sábado, 7 de octubre de 2023

¿POR QUÉ MOLESTA TANTO EL FÚTBOL FEMÉNINO?

 

Desde José María García haciendo el ridículo con aquello de que las chicas eran incapaces de mandar un balón al área en un saque de esquina, hasta las últimas declaraciones de Alfonso Pérez, pasando, como no, por todo el escándalo Rubiales eclipsando uno de los mayores éxitos de la historia del fútbol nacional en cualquier categoría y sexo, el fútbol femenino español vive en un constante ojo del huracán desde el cual, cualquier reivindicación y posterior avance encuentra el contrapunto reaccionario de la parte más casposa e inmovilista de nuestra sociedad, la que se ha quedado en una manera de pensar de hace décadas y demuestra que no tiene la mínima intención de apertura. Merece la pena intentar desentrañarlo.


Si el feminismo se ha convertido en el centro principal de lo que conocemos como “guerra cultural”, línea de pensamiento importada desde el nazional-populismo de la “alternative right” norteamericana con Steve Bannon como ideólogo y Donald Trump como actor principal, esto llevado a Europa y a una sociedad como la española, en el escenario del fútbol como deporte mayoritario y principalmente masculino, la combinación resulta directamente devastadora. Y es que bajo ningún concepto, de ninguna de las maneras, ni por muchos éxitos conseguidos o mundiales ganados, puede consentirse la equiparación del fútbol femenino con el masculino. Cualquier intento de ello encontrará esa firme oposición de los señores que, viviendo físicamente en el presente, no han tenido el mínimo interés en que su mente deje de vivir en el pasado. 


Si partimos de la última y patética polémica generada por un personaje tan limitado como el ex –futbolista Alfonso Pérez, quien entre otras “genialidades” ha sugerido que como prueba de fidelidad hacia la selección nacional se obligue a sus representantes a besar la bandera (del mismo modo que él besaba el escudo del Real Madrid… para años después defender el del Barcelona), nos encontramos pobres argumentos de primero de capitalismo como el de la ofenda y la demanda. Es decir, los hombres futbolistas tienen que ganar más dinero que las mujeres futbolistas porque generan más dinero. Se olvida Alfonso Pérez de la proporcionalidad, se olvida, principalmente, porque no es consciente de cuál es la diferencia salarial real entre hombres y mujeres en el fútbol, ya que, como gran parte de la población (la que se ha apresurado a encumbrarle como héroe, mártir y nueva víctima de la dictadura progre) es totalmente ajeno a los problemas del fútbol femenino y posiblemente las vea como unas muchachas caprichosas incapaces de someterse a la férrea disciplina que él vivió jugando en los campos más cuidados del país, siendo tratado por los mejores médicos y fisioterapeutas posibles, y por supuesto, engordando su cuenta corriente día tras día y mes tras mes. La realidad es que no hay ninguna proporcionalidad, y si Cristiano Ronaldo cobra 100 millones de euros porque un partido suyo lo ven 100 millones de personas en todo el globo, Alexia Putellas no cobra 50 millones de euros pese a que un partido suyo lo vean 50 millones de personas. El salario mínimo de una jugadora de la primera división femenina en España es actualmente 21000 euros al año, unas 10 veces menos que el de los hombres. Si nos ceñimos al argumento puramente especulativo de las ganancias, como bien sabe RTVE el fútbol femenino resulta mucho más rentable ahora mismo simplemente echando las cuentas de lo que les costó comprar los derechos del último mundial (apenas un millón de euros) y los resultados obtenidos en audiencias. Comprar un solo partido del mundial masculino ya costaba más que todo el femenino, 1.68 millones de euros por partido. Echen cuentas de cual mundial ha sido más rentable. Esto simplemente por desmontar ese argumento puramente liberal en lo económico de la oferta y la demanda, argumento que no se sostienen si entramos en otras consideraciones éticas o morales, y aún a riesgo de caer en la demagogia hay que volver a recordarlo: un futbolista no salva vidas… un cirujano, un bombero, o un socorrista sí, ¿qué genera más “valor” realmente?, ¿qué tiene más “valor” realmente?, ¿un puñado de billetes o una vida humana?


Se aferran quienes elevan a Alfonso como nuevo adalid de su causa perdida en que ha dicho las verdades del barquero, lo que nadie se atreve a decir, y que por eso ha pagado un precio (que le retiren el nombre del estadio de un club de fútbol del que pasaba olímpicamente y cuyos socios y aficionados llevaban reclamando esa retirada tiempo ha), como si hubiera sido llevado a juicio, suspendido de empleo y sueldo (no se preocupen, de donde no se va a retirar su nombre es de su empresa constructora con la que seguirá haciendo negocios con ayuntamientos de uno u otro signo), u obligado a exiliarse (cosas que si han tenido que hacer otros) y se niegan por tanto a reconocer el sustrato machista de sus declaraciones. Un sustrato sólo permitido cuando se trata de atacar cualquier atisbo de reivindicación feminista. Si leyésemos declaraciones de algún personaje público afirmando que los negros no pueden compararse intelectualmente con los blancos, y que ahí está el ejemplo de que no haya ningún campeón de ajedrez negro, no tendríamos reparos (salvo los casos más ultras y cenutrios de esta “alt-right”) en reconocer que tales declaraciones son racistas, ¿por qué seguimos defendiendo a quien dice lo mismo respecto a las mujeres en el fútbol? Este ataque al fútbol femenino, de hecho, no se da en ningún otro deporte. Ahí está nuestro exitoso baloncesto femenino. Les invito a que busquen una sola declaración de algún baloncestista masculino español hablando del baloncesto femenino en los términos en los que Alfonso Pérez lo ha hecho del fútbol femenino. Y hablamos de un deporte en el que objetivamente las medias físicas son evidentemente diferentes en mujeres, medias de menos altura y peso, ¿y eso ha supuesto la necesidad de que alguien se plantee que el baloncesto femenino no pueda equipararse al masculino? Muy al contrario, se ha trabajado desde federaciones de todo tipo, colegios, entrenadores, etc, en que el baloncesto femenino se pudiese igualar lo máximo posible al masculino, conscientes de que todos saldríamos ganando. Un baloncesto cuya federación nacional, les recuerdo, no tuvo la mínima duda en despedir a un entrenador tan exitoso como Lucas Mondelo en cuanto recibió quejas de algunas jugadoras respecto al trato que éste les dispensaba… y en fútbol todavía hay quien piensa que las jugadoras que se plantaron frente a Vilda y Rubiales son unas niñatas caprichosas. He hablado de baloncesto pero podríamos hablar de cualquier deporte, individual o de equipo, de balonmano o de halterofilia… ¿ustedes se imaginan a un levantador de pesas diciendo que las levantadoras nunca podrán equipararse a los hombres?, provocaría vergüenza ajena y le pediríamos que se retirase a su cueva antes de que la buena de Lidia Valentín le corriese a gorrazos. Pero en fútbol aquí estamos, convirtiendo al cuñao de turno en un librepensador a la altura de Karl Popper. Un librepensador que no puede ser machista porque, como él reconoce, tiene madre, mujer e hija.


