Una
de las características principales del nacionalismo, y hay que
recordar siempre por detrás del victimismo, según el cual el
infierno siempre son los otros y la nación en cuestión vive
oprimida por diversos enemigos tanto exteriores (otras naciones o
potencias que pueden suponer tanto un peligro bélico o de invasión
física de territorio como de competencia económica o cultural) como
interiores (los habituales traidores a la patria, peligrosos
elementos ideológicos que atentan contra la pureza y esencia del
pensamiento nacionalista), sería otra de las características como
digo la reivindicación del pasado glorioso en el que sol no se ponía
en el imperio en cuestión por contra un presente gris en el que la
patria o país ha perdido el fulgor de antaño debido a la culpa de los
desnortados dirigentes actuales que han traicionado el auténtico
espíritu nacional (entroncando por tanto con el victimismo que busca
enemigos en este caso interiores) tendiendo puentes y abriendo
fronteras al exterior en demasía (en nuestro continente no hay más
que observar la “eurofobia” de cualquier nacionalismo y el empeño
en cargarse la Unión Europea)
Así
en España el nacionalismo actual, cuya punta de lanza proviene de la
fundación DENAES (Defensa de la Nación Española), revestida de una
pátina intelectual gracias principalmente al calor de una figura tan
potente como el filósofo Gustavo Bueno, padre espiritual del
movimiento quien en 2001 publicó junto a Santiago Abascal la obra
“En defensa de España. Razones para el patriotismo español”, y
sacudiéndose así la caspa del nacional-catolicismo del cual también
beben igual que el nazional-bolchevismo de Limonov y el llamado
“rojipardismo” se inspira por igual en comunismos y fascismos
entroncando en el espíritu nacionalista y patriota, el nacionalismo
español actual como decía mira a ese pasado glorioso imperial e
imperialista, potencia “generadora” (siempre citando a Bueno)
mientras reniega del presente papel de España en el mundo, errado y
equivocado y preso de las garras de ciertos movimientos sociales
ligados a la izquierda actual, la cual, como no podía ser de otro
modo, no es que sólo sea también traidora a la patria, es que la
principal traidora, el enemigo de España por antonomasia. Se
presenta así a la socialdemocracia moderna como un sistema débil incapaz de
defender la nación, con lo cual es inevitable el retorno a los
totalitarismos que siempre han caminado parejos a los nacionalismos.
Mirar
al pasado para desmontar mitos y derribar leyendas negras en base al
rigor histórico es algo totalmente reivindicable. Contextualizar
situaciones, diseccionar y comprender cada escenario es necesario.
Incluso denunciar discursos repletos de maldad y odio hacia nuestra
historia tejidos desde otras latitudes. Hacerlo envuelto en la
bandera rojigualda apelando al patriotismo y buscando con ello el
camino al poder político ya es otro tema y algo que hay que dejar a
auténticos “profesionales” del vivir del cuento.
Lo
que no puedo evitar es preguntarme es si dentro de varias
generaciones, nuestros compatriotas españoles del futuro, mirarán
atrás, a este 2020, y serán capaces de contextualizar y diseccionar
nuestro presente como nosotros no estamos sabiendo hacer. Si se
rebelarán contra campañas y bulos propios y extranjeros, contra
periodistas de otros países que aluden a la inteligencia de nuestros
ciudadanos o contra tertulianos patrios que hablan de un estado que
torpedea la libertad del español de principios del siglo XX. Si se
preguntarán cómo es posible que se diera pábulo a tanta
información tan poco rigurosa como algoritmos australianos que nos
sitúan como el país con peor gestión ante la crisis a la par que
desde dentro nos empeñábamos en seguir clamando sobre una presunta
censura en redes sociales (a lo mejor hasta se acuerdan de la Ley
Mordaza) Si se fijarán en que a día 13 de Mayo de 200, cuando
escribo esto, España arrojaba un porcentaje del 66,95% de
recuperados (180470 de 269520, cifras extraídas de la web
estadounidense Worldometer, una de las más completas en ofrecer
estadísticas sobre la pandemia y con actualización a tiempo real),
un 23,05% de casos activos, y un doloroso 9,98% de fallecimientos.
Sólo Alemania presenta cifras más alentadoras (85,81% de
recuperados, 9,7% casos activos, 4,47% fallecidos) Pero si nos
comparamos con el resto de grandes países de nuestro entorno afectados por la pandemia parece
que nuestra eficiencia sanitaria no sale tan mal parada. En Italia
sólo se han recuperado el 49,29% de los infectados, mantiene un
36,73% de casos y los fallecidos ascienden al 13,97%. Francia ha
recuperado al 32,42% de los pacientes, mantiene un 52,43% de casos
activos y la tasa de mortalidad es del 15,14%. Nuestro vecino
Portugal sólo ha recuperado a un 10,79%, pero sus casos activos son
el 85,03%, por contra presenta un 4,16% de fallecidos. Reino Unido no
presenta número de recuperados, sólo podemos observar su 14,43% de
fallecidos y por tanto un 85,41% de casos activos ya que como decimos
no informa recuperados (por si no se habían dado cuenta, aquí cada
país hace las cosas a su manera) Fuera de Europa, en Estados Unidos
se han recuperado un 21,06% de los infectados, mantiene un 73,01% de
casos activos y han fallecido un 5,92% de los enfermos. Brasil
recupera a un 40,73%, mantiene un 52,27% de enfermos y ha perdido un
6,99% de vidas del total de contagiados por covid-19.
Se
preguntarán en definitiva los futuros españoles si realmente se
hicieron tan mal las cosas en un país que afrontaba recientes recortes
sanitarios y aun así mantenía una esperanza de vida muy alta (la más
alta del mundo junto a Suiza y Japón), cuestionarán el patriotismo
de quienes piden salir a la calle a manifestarse en plena pandemia y
reprocharán su irresponsabilidad y falta de amor al país en unos
momentos tan duros que exigían otra mentalidad que no fuera la
pirotécnica e incendiaria. Derribarán en definitiva la leyenda
negra de la España 2020 y la covid-19.
Mientras
tanto seguiremos viendo como lo más “patriota” ahora mismo es
salir a las calles sin respetar las medidas de seguridad a pedir la
dimisión del gobierno insultando y agrediendo a las fuerzas de orden
público.
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