó la literatura. Y ahí entrariamos de lleno en su obra cabalgando entre la estética y el sentimiento, entre el dandismo y la calle, entre el cinismo y el dolor de un escritor que cambió para siempre cuando se convirtió en ser humano roto y en escritor quebrado como sólo puede sucederle a quien ve irse a su hijo. Aunque para ello mejor remitir al lector a entradas ya publicadas en este blog sobre Umbral como "Umbral muerto en rosa" o «Anatomía de "Anatomía de un dandy"». Sólo una muy pequeña apreciación sobre el Umbral literato, nunca practicó, al menos que yo conozca, o al menos que se editase, la poesía, pero era un buen lector del género y compartía con mi buen amigo Pablo Moldes la teoría de que la poesía de la gran ciudad nace con Baudelaire, en concreto con "Las flores del mal" dice Umbral (se puede escuchar esto mismo en la entrevista de 1977 que le hace Joaquín Soler en el programa "A fondo" fácil de encontrar a simple golpe de teclado para el lector que guste de hacerlo y gracias a esos copiosos y fecundos archivos de Radio Televisón Española), yo ahí matizaría, y creo que mi amigo Pablo también, porque siendo "Las flores del mal" una biblia particular para mí sigue siendo a pesar de su evidente rebeldía antiburguesa un poemario marcadamente simbolista, modernista, vanguardista, y sería doce años después con "El spleen de París" cuando si es capaz de "dibujar" la ciudad como ese escenario de pecados y virtudes en los que tan bien se manejaba este poeta atormentado por su moralidad que no soportaba, incluso físicamente, la inmoralidad, pero se entregaba a la misma como un auténtico adicto.


Enlazo con Baudelaire, el gran maldito, para volver a Umbral. Hay que tener en cuenta que en mi generación (soy de 1973) determinados movimientos literarios se pasaban muy de puntillas en los institutos (el simbolismo francés entre ellos), cuestión de buscarse la vida en la biblioteca municipal en los tiempos pre-internet. No sucedía lo mismo, y es comprensible, con los "nuestros" (y también se pasaban de puntillas muchas cosas, el Juán Ramón Jimenez de la etapa modernista o todo el Gómez de La Serna, movimiento ese señor en si mismo, por citar dos items fundamentales para quienes vemos la literatura como una feliz travesura) Felizmente el siglo XX, que al fin y al cabo es el siglo en el que nací, en España nos trae a Valle-Inclán, Lorca, los Machado, Baroja, Unamuno... así de primeras los nombres más grandes que me vienen, y me cuesta no reconocerme como hijo de todos ellos... y Juán Ramón, claro, con sus primeras aventuras modernistas como el "otro" Machado, Manuel... Lorca en lo poco que nos dejó en vida se columpiaba de cantar a gitanos peleándose con la gurdia civil a las mayores cotas del surrealismo en nuestra poesía, dejando claro que la poesía, si es vida, sólo puede entenderse desde la locura. Era hermoso ese Lorca que pasaba del "Romancero gitano" al "Poeta en Nueva York", y esa joven muerte, de mito cual James Dean (si no fuera porque no es víctima del caprichoso destino sino de las balas del fascismo) le confiere ese halo aséptico no tocado por las miserias posteriores de nuestro país. Y bastante miseria es que fuera Joe Strummer el tipo más obsesionado por encontrar el cadaver del genio granadino por encima de cualesquiera de nuestros gobiernos, desnudando esa triste verguenza de la falta de depuración y saneamiento con el episodio más gris de nuestra historia. Debería resultar absolutamente sonrojante para cualquier español, ¿patriota?, con dos dedos de frente, que no sepamos siquiera donde están los restos de uno de nuestros mayores genios, innovadores, y personaje influyente en toda la cultura posterior no sólo en nuestro país sino a nivel global. El caso de Baroja y Unamuno ya es otra historia, claro, ellos si que viven el horror en el que se convierte la España del 36. Las letras de Baroja y Unamuno son nuestra sangre corriendo por las venas de nuestro país. En ellos, así a lo burro, podemos decir que está TODO. Angustia existencial, dudas existenciales, crisis existenciales... ríete de los franceses. Todo ello, claro, con el componente católico, que al fin y al cabo en este país se iza tanto la bandera como el crucifijo. Yo soy a la fuerza hijo de Baroja y Unamuno, y del Andrés Hurtado de "El árbol de la ciencia" y del buen párroco de "San Manuel bueno martir". Yo vivo con esa carga católica abnegada que veo a día de hoy en mi madre, en ese "vivir es un valle de lágrimas" (joder con los evangelios), y para mí España es ese color gris ceniza y la corneta lúgubre del Lambrión chupacandiles... y todo llanto y dolor existencial que riete de los franceses, ¡qué digo!, ¡riete de los alemanes y austríacos!... y en esto llega Umbral, un snob miope y kamikaze que pasa noches en vela escribiendo, escribe de todo y sobre todo, no de todo en el sentido de cultivar distintos géneros pero escribe sobre todo lo que le pasa por la cabeza, que al final es su vida, porque escribir sobre tu vida es el acto de compasión más grande que puede realizar un escritor, es ser humanidad y presentarle tus respetos a John Donne cuando dice que ningún hombre es una isla. Yo era hijo de Baroja y Unamuno y del existencialismo en una cruz de madera... y llega Umbral y de repente soy hijo de la Interviú.

Y ese Umbral cronista y articulista, loco y suicida contra todo y contra todos, rápsoda del peligro y campanero de la iglesia de las tetas de Lola Flores, se convierte en el tipo más "cool" de nuestro país a base de despellejar sin piedad a todo quien se le pone por delante. Umbral hace lo que le sale de las pelotas, entre otras cosas fotografiarse en pelotas, tirar libros que desprecia a su piscina, o emborracharse en los platós de televisión, donde curiosamente firmaría una especie de finiquito o sentencia para el olvido, o para la posteridad más chusca, con aquello de "he venido a hablar de mi libro", el equivalente del "¡A la mierda!" de Fernán Gómez, dos genios recordados por cualquier millennial por un desaire sin necesidad de investigar en toda su mayúscula obra. Lo que viene a ser un "señoro" de las letras.

Pero otro aspecto por el cual quería traer a Umbral como "señoro" inaugural es porque precisamente él tenía un talento atroz y demoledor para hablar de otros literatos, sus definiciones sobre compañeros de pluma eran tan despiadadas como a menudo certeras, y no me cabe ningunda duda que si hubiera que delegar en alguien la tarea de diseccionar a los "señoros" españoles sería él, y no este pobre plumilla que actualizará esto en sus escasos ratos libres.


Francisco Umbral, Paco para los amigos. Para mí se convirtió en Paco, y aquí anécdota real, una noche en el escenario del Wurlitzer Ballroom con Nacho Ñeta y el Pirsin y sonaba el "Don't Look Back" de los Remais, le cambiamos la letra y comenzamos a cantar "¡Paco Umbral". Nos fuímos a casa con un grande colocón. Cuando despertamos en todos los noticieros informaban de una triste noticia: "ha fallecido Francisco Umbral".




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