Y luego el adoctrinamiento ideológico es el del feminismo. 









Salma Paralluelo recogiendo la medalla de ganadora de la última Supercopa de una mesa sin que nadie de la Federación acuda a investir a las campeonas. Uno de los muchos desplantes al fútbol femenino.


domingo, 2 de abril de 2023

GALERIA DE SEÑOROS (I): FRANCISCO UMBRAL

 Inauguro aquí un serial dentro de este blog dedicada a esa figura de reciente cuño pero alargada sombra que con acierto se ha definido como "señoro", un acierto al que no me puedo sustraer y del cual soy consciente de su importancia como línea de pensamiento y auténtica fuerza de asalto de esto que conocemos como "guerra cultural". Consciente además de que yo por edad me voy acercando a esa figura, y deseando que ojalá llegue a serlo lo cual quisiera decir que mis palabras y pensamientos crean debate y cuando menos son leídos, intentaré presentar una serie de personajes, todos ellos masculinos ya que el "señoro" no se puede entender si no dentro del heteropatriarcado (y ya veremos, que igual aparece por ahí algún "señoro" con falda y moño) que no en todos los casos serán diseccionados con objeto de escarnio, más bien al contrario porque suelo preferir escribir sobre lo que me gusta y admiro, y no obstante no tendrá ningún problema el lector en diferenciar los personajes que trato con el amor y cariño que creo merecen de los que intentaré contribuir a sepultarlos con mis palabras más de lo que ellos mismos se sepultan a diario con sus toneladas de caspa.


FRANCISCO UMBRAL  


Confieso que yo mismo soy el primero (y faltaría más que para eso soy quien está escribiendo estas líneas) en sorprenderme de traer como primer "señoro" a un personaje como Umbral. Para empezar porque se trata de un finado, un finado finado antes de que comenzásemos a hablar de "señoros". Pero es evidente que de tener la suerte de tener a Umbral entre nuestra galería de ilustres momias intelectuales, sería un auténtico campeón de los "señoros". Ya puestos a confesar he de reconocer que mi primera idea era comenzar con Ramón Tamames, el "señoro" de moda de las últimas dos semanas, parecía el mejor comienzo posible, de modo que he de explicar porque este cambio de última hora, este volantazo en mi cerebro hace unas horas mientras volvía a casa en el metro y decidí comenzar con uno de mis temas favoritos, porque Umbral en si mismo es tema, escena, paisaje, patria, país y útero paterno de cualquier juntaletras.


Ya digo que el bueno de Francisco, de seguir entre los vivos, sería hoy día un referente de rebeldía e incorrección política, una figura antisistema como bien lo pudiera ser Jesús Gil, personajes deslenguados a los que hay que darles el valor de que dicen lo que piensan... aún cuando lo que piensan sea excremento. Esta reflexión mía, evidentemente , me lleva a comprender que no se puede comparar a un facha analfabeto como Jesús Gil cuyo legado era acumular billetes estafando a todo quien se le pusiera por delante con un auténtico soldado, un guerrero, un ninja de las letras como Umbral. Decir que Umbral fue un magnifico escritor en cualquier género que cultivó es un perogrullo tal que afortunadamente (y mira que en este país nos cuesta llegar a consensos) no merece ningún debate. Profundizando más podríamos decir que Umbral no es que se dedicara a la literatura, le traspasó la literatura. Y ahí entrariamos de lleno en su obra cabalgando entre la estética y el sentimiento, entre el dandismo y la calle, entre el cinismo y el dolor de un escritor que cambió para siempre cuando se convirtió en ser humano roto y en escritor quebrado como sólo puede sucederle a quien ve irse a su hijo. Aunque para ello mejor remitir al lector a entradas ya publicadas en este blog sobre Umbral como "Umbral muerto en rosa" o «Anatomía de "Anatomía de un dandy"». Sólo una muy pequeña apreciación sobre el Umbral literato, nunca practicó, al menos que yo conozca, o al menos que se editase, la poesía, pero era un buen lector del género y compartía con mi buen amigo Pablo Moldes la teoría de que la poesía de la gran ciudad nace con Baudelaire, en concreto con "Las flores del mal" dice Umbral (se puede escuchar esto mismo en la entrevista de 1977 que le hace Joaquín Soler en el programa "A fondo" fácil de encontrar a simple golpe de teclado para el lector que guste de hacerlo y gracias a esos copiosos y fecundos archivos de Radio Televisón Española), yo ahí matizaría, y creo que mi amigo Pablo también, porque siendo "Las flores del mal" una biblia particular para mí sigue siendo a pesar de su evidente rebeldía antiburguesa un poemario marcadamente simbolista, modernista, vanguardista, y sería doce años después con "El spleen de París" cuando si es capaz de "dibujar" la ciudad como ese escenario de pecados y virtudes en los que tan bien se manejaba este poeta atormentado por su moralidad que no soportaba, incluso físicamente, la inmoralidad, pero se entregaba a la misma como un auténtico adicto.


