miércoles, 29 de abril de 2015

LA GRAN PELEA









No se recuerda nada así, por lo menos desde la última vez en que no se recordaba nada así. Tal es la magnitud del acontecimiento. Los más viejos del lugar rememoran otras batallas legendarias apurando sus orujos en las barras de los bares, mientras escrutan con sus ojos hundidos en las bolsas de la vejez las últimas noticias del combate que ofrecen los diarios deportivos.

La expectación es máxima y cada paso, cada gesto y cada palabra de los protagonistas es un titular de algarabía informativa. Periódicos, radios y programas de televisión. Redes sociales, blogs y foros de internet. Se narran sucesos extraordinarios, se habla de ungüentos maravillosos para los muslos y bíceps de los colosos. Calzones de oro y borceguíes plateados. Diamantes incrustados en los guantes. Fuegos artificiales a la hora del pesaje, por el que además los espectadores entregarán por vez primera estipendio. 

Y se cuentan los días, las horas, los minutos y los segundos que restan para que el árbitro, figurín en blanco y negro primero y espectador de lujo en el rojo de la sangre después, separe  ambos cuerpos aceitosos y comience el baile de ganchos, uppercuts y jabs. Exhibición de músculos y abdómenes retransmitida a todo el globo terráqueo donde se sirven los licores y se jalean los golpes. Los corredores de apuestas enloquecen, los narradores deportivos enaltecen, los grandes empresarios se enriquecen. Todos los ojos de la especie humana se posan por unos instantes en esos dos torsos desnudos y vigorosos en su pura danza de Eros y Thanatos. Las mujeres se desmayan ante la visión de los titanes. Los hombres envidian para sí esos cuerpos cincelados.   

Y llega el combate ¡Qué hermoso discurso de puñetazos! ¡Qué verdad desnuda y cruda la que firman esos puños! La humanidad reducida a un intercambio de ostias, hostias y rehostias. Leches por aquí y por allá. Sangre a borbotones y algún diente saltando a las primeras filas que próximamente será subastado en Ebay. 


Y de repente, en medio del festín de sudor y hemoglobina… uno de los púgiles saca un tablero de ajedrez. Lo estampa en la cabeza contra su rival y es declarado ganador por Knock Out. El intelecto vuelve a ganar.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario