Lo cantaban The Queers en uno de los
más deliciosos versos dentro de un LP maestro que estaba plagado de
ellos, como fue el “Love songs for the retarded”, una colección
de himnos rotundos de principio a fin, entre ellos ese “Granola-Head”
que retumbaba como solipsista lema punk-rocker a mediados de los 90
para jóvenes y coléricos cretinos como yo. No nos interesaban ni
los bares llenos de gente, ni ligar con chavalas, ni estar a la
última moda. Preferíamos quedarnos en casa escuchando a los
Ramones.
Claro que la realidad era otra porque
en la Ponferrada de los 90 disfrutábamos de un buen número de
locales de rock and roll que convertía en misión imposible el
quedarnos en casa. Saloon, Barracuda, La Meca, Metrópolis,
Quijote... ¡qué suerte tuvimos!
Y ahora nos encontramos ante el primer
fin de semana del estado de alarma por coronavirus. Era cuestión de
días que llegásemos a la reclusión forzosa, y por desgracia pese a
lo que escribí en las dos entradas anteriores de este diario, mucho
me temo que haber dejado al libre albedrío del ciudadano la conducta
a seguir durante esta crisis hubiera sido un poderoso aliado para la
expansión del virus. No hace ni media hora todavía he visto alguna
terraza alegremente montada en la calle ocupada por despreocupados e
irresponsables compatriotas que, ya que ellos se sienten bien, a ver
porque no van a darse el capricho de tomarse una jarra de cerveza aun
existiendo la posibilidad de contagiarse o peor todavía contagiar a
algún vecino en grupo de riesgo.
Ha sido una jornada agotadora, ha
habido momentos en los que ya he llegado a perder la noción del
tiempo. Todo ello rematando una de las semanas más estresantes que
pueda recordar. Y no por volumen de trabajo, si no por capear el
temporal en unas circunstancias tan adversas. Ese “clean living
under difficult circumstances” de los mods trasladado al ámbito
laboral. Pero lo hemos sacado adelante. Esto merecía celebrarse con
una buena cerveza brindando con un amigo...
...pero una, otra más, de las cosas
terribles que nos deja esto es que ahora mismo no se cuando podré
volver a abrazar a mis amigos.
Toca quedarse en casa escuchando a los
Ramones.
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