Enlazo con Baudelaire, el gran maldito, para volver a Umbral. Hay que tener en cuenta que en mi generación (soy de 1973) determinados movimientos literarios se pasaban muy de puntillas en los institutos (el simbolismo francés entre ellos), cuestión de buscarse la vida en la biblioteca municipal en los tiempos pre-internet. No sucedía lo mismo, y es comprensible, con los "nuestros" (y también se pasaban de puntillas muchas cosas, el Juán Ramón Jimenez de la etapa modernista o todo el Gómez de La Serna, movimiento ese señor en si mismo, por citar dos items fundamentales para quienes vemos la literatura como una feliz travesura) Felizmente el siglo XX, que al fin y al cabo es el siglo en el que nací, en España nos trae a Valle-Inclán, Lorca, los Machado, Baroja, Unamuno... así de primeras los nombres más grandes que me vienen, y me cuesta no reconocerme como hijo de todos ellos... y Juán Ramón, claro, con sus primeras aventuras modernistas como el "otro" Machado, Manuel... Lorca en lo poco que nos dejó en vida se columpiaba de cantar a gitanos peleándose con la gurdia civil a las mayores cotas del surrealismo en nuestra poesía, dejando claro que la poesía, si es vida, sólo puede entenderse desde la locura. Era hermoso ese Lorca que pasaba del "Romancero gitano" al "Poeta en Nueva York", y esa joven muerte, de mito cual James Dean (si no fuera porque no es víctima del caprichoso destino sino de las balas del fascismo) le confiere ese halo aséptico no tocado por las miserias posteriores de nuestro país. Y bastante miseria es que fuera Joe Strummer el tipo más obsesionado por encontrar el cadaver del genio granadino por encima de cualesquiera de nuestros gobiernos, desnudando esa triste verguenza de la falta de depuración y saneamiento con el episodio más gris de nuestra historia. Debería resultar absolutamente sonrojante para cualquier español, ¿patriota?, con dos dedos de frente, que no sepamos siquiera donde están los restos de uno de nuestros mayores genios, innovadores, y personaje influyente en toda la cultura posterior no sólo en nuestro país sino a nivel global. El caso de Baroja y Unamuno ya es otra historia, claro, ellos si que viven el horror en el que se convierte la España del 36. Las letras de Baroja y Unamuno son nuestra sangre corriendo por las venas de nuestro país. En ellos, así a lo burro, podemos decir que está TODO. Angustia existencial, dudas existenciales, crisis existenciales... ríete de los franceses. Todo ello, claro, con el componente católico, que al fin y al cabo en este país se iza tanto la bandera como el crucifijo. Yo soy a la fuerza hijo de Baroja y Unamuno, y del Andrés Hurtado de "El árbol de la ciencia" y del buen párroco de "San Manuel bueno martir". Yo vivo con esa carga católica abnegada que veo a día de hoy en mi madre, en ese "vivir es un valle de lágrimas" (joder con los evangelios), y para mí España es ese color gris ceniza y la corneta lúgubre del Lambrión chupacandiles... y todo llanto y dolor existencial que riete de los franceses, ¡qué digo!, ¡riete de los alemanes y austríacos!... y en esto llega Umbral, un snob miope y kamikaze que pasa noches en vela escribiendo, escribe de todo y sobre todo, no de todo en el sentido de cultivar distintos géneros pero escribe sobre todo lo que le pasa por la cabeza, que al final es su vida, porque escribir sobre tu vida es el acto de compasión más grande que puede realizar un escritor, es ser humanidad y presentarle tus respetos a John Donne cuando dice que ningún hombre es una isla. Yo era hijo de Baroja y Unamuno y del existencialismo en una cruz de madera... y llega Umbral y de repente soy hijo de la Interviú.

Y ese Umbral cronista y articulista, loco y suicida contra todo y contra todos, rápsoda del peligro y campanero de la iglesia de las tetas de Lola Flores, se convierte en el tipo más "cool" de nuestro país a base de despellejar sin piedad a todo quien se le pone por delante. Umbral hace lo que le sale de las pelotas, entre otras cosas fotografiarse en pelotas, tirar libros que desprecia a su piscina, o emborracharse en los platós de televisión, donde curiosamente firmaría una especie de finiquito o sentencia para el olvido, o para la posteridad más chusca, con aquello de "he venido a hablar de mi libro", el equivalente del "¡A la mierda!" de Fernán Gómez, dos genios recordados por cualquier millennial por un desaire sin necesidad de investigar en toda su mayúscula obra. Lo que viene a ser un "señoro" de las letras.

Pero otro aspecto por el cual quería traer a Umbral como "señoro" inaugural es porque precisamente él tenía un talento atroz y demoledor para hablar de otros literatos, sus definiciones sobre compañeros de pluma eran tan despiadadas como a menudo certeras, y no me cabe ningunda duda que si hubiera que delegar en alguien la tarea de diseccionar a los "señoros" españoles sería él, y no este pobre plumilla que actualizará esto en sus escasos ratos libres.


Francisco Umbral, Paco para los amigos. Para mí se convirtió en Paco, y aquí anécdota real, una noche en el escenario del Wurlitzer Ballroom con Nacho Ñeta y el Pirsin y sonaba el "Don't Look Back" de los Remais, le cambiamos la letra y comenzamos a cantar "¡Paco Umbral". Nos fuímos a casa con un grande colocón. Cuando despertamos en todos los noticieros informaban de una triste noticia: "ha fallecido Francisco Umbral".




