sábado, 27 de marzo de 2021

PANEM ET CIRCENCES 2021

 






Opinar sobre el último “tema de moda” es tan cansino que he dejado pasar los días, las horas y los minutos, dejar que el tiempo muera y nos devore y que el tema de moda pase de moda dejando paso a otro tema de moda. Pero no es el caso, porque este es el “tema”. Dentro de la denominada “guerra cultural” ideada desde Estados Unidos por Steve Bannon y ya plenamente transplantada a Europa no hay ningún tema mayor que el feminismo. Dentro de esa supuesta (e inventada por la derecha) “superioridad moral de la izquierda” no hay ningún tema más goloso que el feminismo... ni homosexualidad, ni racismo... sólo el feminismo ha alcanzado esa condición de “Gran Satán”, sólo el feminismo ha sido equiparado literalmente y sin ningún tipo de complejos como el “nuevo nazismo”. Casi nada.



Por eso el espectáculo de Rocío Carrasco, anteriormente conocida como Rociíto, es “el tema”, porque toca lo que toca y aquí está el nicho donde políticos de medio pelo basan toda su razón de ser y periodistas o analistas de apenas cuarto de pelo llevan años explotando el filón, en este caso del anti-feminismo, lo cual les otorga extraordinarios réditos y aplausos varios desde las bancadas de nuestro particular Cromagnon social. Siempre dejando claro eso de “vaya por delante que Antonio David Flores me parece un chulo y blablabla...”, ese perenne “excusatio non petita” que demuestra un “accusatio manifesta”. Seguro que lo han visto infinidad de veces, esas vomitonas dialécticas que comienzan con un “yo no soy racista pero...”, “yo no tengo nada contra los gays pero...” y por supuesto “yo soy muy feminista pero...”



He tardado en abordar este tema que no es si no una enorme pérdida de tiempo porque aunque no lo crean yo también me impongo mi propia autocensura (desde siempre, y creo que es necesario) y muchas veces no digo lo que pienso. ¿Miedo a algo o alguien?, bueno, más bien ganas de no caer en un lodo que ni me va ni me viene y ya lo han creado quienes piensan que la realidad del mundo en el que vivimos se condensa en un tweet. Pero en este caso he de decir que la dirección predominante, ese pensamiento único y mayoritario, al menos en lo que yo he visto (lo siento pero en mi círculo íntimo no tengo a Irene Montero o Iñigo Errejón) no he apreciado ni un sólo apoyo a la tal Rociíto. Al final si el fulano la ultrajaba o no es lo de menos, aquí de lo que se trata es de lo malo que es el feminismo. Sí, claro, mucha culpa es del propio feminismo por exhibirse de este modo, pero como he escuchado alguna vez, si hay una manera de que el movimiento feminista se desvirtúe y pierda razón de ser es dejándolo en manos de gente que nunca en ni un solo momento de su vida han luchado por el feminismo y se atreven a dar lecciones de feminismo, de un presunto feminismo “light”, moderado, a la par que equiparan el feminismo con el nazismo... son los del “excusatio non petita”, es Pablo Casado diciendo que lleva 20 años hablando de feminismo. Me fascina la sinvergonzonería de este tipo de políticos que son capaces de erigirse en abanderados de cualquier causa y contrarios a la misma si hace falta, que pueden hablar de algo que no les ha interesado en la vida como el feminismo con la misma ligereza que pueden hablar del Ibex 35. Lo cual tampoco garantiza que sepan de lo segundo, más bien al contrario, esta nueva generación de políticos neo-liberales anti-estado tienen unos conocimientos de economía irrisorios quedándose en aquella mano invisible de Adam Smith que a día de hoy yo me pregunto si esa mano invisible vale para superar una crisis pandémica... posiblemente un directivo de AstraZeneca, con toda su inmoralidad, defenderá que sí mientras engorda su bolsillo. Al menos los fascistas y comunistas no engañan a nadie, quizás en eso se base parte de su éxito, a la par que se basa todo su peligro.



No hablar del fenómeno Rociíto resultaba más tentador (y sensato) que hablar de ello. Quien considere, como es mi caso, que la violencia de género (quien considere para empezar que existe esa violencia de genero machista del hombre a la mujer, ya que hay que recordar que hay quien lo sigue negando) es un tema sensiblemente serio y delicado sólo puede sentir repulsa ante un producto que se aprovecha de ese problema para sumar grandes índices de audiencia y generar pingues beneficios en las arcas (o arcadas) de la cadena de televisión responsable. Ya saben. La ley de la oferta y la demanda. No deja de ser capitalismo puro y duro pese a que nos vendan que vivimos bajo un régimen (a nivel mundial incluso) social-comunista. Al final es todo tan simple como vender un producto. Y dentro de ese producto la creo que desafortunada intervención de los políticos ha ayudado a alimentar el monstruo. Y digo “creo” porque una vez más no tengo la verdad absoluta, es más, es que si ese Satán en forma de mujer llamado Irene Montero no hubiera intervenido en este debate posiblemente no estaríamos hablando del “tema de moda” y apenas hubiera ocupado unos cuantos tweets de algún aprendiz de politólogo desocupado que entre mordisco y mordisco a su bocadillo de sardinas nos estaría advirtiendo de ese nuevo nazismo que es el feminismo. Entonces, ¿sería mejor no haberle dado visibilidad a este asunto?, ¿qué cayera en saco roto?, al final es una vuelta a uno de los mejores problemas metafísicos de todos los tiempos basado en un koan budista, el del árbol que cae y nadie lo escucha. ¿Hace ruido ese árbol?, evidentemente lo hace... tan evidentemente como que si no hay nadie que escuche ese ruido ese ruido no existe.



