¡Cómo
Stallone! ¡Cómo Schwarznegger! ¡Cómo Van Damme! ¡Cómo Bruce
Willis! ¡Cómo Resines! ¡O cómo Rocco Sifredi! Francisco Franco,
el genuino “action hero” español, enseña nacional del
anticomunismo, liberador de la patria y el cristianismo, siempre
gana. El general dictador que lo dejó “todo atado y bien atado”
sigue ganando batallas desde la tumba.
Y
es que piénsenlo bien. Pase lo que pase la victoria, la razón,
vuelve a estar del lado de los de siempre. Los que no sólo ganan
guerras, es que no admiten segundas partes. Si Franco sigue por los
siglos de los siglos, “ad eternum”, descansando en su mausoleo
porque sacarlo de ahí es “desenterrar los fantasmas del
franquismo”, como dicen algunos, consigue su victoria física,
perenne, de símbolo eterno para nostálgicos de las épocas en las
que se dictaba “orden y seguridad” a porrazo y tentetieso. Sí,
como se lleva años intentando, finalmente y en un acto de normalidad
se le da sepultura común despojada de honores, su victoria será la
del victimismo (terreno para el que ya la llevan abonando tiempo ha
los “perofranquistas”), pobre dictador cuya memoria ha sido
víctima del vil rojerío vengativo que sólo busca romper España.
Y
es que este moderno “perofranquismo” (los de “yo no soy
franquista pero…”) ha venido a salvar al franquismo, ese
movimiento que nos decían residual pero quizás no lo sea tanto. Si
la llegada de inmigrantes a nuestro país ha quitado las caretas del
racismo de nuestra sociedad (mostrando el movimiento "peroracista",
el de "yo no soy racista pero es que viene un negro en patera y
le dan de todo, una casa, coche, suscripción a Netflix y un abono en
el Bernaneu"), una decisión que en la mayoría de países
europeos no ofrecería debate ha puesto de manifiesto que el
franquismo no es cosa exclusiva de cuatro “freaks” nostálgicos
que comen churrasco en Casa Pepe mientras cantan el “Cara al Sol”.
Personajes a los que mirábamos incluso con ternura mientras nos
hacíamos fotos con ellos, como vestigios de otra época que nunca va
a volver, nunca debería volver. Quizás suceda como con Aznar cuando
nos confesó que hablaba catalán en la intimidad, y en realidad
personajes tan exóticos como los alcaldes de Beade o Baralla,
quienes manifiestan su franquismo sin complejos, conviven con
franquistas reciclados que han permanecido años callados, pero en
cuanto han visto la posibilidad de sacrilegio sobre el mayor de sus
símbolos han descubierto su verdadera naturaleza (eso sí, siempre
con el “yo no soy franquista” por delante) Estamos a un simple
paso de que aceptemos con naturalidad el discurso de que la dictadura
de Franco fue una bendición para España, o cuanto menos un mal
menor frente al comunismo y la judeomasonería, movimientos que
siguen controlando el mundo en la sombra, hoy día además apoyados
por los lobbys homosexuales, feministas, musulmanes y negros, todo en
un batiburrillo ideológico que conspira a base de ingeniería social
para acabar definitivamente con el hombre blanco católico occidental
y heterosexual, cosa que según los alarmistas conspiranoícos está
a punto de suceder, pese a la resistencia de Rusia, actual “reserva
espiritual de Occidente” y donde todavía se puede contemplar el
mausoleo de Lenin. Quizás ese debería ser el nuevo lugar de
peregrinación para los franquistas españoles.
Transcribo
literalmente frases leídas estos días y semanas, escritas o dichas
por distintas personalidades de la sociedad española o de los medios
de comunicación, en algunos casos se trata de personas nunca
declaradas ni reconocidas como franquistas ni simpatizantes del
movimiento:
“Franco
gobernaba pacíficamente en España… la mayoría de los españoles
estaba encantadísima con su Caudillo” (Juan Manuel de Prada,
artículo de opinión en ABC)
“Por
la vileza del Gobierno y la cobardía de la Oposición, vamos a
asistir al triunfo de la manipulación más paradójica de nuestra
historia: desenterrar al dictador que ganó la guerra a los
partidarios de una dictadura comunista… Ideológicamente, supone
también el triunfo póstumo de Franco, que no creía que los
españoles estábamos hechos para vivir en democracia” (Federico
Jiménez Losantos, artículo de opinión en Libertad Digital)
“Tienen
los resentidos muchas cosas por derribar previamente. La Seguridad
Social, fundamental obra personal de Franco. La gran red de
Hospitales Públicos, desde La Paz y el Piramidón al Gregorio
Marañón, que se llamaba Francisco Franco cuando en maternidad no
reservaban una planta entera para que no fueran molestados ni
incomodados los padres de dos mellizos. Y pueden y deben pulverizar y
dinamitar todas las grandes obras públicas del franquismo, y ahora
que estamos en verano, los pantanos principalmente. Todas esas obras
se construyeron en una situación económica cercana a la ruina, y
con unos impuestos ridículos” (Alfonso Ussía, artículo de
opinión en La Razón)
"Franco
sólo fue un hombre, con sus aciertos y errores. No merece tanta