sábado, 1 de abril de 2023

BREVE TRATADO SOBRE COMO VOX BUSCÓ UNA VEZ MÁS EL RETORNO AL PASADO, Y NO LA PELÍCULA DE JACQUES TOURNEUR

 Tenía pendientes escribir unas pocas líneas sobre el que fue uno de los temas de moda hace apenas diez días, la moción, exenta de emoción, de censura presentada por VOX en el Congreso con Ramón Tamames como candidato a la presidencia. Ahora que, como era previsible, ha bajado el suflé de Don Ramón Amón-Ra y su vanidad volverá a concentrarse en esas esporádicas entrevistas periodísticas de verano cuando algún becario para llenar contenido entre las páginas de sucesos y deportes se acordará de este señor que volverá a recordarnos que con Franco no estábamos tan mal, y ninguna autoridad moral mayor que la suya que precisamente luchó con sus manos vacias y su torso desnudo contra ese dictador que al parecer no lo era tanto según las constantes reinterpretaciones de la historia. Yo, que voy a cumplir 50 años en breve, no veo tan lejanos los días de principios de los 80 en el que en el colegio de curas al que asistía los profesores, sin ningún tipo de tapujos ni pudor nos recordaban que en España no era justo hablar de dictadura, sino de una “dictablanda”, porque comparado con los grandes dictadores europeos, Stalin, Hitler o Mussolini, Franco era una hermanita de la caridad. No me invento nada, aquellos docentes sin el menor atisbo de vergüenza nos decían a niños de no más de diez años que lo de Franco no fue una dictadura. Como si el maltratador que abofetea a su mujer argumentase no serlo porque el vecino del quinto además de abofetear le quemó la cara con una plancha ardiendo a su esposa. No. Una dictadura es una dictadura y punto, se fusile a 500 o a 500000 personas.

Ya mucho se ha dicho sobre el circo de la moción, calificada mayormente como “esperpento” para de paso homenajear a otro Ramón ilustre de acerada pluma y afilado ingenio. Esperpento que horrorizó al propio Tamames, espantado de que sus interlocutores pudieran hablar tanto, tener tanto tiempo para réplicas y exposiciones, e incluso, ¡qué horror!, llevarse folios con el discurso preparado. Tamames, contradicción en sí mismo, llegó al Congreso presentado por un paleto petulante, un golfo trajeado que no ha dado palo al agua en su vida y piensa que con un traje puede esconder sus carencias morales e intelectuales, Tamames, incoherencia en sí mismo, reivindicó la solemnidad de la cámara del Congreso y la seriedad de la política, las leyes y la Constitución, pero no tuvo reparos en expresar su disgusto por toda ley que no era de su agrado y reconocer que si por él fuera, hasta el funcionamiento del Congreso sería otro. Incluso falseando datos como los relativos a la ley electoral pese a que la realidad es otra. Tamames, paradoja en sí mismo, empezó hablando del 56, recordó que la II República también tenía, ya saben, sus cosas, pero luego se puso como un basilisco cuando le hablaron de Blas Piñar y sus aventuras políticas de los 80 y principios de los 90.
Pero dejó Tamames una reflexión final preocupante, y es la que me ha llevado a escribir estas líneas. Tamames acusó literalmente a todos los participantes de la política actual (de la que él fue también participe durante esos días, contradicción en sí mismo), y digo bien, a todos (no sólo al Gobierno como han querido colar algunos medios) de llevarnos a un clima similar, o incluso peor, que el de la España del 36.
Y desgraciadamente no le falta razón, el terreno abonado está para ello, y Tamames ha contribuido a sembrarlo todavía más. Y es que en España en cuanto hay un mínimo intento de hacer una política medianamente progresista, que lejos de significar ningún tipo de socialcomunismo no es más que la socialdemocracia de toda la vida evolucionada y adecuada a los tiempos, los herederos del nazional-catolicismo ya están ahí para torpedearlo y para recordarnos que por encima de sus cadáveres, y si hay que levantarse en armas, como en el 36, se hace, o como se intentó hacer en el 81, cuando por cierto nunca sabremos si, como insinuó Carrillo, Tamames estaba metido en el ajo (como tantos secretos oscuros de este país, de sus cloacas, que no son sólo del estado sino también de cuarteles, catedrales y mansiones aristocráticas), lo que si sabemos, porque está documentado, es que en la lista del general Armada figuraba su nombre como ministro de economía en caso de que el golpe prosperase. Los mismos que hablan ahora de las barbaridades de las leyes LGTBI o de chiringuitos feminazis son los mismos que hace 40 años se oponían a algo tan asumido, normal y necesario como el divorcio. Sí, en aquellos 80 que nos quieren vender como un paraíso de libertad, donde todo el mundo podía decir lo que quería y todos éramos al parecer más respetuosos y tolerantes con los demás, se montó un chocho tremendo con el divorcio, algo que hoy nos daría risa, como nos dará risa recordar la que se está montando hoy día cada vez que se intenta progresar con alguna ley que lejos de quitarnos derechos a quienes ya tenemos muchos, busca darles esos mismos derechos a quienes no los han tenido por diversas consideraciones, físicas, raciales, étnicas, religiosas, o de género… pero en este país hasta hace cuatro telediarios, mujeres que muchas pueden tener incluso 60 años, o sea, incluso estar en edad laboral, fueron condenadas por adulterio hasta que pudimos tener una ley del divorcio. Una ley que salió adelante pese a los 128 votos en contra, votos emitidos por la totalidad de los diputados de Alianza Popular (lo que ahora es el Partido Popular) y la mitad de los diputados de UCD. Como suele suceder, para que vean lo poco que hemos cambiado, se vislumbró un apocalipsis de divorcios inmediatos. Como cuando hablamos de aborto o eutanasia y los hijos del nazional-catolicismo dibujan un escenario de colas kilométricas de mujeres frente a clínicas abortistas, como si abortar fuera una fiesta que nadie quiere perderse y no uno de los episodios más traumáticos que puede vivir una mujer, más traumático cuanto más una parte de la sociedad se sigue comportando como auténticos seres del medievo para señalas a esas mujeres como nuevos inquisidores buscando brujas que quemar en sus hogueras. Corrieron ríos de tinta y ardieron las tertulias, pero de entre todos los titulares de artículos de prensa me quedó con uno que decía literalmente: “la ley del divorcio atenta contra la libertad”. Esta es la clave para entender el pensamiento de toda esta gente y de la maliciosa guerra cultural heredada de Estados Unidos en la que nos han metido. Se creen muy modernos por cierto, y que han descubierto una línea de pensamiento nueva, la de la incorrección política, cuando no es más que replicar lo que comenzó a suceder en Estados Unidos cuando las mujeres y homosexuales fueron ganando derechos que no tenían, y cuando las leyes racistas fueron poco a poco suprimiéndose… es siempre lo mismo, cuando se alcanzan derechos y libertades que no existían, ellos hablan de una falta de libertad. Porque para este tipo de personas sólo puede haber una libertad, la suya. Y esa libertad consiste en que haya otros individuos que por sus condiciones no puedan gozar de los mismos derechos que ellos si han disfrutado a lo largo de la historia. Y como saben que esto en el fondo es una aberración le dan la vuelta a la tortilla, y presentan a los antaño oprimidos como nuevos opresores que atentan contra su libertad. Es la parodia del esclavista que se queja de que, “¡no hay libertad!, ¡no me dejan tener esclavos!”. Y así, sujetos de la abyección moral de los Trump o Bolsonaro, abiertamente homófobos y xenófobos se presentan en esa perversa imaginería como tipos “cool”, rebeldes que luchan contra la corriente dominante del buenrollismo. Incluso Putin en su momento. Sí, sí, Putin, ese al que ahora todos han corrido a señalar como el mayor villano mundial y a borrar tweets y posts de Facebook en el que le ensalzaban porque se oponía a la dictadura progre, era el faro espiritual de Occidente (u Oriente en este caso si tomamos el Meridiano de Greenwich) que plantaba cara a los lobbies gays y feminazis. Revisen, revisen usted (me pongo ahora como Abascal en el Congreso), si no los han borrado, muchas de las cosas que decían de Putin antes de Febrero de 2022, y como era un ejemplo de líder político y ojala tuviéramos uno así en España (pero luego la autocracia es la de aquí, la de España, no la de Rusia)
De modo que en efecto, hay que volver al clima del 36, hay que buscar una excusa para acabar con todo esto (ahí están de hecho los titulares maliciosos que manipularon la reflexión final de Tamames dirigida a todos los políticos como un reproche únicamente al gobierno actual) Para que luego, años y décadas después, sigamos reescribiendo la historia. Hablaremos de como en 2023 Pedro Sánchez había llevado a España a un callejón sin salida, y que no quedaba otro remedio que una intervención urgente y quirúrgica para acabar con esta autocracia y dictadura del pensamiento único. Extraña autocracia y extraña dictadura esta que permite dar voz a todo tipo de pensamientos e ideologías, y ya no hablo sólo de VOX, sin duda los más peligrosos en cuanto a poder y crecimiento pero no los más radicales. Democracia Nacional, España 2000, Alternativa Española y por supuesto la Falange Española se han presentado a cuantas elecciones han querido en los últimos años, partidos de ideología claramente nazional-católica y en algunos casos directamente fascistas y franquistas. Muchos de sus miembros, al ver el percal, se han ido reciclando en VOX, donde si pueden rascar algo. También tenemos, antes de que me lo recuerde nadie, partidos estalinistas y reinvidicadores de dictaduras comunistas, sí, por supuesto. España no es una autocracia, España no es una dictadura. Pero contra el sanchismo vale todo, lo que sea con tal de acabar con el sanchismo. Ese es el mantra. Y ahora los muy moderados señores de VOX nos traen a una vetusta figura de una transición español que fue de todo menos pacífica, un tipo que figuraba como ministro de economía en caso de haber prosperado el golpe de estado de 1981, y nos lo quieren presentar como un ejemplo de buena voluntad y concordia entre los españoles para acabar con la dictadura sanchista, esa que nos ha llevado a un clima guerracivilista (insisto, que poquita memoria tenemos de las Españas que hemos tenido hace pocas décadas, con las calles teñidas de sangre) No cuela a menos de que se trate de engañar a indigentes mentales o ignorantes supinos, que sin duda los hay. Si quieren llevar a una figura clave de la transición que sea ejemplo de concordia entre los españoles la próxima vez llamen a Pepe Da Rosa.
Si las palabras de Tamames son proféticas, no tardaremos en volver a tener niños de diez años en las escuelas oyendo hablar de una “dictablanda”.
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viernes, 23 de diciembre de 2022