Creo sinceramente que el “affaire” Rociíto debería haber quedado donde nació, en un cutre espacio televisivo en una cutre cadena de televisión, la misma que durante 17 años alentó a la ex-pareja de esa señora a decir cualquier chorrada o burrada sobre su ex-mujer mientras que todo el mundo callaba. Ese es el problema. Cuando es la mujer la que habla entramos en el terreno de la polémica. Que Antonio David Flores se haya tirado 17 años soltando mierda sobre su ex-mujer con la cabeza bien alta en los platós de televisión formaba parte del folklore. En el momento que escuchamos la otra versión hay que sacar el parapeto y el escudo porque aquí viene el nuevo nazismo que es el feminismo.



Unos días antes de este paripé, en mi teléfono móvil que se rige por no sé que criterios y algoritmos (más bien creo que quiere regirme a mí, y seguro que lo consigue, porque no hay mayor pérdida de la libertad y del criterio propio que habernos entregado a este mundo del pensamiento virtual... este es el auténtico Gran Hermano... el Gran Hermano lo tienes instalado en tu móvil, no es Pedro Sánchez o el feminismo), me ofrecía una noticia sobre el antaño famoso cantante Francisco. Pinché en el enlace con ese morbo que me llevaba a pensar, como suele ocurrir cuando Google me arroja nombres propios en noticias destacadas, que quizás hubiera finado sus días asfixiado con una media en la cabeza en una habitación de un hotel tailandés... no era el caso. Al parecer aquel ajado cantante latino era actualidad porque habían salido a la luz unas conversaciones con una ex-pareja de raza negra absolutamente atroces y vomitivas, tanto que no me atrevo a reproducirlas aquí. Búsquenlas si quieren, encontrarán un lenguaje tan neanderthal que ni siquiera llega a racismo o machismo... es directamente de un señor de encefalograma plano. Me he acordado de esa polémica con Francisco viendo la que se ha liado días después con lo de Rociíto. No salió ninguna ministra a hablar de aquello, y claro, en en el necesario ejercicio de retroalimentación los juntaletras más casposos de este país (desde Jiménez Losantos hasta Rebeca Argudo) no dijeron ni pío sobre el tema. No había que rascar. Porque aquí lo que menos importa es si Antonio David zurró o maltrató física o psicológicamente a Rociíto. Aquí de lo que se trata es de seguir el dictado que nos importó Steve Bannon, la guerra cultural que dice “feminismo es el nuevo nazismo”, y por supuesto la izquierda culpable por ampararlo.



Todo lo demás es papel mojado... el árbol que cae en medio del bosque sin que nadie lo escuche y no hace ruido.



Lo que vende es el ruido.



Oferta y demanda, ya saben.




domingo, 7 de marzo de 2021

LOS PUÑETAZOS DEL DIABLO

 







El Diablo Sobre Ruedas vuelve a repartir mandobles a diestro y siniestro total. Es uno de los escritores con los que irremediablemente mejor me lo paso, quicir, me hace reír, me divierte, me entretiene, y eso es lo más que puedo pedir a quien ofrece un puñado de páginas entregadas al vacío de vaya usted a saber que lector o juício sumarisimo diseccionará o triturará esa obra que una vez publicada ya no es del autor sino del público, un espectro, el del público, en el que puede englobarse desde un alunicero conocido por la policía hasta un futuro astronauta que se esté presentando a unas pruebas en la NASA para un próximo viaje a Marte. El público siempre es incógnita, es el gran desconocido, el autor no.


Y en eso Toño Tejerina es un seguro de vida. Acostumbrado precisamente a una vida que no es seguro de nada si no del más sano nihilismo se empeña en recomponer historias humanas donde poder reflejar nuestras miserias. Por si acaso. Porque todos podemos caer en lo mismo. Por eso ahora le ha dado por escribir una novela de boxeo. No sé si consciente de que es un género que ha dado tantas obras maestras como igualmente infravaloradas.


Dicen los exorcistas que el mayor éxito del Diablo es hacer creer que no existe. De eso Toño, a la sazón, Diablo Sobre Ruedas, sabe mucho. Acostumbrado a moverse bajo el radar bien que nos infecta con sus páginas más corrosivas que una meada después de comer en un Hot Pot thailandés.


Estoy hablando más del autor que de la obra, porque creo que en este caso no se puede concebir la obra sin el humor vitriólico del sujeto. Y no es justo, porque en las menos de 100 páginas de “A guardia cambiada” hay una aventura de puñetazos, caídas en la lona y levantarse. Otra vez, lo mismo que la vida del autor.


Pero no se queden con la anécdota, porque hay una chicha que les puede llevar a las miserias de un deporte minoritario, efímeras e interesadas glorias olímpicas, y y una Guerra Fría que hacía el mundo más fácil... o como le pasó al protagonista de esta novela, más difícil.


En resumidas cuentas, la última novela de Toño Tejerina se lee de rechupete. Y a estas edades en las que lo único que le pido a la vida es que no me aburran ya es mucho. Toño Tejerina, el Diablo Sobre Ruedas, en eso es mi Madelman favorito... el auténtico hombre de acción. Prohibido aburrir, que diría Billy Wilder