viernes, 5 de abril de 2013

LAFAYETTE LEVER, ESBOZOS


Por fin he tenido acceso a las memorías de mi ídolo y referente Lafayette Lever (novelista, articulista, ensayista, poeta, satanista, filósofo, matemático, jugador de ajedrez y trompetista de jazz), cientos de páginas repletas de sabiduría, embargadas de cierta angustia vital, pero plagadas de un optimismo rebosante... ese que se basa en "el día de hoy será mejor que el de ayer, pero peor que el de mañana"... sus andanzas amorosas son realmente lo mejor de sus escritos... era tal su obsesión por el amor que le llevó a practicar infructuosamente con distintos compuestos químicos en busca de la alquímica fórmula de dicho amor... no lo consiguió, pero gracias a eso descubrió un potentísimo crecepelo que todavía hoy día sigue vendiéndose en cantidades industriales. 


 ------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Otra cosa que me gusta de Lafayette es que es uno de esos que a mí me gusta denominar como "nobles brutos", un estoico, un hombre que se reía de su propia sombra... cuenta, por ejemplo, que durante la temporada que fue jugador de hockey sobre hielo en Manitoba, durante un tiempo, su mejor amigo fue... ¡un oso!, resulta que salía todas las tardes a beber grandes jarras de cerveza con un individuo gigantesco que llevaba un ostentoso abrigo de piel... nunca hablaban, sólo bebían y bebían hasta caer redondos al suelo... pues bien, pasadas varias semanas, una tarde que hacía algo de sol, intentó quitarle el abrigo a su amigo... fue entonces cuando se dió cuenta de que aquello no era un abrigo, y que su compañero de veladas durante aquellas largas tardes canadienses había sido... ¡un oso! 

Así era la vida de Lafayette, la anécdota convertida en arte, o viceversa.    

 ------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
A medida que uno profundiza en la lectura, en los pensamientos, de este personaje masculino singular que era el bueno de Lafayette Lever, va percibiendo como se apoderaba de él una cierta sensación de amargura, de desencanto, de sabor a hiel, más hiel... en su busqueda obsesiva del amor, como esa locomotora de vapor del "fin de siecle", Lafayette va asumiendo su condición de "hombre objeto", también llamado "hombre kleenex", de usar y tirar, o estación de paso... condición que el a menudo jovial protagonista asume de buen grado, hasta que de repente delante del espejo ve como le ha salido una cana, o en uno de los parques a los que acude a jugar partidas de ajedrez rápidas para ganarse unos dolares se queda embobado mirando a un hombre de mediana edad paseando con un hijo de la mano... entonces se da cuenta de que hay cosas a las que no puede acceder... estas reflexiones recuerdan un poco a la famosa película "Alfie", personaje con el que encontramos puntos en común con Lafayette...    

-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------


¿Un brindis por Lafayette?

No hay comentarios:

Publicar un comentario