CUENTO DE NBA

 





Primavera de 1987. En la clase de gimnasia de primero de BUP del instituto Álvaro de Mendaña yo corría a paso seguro detrás de José Luis González, “Peque”. Peque era un referente en su juego, una especie de ídolo a pequeña escala, y no recuerdo porque razón, quizás en alguna pachanga o entrenamiento me confesó que también él era seguidor de los de Detroit Pistons. En la Ponferrada de 1986 aquello podía unirnos incluso más que confesarnos devotos de Johnny Thunders.


Aquella mañana yo corría seguro detrás del paso de Peque, al fin y al cabo y a nuestra escala local era mi ídolo. Le había visto dar pases por la espalda, pases sin mirar, o lanzar a canasta sin levantar la vista al aro (este último truco particularmente me lo apropié con estupendos resultados para mi estadística particular), todo ese repertorio insultante y engreído en cuanto a una magia que te abofetea que le habíamos visto por la tele a aquel tal “Magic” Johnson. Evidentemente yo, como buen sátrapa del baloncesto, intenté agenciarme aquellos trucos, por mucho que no me salieran. En todo caso lo de lanzar sin mirar al aro para despistar al defensor y anotar todavía más y engordar aquellas estadísticas anotadoras que me hacían ser máximo anotador partido tras partido y llegar a clase con aquellas pintadas en la pizarra de “Viva Epipepito”, que yo, siendo madridista y siendo mi mayor ídolo Chechu Biriukov, pues tampoco es que me supusieran ningún orgasmo adolescente deportivo (entre otras cosas porque con mi fama de feo, chepudo y desdentado sabía que no iba a suponer ningún aldabonazo en el estatus del insti, simplemente era la historia de un tipo feo y bajito que las metía casi todas)


Peque en ese sentido era otra cosa. Era rubio y guapo y parecía más hijo de California que de la extinta Montaña del Carbón de Ponferrada. Pero para mí sobre todo era otra cosa, era el tipo que daba pases por la espalda, pases sin mirar, y lanzaba a canasta sin mirar al aro. Y cuando acababa un partido cualquiera firmando yo 30 puntos en mi casillero, en realidad envidiaba a aquel chaval sólo porque había dado un paso por la espalda increíble.


