jueves, 28 de abril de 2016

HIPOCONDRÍA 43




“No pido de aquí en más buena fortuna, yo mismo soy la buena fortuna” (Walt Whitman, “Canto del camino abierto”) 





"The fools rule the world" Gyuri Lohmuller




Supongo que hoy es un buen día para reabrir este blog de mis cicatrices. Espejo laminado donde eyacular palabras y escupir tempestades. Y es que soy un año más viejo. 


El trueno no cesa. La tormenta, el vaivén. La joroba de calamidades, la hipocondría caminante, la obsesión compulsiva hecha carne y lamento. 


Ya todo lo que tengo es esto. Edad y recuerdos. Pasos hacia atrás e impulsos hacia delante. La memoria del hedonismo y de los tobillos alados.


El mejor regalo es la vida, los rayos de sol, la risa de I., “cuanto sé lo aprendí entre surcos de vinilo y vermouth”, y empaparme, bañarme en el simbolismo, Los Negativos, la Magia Negra, el modernismo, el futurismo, el dadaísmo, el surrealismo… el aliento de Fernando Arrabal. El sentimental nudismo anacoreta.  


Y es que me sigue emocionando como el primer día (toda la vida es en realidad el primer día) aquel verso enajenado de Rimbaud: “en efecto, los nervios están a punto de zarpar”. El poema se llamaba “Veinte años”, pero ya no hay número sino tránsito, y una hoja de hierba no es menos que el camino recorrido por las estrellas. O al menos eso me enseñó Walt Whitman en su cabaña de triunfos y celebraciones. 


Estamos llegando al punto de que se cierna un nuevo Pentecostés sobre nuestras cabezas, de tal modo que me canto, me celebro y me estremezco ante mí mismo. 



Quiero más.  



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