En 1999 pase trece días con sus noches ingresado en un
hospital. Por aquellos tiempos no había tocado un ordenador más allá de mi
viejo Spectrum 48 K de la infancia, diría incluso que les tenía fobia, y eso de
internet me sonaba directamente a chino. Eran tiempos en los que las horas las
consumía uno jugando con su cerebro. Resultado de aquellas jornadas
hospitalarias acabaron siendo paridos de mi mente una serie de poemas malditos
y enfermizos, que intentarían constituir un corpus reunido bajo el título de
“Enfermera de noche” y escrito con el pseudónimo, nada original he de admitir,
de Luis Cifer (personaje que luego resucité en mi novela “El sobaco de Baco”),
haciendo un guiño a una de mis bandas favoritas como siempre han sido La Mode.
De hecho a la salida del hospital aún retomé el proyecto que fue muriendo poco
a poco como tantas otras pequeñas aventuras en mi vida. Los versos jamás vieron
la luz y es la primera vez que hago públicas estas palabras. Esto es un pequeño
extracto de lo que resultó de todo aquello, en próximas entregas desgranaré el
resto de aquellas infectas páginas manuscritas. Fueron tiempos en los que no
podía recurrir a ninguno de los “paraísos artificiales” de los que hablaba
Baudelaire. Quizás por eso mi fiel compañero El Delirio caminaba a mi lado con
mayor brío que nunca…
“ENFERMERA
DE NOCHE”
¿Por qué se me apagan las amígdalas cuando la veo?
Me apetece frotarme, frotarme contra ella.
Dárme un festín de sexo. Si es
cierto que somos hijos airados de la
locura, y los barcos algún día zarparán
al mar del olvido, dejadme disfrutar sólo
de cinco minutos a su lado, cinco
minutos de su respiración agitada de
hembra hiriente, de mujer aséptica y
limpia de ideologías. ¿Acaso no cumplí
todos vuestros preceptos? ¿Acaso
no sangraron mis oídos al oír vuestras
voces?
Aquí me tenéis, vago de rumores y
amapolas, con los ojos inyectados en
sangre. Sangre..., ¡maldita sangre! Ojala
no corriera por mis venas, ojala
fuera una piedra, como quería Rubén Dario.
Manchado de tuberculosis y podrido de
artimañas silenciosas la espero.
No me amará. Es imposible que me ame, pero
sus pasos, el tacón de sus
botas, es el sonido más dulce que he
escuchado desde que me trajeron
aquí, rebosante de enfermedad.
Ojala tuviera un solo instante para
lamerla, para lamer su vientre, su sexo,
sus pezuñas de animal dionisiaco.
Es este fervor lo que me mantiene vivo, su
aroma, el aroma que alguna vez
tuve
en las tabernas, en los cines, en los museos, en las calles de la ciudad
que quizá no vuelva a pisar.
Su blancura, de virgen inmaculada, me hace
sentirme devoto, yo que jamas
profesé devoción ninguna.
Pero vuelve el mal, ¡vuelven las risas!,
que surgen no se yo de donde, y
quiero que me sigan acariciando las
tinieblas, que se me constipen las tripas,
¡que no salga de aquí, mientras sea de
noche!
Noche, noche, bendita noche que me la
traes envuelta en blanco y maquillada
de esperma.
LUIS CIFER 1.999
“PSYCHO THERAPY”
Lo poco que me queda de cerebro,
viaja a la velocidad de la luz en un frasco
aséptico
hacia un lugar de ninguna parte
en medio del lavabo de señoras.
Me han asegurado que venderán mi piel a
buen precio
en la próxima subasta del hospital.
Las uñas de los pies me las he arrancado
poco a poco,
para tener un poco de dolor en las encías
sangrantes de mi pijama.
Si Dionisos me viera ahora,
se burlaría de mí y me escupiría por
empequeñecerme de este modo.
Pero no fue mía la culpa,
de besar esa alfombra tapizada de sangre
oxidada,
ni de tener champán en las venas.
Ahora suena la bocina de la ambulancia,
y me sacudo un mordisco al tímpano que me
queda.
LUIS CIFER 1.999
“EXCREMENTO SOBRE NUESTRAS CABEZAS”
Escribir poesía desde la cama de un hospital,
es tan bonito como sumergir la cabeza en
una taza del water llena de moscas
muertas.
No obstante,
la sonrisa se me hiela si pienso en tí
Pues esto no es más que un poema de amor.
LUIS CIFER 1.999
“VENUS PUTREFACTA”
Ahora que tu alcoba está vacía,
y mi veneno navega en tus silenciosos
ojos,
ahora,
que agachados recogemos el trigo que
sembramos desnudos
sólo ahora tengo ganas de vomitar
en silencio,
sin que nadie se lo crea,
sin que nadie vea como derribo tus
pestañas a escupitajos.
LUIS CIFER 1.999
“IMAGEN NOCTURNA DE SESOS
MACHACADOS”
Cien mil colillas arden en los surcos del
suelo,
mientras las cucarachas se pegan un festín
de sangre y semen,
los alcohólicos hacen cola para
cicatrizarse las heridas del alma,
y tú, hermana,
no se sabe donde esperas.
Las aventuras se acaban como el gas de los
letreros,
y nos hundimos los ojos,
para
no mirar los camellos elegantes con sus puros de espanto.
Podemos pisar la mierda,
y los pantalones cortos de los niños,
las tapas de las alcantarillas que saben a
limón,
y esas ratas que afilan sus lápices bajo
las cloacas.
Dáme un beso podrido,
mientras me orino en la última esquina
libre de la ciudad,
esa en la que todavía no me pusieron la
pegatina de “tu ayuntamiento funciona”.
LUIS CIFER 1.999
“ANTAÑO
TE OLÍA EN LOS WATERES PÚBLICOS”
Me gustaría volver a lamerte como ayer,
hundir mi lengua en tu coño mojado,
y que lo cerraras,
y que me mordieras,
y folláramos en las cloacas entre las
ratas,
y entre las jeringuillas nictálopes,
y entre los majestuosos condones usados,
y los ríos de esperma maloliente
agitándose,
y tú dándome la mano,
y la música sonando,
Burt Bacharach :
“It’s time to get ready,
time to get
ready,
it’s time
to get ready for love”
... y ese vals sanguinario que
azotara nuestros traseros,
por haber sido tan malos como una mañana
de domingo,
o una peste de sábado sin sexo ni
alcohol.
Ahora las alimañas compiten a vómitos
y a suicidios silenciosos de madrugada,
y tras hundir mi dedo en la peste de tu
culo,
escupo mis veinticinco años de mierda y
veneno.
Amén.
LUIS CIFER 1.999
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