Así sucedieron muchas tardes, muchos entrenamientos, muchos partidos...


Y un día, no puedo recordar ni como ni porque, aquel mago de los pases por la espalda con el que compartía cancha me confesó que era seguidor de los Detroit Pistons. Y aquel torpe imitador suyo que no sabía dar pases por la espalda pero metía 30 puntos por partido encontró además del gran referente en la estética del juego al gran aliado de lo que tenía que venir. No podía ser otro.


Y así estábamos en la primavera de 1987 cabalgando en un resuello frágil y fácil para jóvenes atletas como nosotros cuando le susurré a Peque unas palabras proféticas sólo paridas cuando corres en pantalón corto y tus huevos son golpeados por la brisa berciana. Y le dijé: “esta temporada seremos finalistas de conferencia, la siguiente campeones de conferencia y finalistas de la NBA, y la siguiente campeones y ganadores del anillo”. Aquellas débiles palabras, de un flacucho escolta que metía 30 puntos por partido, susurradas al oído de su base que repartía asistencias imposibles y lanzaba sin mirar el aro y yo le imitaba como el gran ursupador del talento que siempre he intentado ser (porque hasta para robar hay que valer), acabaron siendo proféticas. Unas finales de conferencia a 7 partidos frente a los mejores Celtics que yo haya visto (admitiendo aquí que en su día, por edad, no vi a los Russell, Havlicekc, etc), con aquel robo de Bird a Laimbeer en el G5 a falta de 5 segundos para canasta de Dennis Johnson, se lo cargó todo, retardó el dominió Piston pero respetó mi profecía, todavía me duele en el alma esa jugada... las finales del 88 con ese Kareem increíble, con 40 años, sentenciado desde el tiro libre, y el G7 con la canasta de A.C. Green para sentenciar un partido en el que en puridad fueron mejores desde el principio. Pero aquella hoja de ruta pergeñada desde el patio del Álvaro de Mendaña, susurrando al oído del mejor jugador que podía ver a mi lado en la cancha, y él único que en 1987 confesaba ser de unos Pistons que acabarían siendo equipo de moda, me sigue reconfortando y recordando porque sigo considerando que no hay deporte más mayúsculo que este y una competición a la altura de la NBA.


No la hay, no se puede entender si no como en 1987 dos flacuchos esmirriados, uno que daba pases por la espalda y otro que metía 30 puntos por partido, con apenas 13 o 14 años se declaraban fans de unos Detroit Pistons que jugaban a miles de kilómetros de nuestra casa. Pero tan cierto como que no puedo concebir mi vida sin los Jam, los Who o los Ramones, lo es que aquellos Detroit del periodo 87-90 dejaron una huella tan indeleble en mi vida como aquellos pases sin mirar de Peque, y no diré que es lo mejor que he visto nunca en este deporte porque gracias a Dios después he podido disfrutar muchas cosas a la atura o superiores, como el Madrid de Laso sin ir más lejos.


Feliz Navidad, y en 2022, por Dios, seven seconds or less... ni un paso atrás con el basket de especulación.


A lo loco se vive mejor.


sábado, 17 de diciembre de 2022

JUVENTUD DIVINA BOÑIGA

 




"La muerte de Chatterton" Henry Wallis, 1853



Sucedió una noche, sucedió en concreto esta misma noche, sucedió esta misma noche de suceso y suicidio…

Era yo apolineado y miserere en la barra de un bar en el retiro manchego, era yo en devota crepitud llevado de la mano de mi dama…

..acabé como empecé, empecé como acabé, cuando no hay dolor ni paño ni alevosía.

Acabé como empecé, empecé como acabé, ensartado en miseria y vomitando espanto… acabé como un recién nacido chapoteando en miseria de estiércol y placenta. Finalmente una vez más dulce suicidio para nuestras plácidas neuronas.


domingo, 2 de octubre de 2022

EL PARQUE ES COMO EL MAR

 




El pasado sábado 24 de Septiembre y en el incomparable marco del Cala Pop de Mijas (lo que antaño era conocido como Fuengirola Pop) tuve la suerte de ver por tercera vez a los sevillanos Los Fusiles. Banda que me tiene absolutamente entusiasmado, tanto es así que en mi particular orden trilógico, como bien nos enseñara Dante Alighieri, es una de mis tres bandas nacionales favoritas junto a Airbag y Peralta (tengo a los Pelazo ahí llamando a la puerta, pero claro, a ver cuál es la que sale para que entren los asturianos) De modo que era jornada grande porque no todos los días tiene uno la suerte de recibir la descarga en directo de las canciones de una de las bandas que ya considera totémicas en su particular almacenaje sentimental.

 

Superada ya, o eso creo, para la mayoría de los aficionados que tienen un mínimo de criterio la época de bandas panflentarias, en la que se suponía que un grupo “de izquierdas” tenía que ser antisistema (cuando es tan antisistema un abertxale radical como un neonazi) y cantar contra la policía y el estado opresor (y menos mal que ya no hay “mili”, otro topicazo al que recurrir cuando la inspiración estaba seca, es decir, casi siempre), hemos llegado a un punto en el que el discurso ha sido tomado por bandas jóvenes, con estudios, quizás con menos calle pero más desarrollo intelectual, y hablo aquí de los Biznaga o Futuro Terror, o de por supuesto sus hermanos mayores que son La URSS, o incluso de La Trinidad, que musicalmente quizás no sean tan afines pero si manejan el retruécano para estampar la realidad desde la fiereza y la rabia juvenil de estas bandas. Bandas que no caen en lo obvio ni en lo explícito para su denuncia. En el caso de Los Fusiles es otra cosa. Podríamos hablar de un cancionero de izquierda social, costumbrista, o incluso sentimental. Y ahí son imbatibles. Ahí dan en la diana con un sentido de la melodía que envuelve esos quejidos literarios en los que nos reflejan la calle y la vida de la mayoría de los seres humanos, de aquellos que no tenemos tres millones de euros en la cuenta corriente (que de entro de esa gran mayoría los haya que sigan pensando que tocar esos bolsillos es una aberración comunista y no un acto de supervivencia para no irnos todos al garete es otro tema)