atención e inquina por su parte. Si creen en Dios, dejen que sea el
Supremo Juez el que le juzgue" (Alex Navajas, artículo de
opinión en Actuall)
“La
Historia castigará a quien profane este Templo grandioso, no por el
tamaño de la Cruz, sino por el fraternal abrazo que representa,
acogiendo bajo sus brazos a un solo pueblo reconciliado” (Luis
Alfonso de Borbón en su cuenta de Facebook)
“Tenemos
la sanidad pública gracias a Franco, todo el mundo tenía trabajo en
esa época” (Kike Calleja en “Sálvame”, Tele 5)
“Este
es el plan: Exhumar a Franco, luego volar la cruz, santificar al
Frente Popular, demonizar a la Iglesia, debilitar al Ejército,
disolver la guardiacivil, prohibir los toros, abolir la Monarquía,
deslegitimar la transición, trocear España... No pararán hasta
conseguirlo...” (José Manuel Soto en su cuenta de Twitter)
Pero
nada comparado con la DECLARACION DE RESPETO Y DESAGRAVIO AL GENERAL
D.FRANCISCO FRANCO BAHAMONDE. “SOLDADO DE ESPAÑA” firmada por
181 militares retirados, algunos con cargos tan importantes como Juan
Enrique Aparicio, quien hasta 2016, solamente hace dos años, fue
Jefe del Mando Personal del Ejército de Tierra español, Alberto
Asarta, ex –jefe de la misión de la ONU en Líbano, o Emilio Pérez
Alamán, ex –jefe del Mando Militar de Canarias. Una declaración
que tristemente constata la realidad de que en un estamento tan
importante como el ejército, el franquismo ha seguido instalado en
gran parte de las altas esferas.
Habrá
quien esté ya pensando en el proverbial “y tú más”, tentado de
contraatacar con artículos y pensamientos anti-franquistas (de hecho
los 181 militares franquistas ya han recibido contestación por parte
de otros soldados en activo y guardia civiles quienes además si se
enfrentan a sanciones, no como los firmantes retirados) en el
colmo del disparate, equiparando la oposición a un totalitarismo
fascista con la adhesión a dicho régimen, cuando precisamente lo
lógico y lo normal en un país democrático sería el desprecio a
cualquier mínimo vestigio de un pasado totalitario. No obstante, y
afortunadamente (pese a lamentables casos que no vamos a recordar
ahora) en España se disfruta de una buena dosis de libertad de
expresión, y evidentemente cada cual es libre de adherirse al
pensamiento que considere oportuno y elegir como salir retratado en
la foto. Pero que no nos engañen con que el franquismo es cosa de
cuatro pelagatos sin oficio ni beneficio. La nostalgia franquista ha
estado siempre presente en una gran parte del pueblo español.
Simplemente se trataba de un traje que no se atrevían a ponerse en
sociedad. Reciclarse en un centro-derecha moderado, o peor todavía,
en un liberalismo de pega que nadie puede creerse y al que se le ven
las costuras en cuanto se tocan ciertos temas claves (aborto,
inmigración, prebendas de la Iglesia, derechos de los
homosexuales, seguridad ciudadana, fuerzas del estado, y
por encima de todo, una identidad unitaria española en la que no
cabe debate de ningún tipo) ha servido para alejarles del foco
mientras dejaban a unos cuantos descerebrados la visibilidad de la
añoranza de la España una, grande y libre. Descerebrados que sin
complejo alguno no han renunciado al franquismo en ningún momento.
Descerebrados, sí, pero al menos coherentes, a diferencia de estos
casposos nacionalistas españolistas que igualmente se levantan cada
mañana pensando en una nueva cruzada (comunistas, izquierdistas,
rojos, demócratas, centristas, derechistas, liberales, feministas,
homosexuales, bisexuales, ecologistas, inmigrantes, negros,
africanos, musulmanes, judíos, orientales, vascos, gallegos,
catalanes… siempre hay una cruzada que librar) para defender ese
concepto de España que no entiende discrepancia alguna. La España
del inmovilismo absoluto. La de “el Valle no se toca”.
De
modo que Franco siempre gana. Atentar contra su glorioso recuerdo
supone enfrentar a los españoles, enturbiar el ambiente, distraer la
atención, y, ojo, incluso cargarse la democracia. Desde el argumento
de los de “yo no soy franquista pero exhumar a Franco es crear un
clima de confrontación” hasta los de “yo no soy franquista pero
esto es claramente el primer paso para cargarse la democracia e
instaurar una dictadura comunista”, tienen ustedes un amplio
abanico de razones para que el señor que lo dejó todo “atado y
bien atado” siga atando nuestras manos, la de unos españoles que
queremos avanzar de una vez y olvidar el pasado, ese que los
“perofranquistas” dicen no importarle, pero no cesan en su empeño
de recordarnos lo malas que fueron las repúblicas, la suerte de que
ganase Franco y no “los otros” (de que ganase una guerra civil
iniciada única y exclusivamente precisamente por el bando vencedor), y de hacer cabriolas
interpretativas sobre la realidad de una dictadura de 40 años, cuyo
último y definitivo vestigio permanece como el mayor tabú nacional
por encima incluso que el de la monarquía borbónica.
Franco
siempre gana. Es el bueno de la película.