domingo, 7 de marzo de 2021

LOS PUÑETAZOS DEL DIABLO

 







El Diablo Sobre Ruedas vuelve a repartir mandobles a diestro y siniestro total. Es uno de los escritores con los que irremediablemente mejor me lo paso, quicir, me hace reír, me divierte, me entretiene, y eso es lo más que puedo pedir a quien ofrece un puñado de páginas entregadas al vacío de vaya usted a saber que lector o juício sumarisimo diseccionará o triturará esa obra que una vez publicada ya no es del autor sino del público, un espectro, el del público, en el que puede englobarse desde un alunicero conocido por la policía hasta un futuro astronauta que se esté presentando a unas pruebas en la NASA para un próximo viaje a Marte. El público siempre es incógnita, es el gran desconocido, el autor no.


Y en eso Toño Tejerina es un seguro de vida. Acostumbrado precisamente a una vida que no es seguro de nada si no del más sano nihilismo se empeña en recomponer historias humanas donde poder reflejar nuestras miserias. Por si acaso. Porque todos podemos caer en lo mismo. Por eso ahora le ha dado por escribir una novela de boxeo. No sé si consciente de que es un género que ha dado tantas obras maestras como igualmente infravaloradas.


Dicen los exorcistas que el mayor éxito del Diablo es hacer creer que no existe. De eso Toño, a la sazón, Diablo Sobre Ruedas, sabe mucho. Acostumbrado a moverse bajo el radar bien que nos infecta con sus páginas más corrosivas que una meada después de comer en un Hot Pot thailandés.


Estoy hablando más del autor que de la obra, porque creo que en este caso no se puede concebir la obra sin el humor vitriólico del sujeto. Y no es justo, porque en las menos de 100 páginas de “A guardia cambiada” hay una aventura de puñetazos, caídas en la lona y levantarse. Otra vez, lo mismo que la vida del autor.


Pero no se queden con la anécdota, porque hay una chicha que les puede llevar a las miserias de un deporte minoritario, efímeras e interesadas glorias olímpicas, y y una Guerra Fría que hacía el mundo más fácil... o como le pasó al protagonista de esta novela, más difícil.


En resumidas cuentas, la última novela de Toño Tejerina se lee de rechupete. Y a estas edades en las que lo único que le pido a la vida es que no me aburran ya es mucho. Toño Tejerina, el Diablo Sobre Ruedas, en eso es mi Madelman favorito... el auténtico hombre de acción. Prohibido aburrir, que diría Billy Wilder





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