 

Es la insoportable melancolía de la ensoñación, que paradójicamente es la única manera de soportar lo que no es sueño si no realidad. En todas las letras de Los Fusiles hay ejemplos de esa habilidad para no caer en lo evidente pero sugerir lo necesario. Hombres de intelecto y calles, del “primero izquierda”. Pero personalmente nunca había caído en la fuerza de una canción como “El parque”, de su primer LP. Diría que es una canción de calidad media dentro de su repertorio, no la tengo por uno de sus principales himnos. Pero ahí estábamos en la cala de Mijas, con la playa a nuestras espaldas mientras el sol caía besando el mar, y Pablo Cuevas lanzando esa declaración de principios para quienes no tenemos ese mar balsámico. Isa, que no en vano posee un alma más sensible que la mía, lloró. Y no es exagerado hacerlo (imagino que contribuyó el momento, el clima, el paisaje, Dios mío que paisaje…), porque “El parque” es una bellísima canción de… ¿amor?, ¿denuncia social?, ¿realismo social?, ustedes decidan, pero es la historia de un hombre (usted o yo mismamente) que llega a su casa (pequeña) después del trabajo, ve a su mujer, le pregunta cómo le ha ido el día, cena con ella, se acuesta con ella… y es el hombre más feliz del mundo. Con lo poco que tiene. Pero la tiene a ella (“qué se haga de noche con tu voz”), una habitación (“y la habitación es una suite nupcial”) y tras el umbral tiene el parque… que es como el mar.

 

Yo nunca he vivido en un sitio con mar, es uno de mis anhelos de futuro, pero siempre he tenido un parque cerca. Las aventuras de los parques son infinitas, y renovadas de generación en generación. Historias de amor y desamor, amistad y peleas, aventuras, peligros, requiebros… no tengo el mar con su bálsamo azul y oceánico, pero tengo el parque. Y el parque sigue siendo el colchón de mis domingos… leer en el parque, beber en el parque, escuchar el fútbol en el parque… todo lo que no puedo hacer en el mar lejano lo puedo hacer en el parque porque al fin y al cabo como cantan Los Fusiles en esta canción… “vivir es lo mismo que soñar”.

sábado, 8 de enero de 2022

EL CASO DJOKOVIC

 




El asunto Novak Djokovic no debería haber dejado de ser un simple caso más de deportista que no cumple los requisitos o trámites necesarios para participar en una determinada competición, algo absolutamente cotidiano y habitual (ahí está, por citar un caso cercano, el Barcelona esperando poder inscribir en Liga a Ferrán Torres) Bien es cierto que en el caso del tenista serbio no se trata de los requisitos de la propia competición, un Open de Australia que al contrario está deseando recibir con los brazos abiertos al actual número 1 del tenis mundial, razón por la cual se sacaron de la manga una exención médica cuya única justificación es el negocio, las audiencias y hacer caja, si no que las normas vienen de un organismo superior como es el de un estado soberano que en plena pandemia mundial establece una serie de restricciones a todo punto lógicas para quien desee entrar y permanecer en su país. Ahí debería terminar la polémica, pero este estallido mediático y guerra en redes sociales nos dibuja la realidad de una sociedad actual absolutamente desquiciada, y es que en efecto, con el covid-19 al mundo se le ha ido la olla, pero dudo mucho que se le haya ido por culpa de las autoridades que establecen las normas, afortunadas o no, para luchar contra esta pandemia y de los resignados ciudadanos que deciden cumplirlas con estoicismo y madurez. Más bien estamos chiflando viendo como este virus ha servido de vigoroso alimento para que los conspiranoícos y pirados de todo el planeta ejerzan de gustosos tontos útiles para robustecer el ya de por si hipermusculado ejército del nuevo fascismo nazional-populista que a base de estúpidas guerras culturales se nos ha ido colando discretamente por debajo de la puerta, un huevo de la serpiente cuya cría lleva tiempo mostrando los colmillos, bien asaltando el Capitolio de los Estados Unidos y mancillando una de las democracias más ejemplares de occidente simplemente porque un ex-presidente flautista de Hamelin no aceptó un resultado electoral, como vimos hace justo un año, o bien saliendo en tropel en defensa de un malcriado deportista que está en su perfecto derecho de no vacunarse pero ha de atenerse a las consecuencias de dicho acto.



Y es que el caso Djokovic ilustra perfectamente la actual infantilización de una sociedad que balbucea la palabra “libertad” pero no tiene la madurez ni el cuajo suficientes como para afrontar las consecuencias de luchar por esa libertad suya, propia y exclusiva. Un victimismo similar al del fascista que se comporta como un fascista y se queja de que le llamen fascista, porque según ese fascista la auténtica libertad debería ser poder comportarse como un fascista sin que ni un solo ciudadano de bien se lo reproche. La perversión del nuevo concepto de libertad, una libertad individual que puesta por encima del bien común, de la sociedad, no hace sino alimentar la desigualdad, la insolidaridad, las diferencias y los privilegios de unos pocos. Es la parodia del negrero que se queja de que le han privado la libertad de tener esclavos. Este es el nuevo concepto de libertad creado desde las trincheras neoliberales, trincheras que no son sino refugio y reciclaje del viejo fascismo del siglo XX. Por nuevo que parezca el disfraz la casposa ideología subyacente tiene los mismos ingredientes. Un nacionalismo rancio y un patético orgullo patriotero populista. Antiglobalización, cierre de fronteras, no reconocer organismos supranacionales que juzguen y condenen las atrocidades del estado totalitario. Oligarquía. Nazional-catolicismo y perpetuación de las tradiciones machistas y del poder de las clases privilegiadas. La libertad por la que luchan es la libertad para evadir impuestos, mejor aún no pagarlos ni contribuir a una sanidad o educación públicas, defraudar al fisco, robar y no ser juzgados, explotar a sus empleados, no pagar indemnizaciones por despido, contaminar a destajo, conducir a la velocidad que les apetezca, conducir bebidos (¿recuerdan aquello de Aznar y su “¿quien te ha dicho a ti las copas que yo tengo o no que beber para conducir?”), pegar a las mujeres, maltratar a los animales, insultar a los homosexuales, deportar a los extranjeros que sean pobres, encarcelar a los compatriotas que sean pobres, elegir sobre que debe hablar un profesor en un aula... libertad para hacer lo que te de la gana sin rendir cuentas a nada ni a nadie. Libertad para que se siga imponiendo la ley del más fuerte.


