"El caminante sobre el mar de nubes" (Caspar David Fiedrich, 1818) |
“PRODIGIO DE MIS VEINTIPICO AÑOS”
Ahora que estoy sentado en el
vestíbulo de una estación,
sugiero que mi vida nuevamente vuelva
a zarpar hacia la aventura,
prodigio de esta edad maravillosa
en la que la mayoría de mis amigos han
envejecido y perdido todo rasgo
de bonhomía.
No envidio sus novias,
ni sus trabajos,
ni sus astutas responsabilidades.
Ellos deberían envidiar mis pesares,
mis conflictos,
mis pesadillas,
mis deudas con Dionisos.
Así se escribe la vida,
con cicatrices feroces marcadas por el
Johnnie Walker,
con llantos imposibles de amores más
imposibles,
con el veneno cruel que recibimos al
nacer,
y ser inquieto como una hiena,
esa es la única salvación en un mundo
de estatuas afligidas,
y asesinar,
asesinar el tiempo como quien asesina
un niño en una guerra,
revolcarse en el fango,
olvidarse de las madrugadas azules,
trabajar sin compasión el difícil arte
de la estética,
limpiar los botines,
planchar el abrigo,
buscar otoños más pálidos que estos y
muchachas más bellas que estas,
quemar los pasquines políticos,
incluidos los del Partido Comunista,
devorar la vida a bocados
distrayéndose.
Y eso me lo enseñó Vinicius:
“A coisa mais divina que hay no
mundo,
e viver cada segundo,
como nunca mais...”
...lástima que los demás se
olvidaron de zarpar.
LUIS CIFER 1.999
“CUANDO ERAMOS REYES”
Hubo un día en el que realmente
fuimos reyes
y nuestro hálito portaba alegría,
¿recuerdas...?
“Teenagers” hermosos y saciados,
nuestros muslos competían por ser los
mejores
y en las cenas sacábamos nuestras
pipas de oro.
Yo recuerdo sus ojos ,
sus manos benditas,
la mirada del amor y los cocktails...
Johnnie Walker, White Label,
Ballantine`s,
¡Qué nombres para la felicidad!
Yo recuerdo la sala del cine y
“Quadrophenia”,
recuerdo mi parka llorando en la
pensión,
recuerdo las colillas,
la aguja del tocadiscos,
recuerdo a los Who, a los Clash y a
los Jam.
Recuerdo a un profesor con pata de
palo,
y una canción que compuse sobre un
coche.
...y recuerdo tus ojos,
y los míos,
y tus manos benditas.
Recuerdo cientos de kilómetros,
cientos de horas,
cientos de risas.
Recuerdo hacer surf en la bañera escuchando a Dick Dale,
recuerdo cada paso que dí con una
botella de Jack Daniel`s,
era mi cumpleaños.
Recuerdo el primer beso y el último,
y las erecciones de los sábados por la
noche,
y la última copa,
y el
primer mediodía,
y el invierno,
y el verano,
y el sol sobre tus cabellos rubios,
y la humedad de tus labios y tus
bragas.
Recuerdo los campeonatos de futbolín a
oscuras
y las primaveras con esquinas rotas.
Recuerdo aquel día cuando eramos reyes
y nuestras noticias eran que
siguiéramos vivos
y hermosos y decadentes,
y escuchar “Flor de Pasión” en una
habitación realmente pequeña...
...y recuerdo que hoy es sábado y
dentro de cinco minutos voy a salir a
olerte.
LUIS CIFER 2.000
“DULCE VENENO PARA NUESTRAS
PLÁCIDAS NEURONAS...”
Lucidez...
...y al mismo tiempo...
...nada.
Escribo esto como quien escribe al
viento,
deseando que le arrastre,
que lo lleve,
que lo guíe,
que lo conmueva...
Veinte años,
y siempre te imaginaré así.
Las voces instructivas exiliadas...
La ingenuidad física amargamente
venida abajo...
¡Ay! El egoísmo infinito de la
adolescencia.
¡Qué lleno de flores estaba el
mundo aquel verano!
Los aires y las formas
moribundas...
¡Un coro para calmar la impotencia
y la ausencia!
¡Un coro de cristales, de melodías
nocturnas!
...en efecto, Arthur, los nervios
están a punto de zarpar.
El poema que te prometí es una
alianza entre lo eterno y lo efímero...
La vida se me cae encima...
LUIS CIFER, alguno de aquellos
veranos en los que fuimos reyes.
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