Es comprensible que estas élites luchen por su libertad, es una cuestión de supervivencia. Menos entendible es ver a quienes no pertenecen a esas clases privilegiadas haciendo seguidismo simplemente por verse a si mismos como valientes “outsiders” y luchadores por la verdad y la libertad. El covid-19 les ha venido de perlas para sacar pecho como rebeldes que no pertenecen al rebaño, que huyen del espíritu gregario de quienes siguen las normas por el bien común. En una revisión del cuento del traje nuevo del emperador no les importa ir en pelotas por la vida y soltar boutade tras boutade, desde que la tierra es plana hasta que el virus no existe, desde que la vacuna te convierte en un imán humano hasta que la nevada de la Filomena era en realidad plástico. Poco importa ir en pelotas si estás convencido de que vistes el más lujoso traje posible, el de la rebeldía, la verdad y el inconformismo, mientras acusan a quienes creen lo que ven ante sus ojos de vivir engañados por una conspiración mundial. A todo esto, estos negacionistas de todo jamás se plantearán preguntarse a quién benefician sus postulados. A quién beneficia que pese a las evidencias de cambio climático grandes empresas y estados sigan contaminando con mentalidad cortoplacista sin pensar en el daño hecho al planeta, a quién beneficia que no se escuche a las autoridades sanitarias y no se tomen precauciones frente al virus, ni por supuesto, a quién beneficia el crecimiento de unas políticas basadas en el individualismo y que debilitan al estado como garante de unas condiciones de vida mínimas (vivienda, comida, sanidad, educación...)


Y en estas llegó Djokovic como estandarte de quien no pasa por el aro de la vacunación. Actitud respetable en cuanto a elección individual, pero en el momento en el que ese individuo con esa elección sale a la calle y se cruza con otros ciudadanos ha de entender y asumir que no puede moverse por la sociedad del mismo modo que el ciudadano que sí ha elegido pasar por ese aro común. Les puedo asegurar que difícilmente encontrarán a alguien con mayor fobia y pánico a las agujas que quien aquí escribe y que lo pase peor cada vez que recibe un pinchazo, pero entiendo que vivir en sociedad significa transigir en determinados momentos sobre algo que puede no gustarme pero he de aceptar porque no soy el único hombre sobre la faz de la tierra. En ese sentido Djokovic no es más que el típico maleducado que quiere fumar delante de un grupo de gente que le ha pedido que no lo haga, pero quien en base a su libertad individual se cree en pleno derecho de poder hacerlo. Y con esta comparación tan simple se hace todavía más evidente el ridículo de quienes intentan elevar al tenista serbio como un luchador por la libertad, ridículo copado una vez más por ilustres voceros de VOX (y es que VOX y ridículo son sinónimos) como Javier Negre o Hermann Tersch a la cabeza.



A quien haya reflexionado un poco sobre esta sociedad infantil que solloza por una libertad que nunca ha perdido, pero que en todo caso reivindica ejercerla sin consecuencia alguna por mucho que joda al prójimo (ya lo hemos explicado, el fumador que quiere fumar delante de los demás, el conductor borracho... jode a los demás) no le puede pillar por sorpresa que sea precisamente VOX, nuestra particular representación de la caspa nazional-populista, el partido político que intente aprovechar el caso Djokovic para seguir alimentando el fantasma de una conspiración pijo-progre-comunista y seguir vendiendo un discurso victimista con pleno calado en redes sociales, grupos de WhatsApp y demás territorios abonados para la manipulación, la mentira y las “fake news”. Incluso y si es necesario pasando por encima de un ícono nacional como Rafa Nadal quien ha expresado con sensatez lo que piensa una gran parte de la sociedad (y la mayoría del mundo del tenis a la cabeza), que lo de Djokovic se lo ha buscado él. Nadie más tiene la culpa.



No quiero entrar en ataques “ad hominen” ni caer en el “haterismo” hacía un personaje como Nole quien por otro lado lo pone muy fácil. No hace falta irse muy lejos para recordar como cuando la mayoría del mundo del deporte (y la sociedad en general) empatizó con la gimnasta Simone Biles tras su abandono de los Juegos Olímpicos de Tokyo por problemas de salud mental (una Biles de quien además hemos sabido que ha sido una de las muchas víctimas de abusos sexuales del ex-médico de la selección femenina de gimnasia estadounidense, Larry Nassar), Djokovic se desmarcó del “rebaño”, que es lo que mola, para decir aquello de que la presión para un deportista de élite es un privilegio... a los dos días le veíamos rompiendo una raqueta y tirando otra a la grada porque un chaval asturiano llamado Pablo Carreño le dejaba sin medalla en la cita olímpica. Todo muy maduro. Muy de líder del mundo libre. Más recientes han sido sus encuentros y sobremesas con controvertidos personajes como el militar genocida Milan Jolovic, líder de Los Lobos de Drina, quienes entre otras hazañas participaron en la matanza de Srebrenica (8000 bosnios musulmanes fueron masacrados y ejecutados por el ejército de la República Srpska) o el nacionalista serbio Milorad Dodik, quien acaba de ser sancionado por el Departamento del Tesoro estadounidense acusado de desestabilizar Bosnia y quien ya había sido amonestado en 2017 por violar los Acuerdos de Paz de Dayton. Anécdotas que pueden dar una idea de la mentalidad de Djokovic y su visión del mundo. No pasa nada. Conozco gente que a diario levanta el brazo derecho, grita “¡Viva Franco!” y canta el “Cara al sol” y luego corre llorando diciendo “¡mamá mamá, en el colegio me llaman facha!”. La infantilización de la sociedad.