martes, 23 de abril de 2013

ZOMBIS MUY TRAMPOSOS


La épica del western trasladada al universo zombi.



Que el fenómeno “zombi” está de moda es algo constatable con sólo echar un vistazo a las carteleras cinematográficas o a las parrillas de la programación televisiva. Uno de los grandes responsables de este “boom” es sin duda el espacio “Walking Dead”, que recientemente ha terminado su tercera temporada manteniendo (y subiendo) unos muy considerables índices de audiencia. Son ya casi tres años los que llevamos los telespectadores de todo el globo acompañando las desventuras de la familia (o lo que va quedando de ella) Grimes en medio de una marabunta de muertos vivientes con mucha hambre, y sobre todo de unos vivos capaces de hacer lo que sea con tal de sobrevivir.

La teleserie de AMC como todo el mundo sabrá está basada en un comic homónimo de la muy recomendable editorial Image Comics que comenzó a publicarse allá por octubre de 2003. Hablamos de una colección de más de cien números y casi diez años en el mercado. Toda una saga. Una impresionante saga sobre la supervivencia y la condición humana cuando todas sus convenciones se vienen abajo y la sociedad como tal, sencillamente no existe. Los muertos vivientes son un pretexto para mostrarnos unos vivos en cierta manera también muertos. La única consigna es sobrevivir, por ello aspectos como la moral o la ética se ven de repente retorcidos en base a la necesidad de los protagonistas. Aparte de los viejos dilemas morales de todo drama épico (dejar a un compañero moribundo en la estacada, “sacrificar” a un ser querido para que no sufra, etc), los personajes de “Walking Dead” se enfrentan a cuestiones que jamás se hubieran podido imaginar que llegarían a plantearse antes de que, como cantaba Brenda Lee, “their whole world is falling down”, tales como improvisar repentinos “consejos de guerra” donde debatir nada menos que si asesinar a sangre fría a un prisionero, llenar de plomo a un viejo amigo que tuvo la feliz ocurrencia de tirarse a tu señora pensando que eras fiambre, o dejar a un redneck con malas pulgas encadenado en una terraza a pesar de que los zombis acechan el edificio.  

Creo que precisamente ahí reside la peculiar grandeza de la epopeya ideada por un Robert Kirkman quien ya se ha asegurado un lugar en el panteón de los grandes creadores del comic. Los lectores o telespectadores de “Walking Dead” no tardan en darse cuenta de que el auténtico terror de la obra no reside en vivir rodeados de zombies caminantes y mordedores, si no en haber dejado atrás todo rasgo de civilización y de humanidad para sobrevivir. Dicho de otro modo, en “Walking Dead” el miedo no lo producen los zombis… si no los vivos. 

Todo esto (y sobre todo, no nos engañemos, que es difícil seguir manteniendo la tensión y el mejor nivel tras tres temporadas y 35 episodios… no les digo nada sobre los que seguimos el comic, que nos hemos despachado algún número con menos sustancia que una charla con Mario Vaquerizo) ha llevado a un actual desencanto sobre la saga que desde luego no comparto. Parece que hay cierta moda en criticar las andanzas de Rick Grimes, a las que se acusa de asemejar una especie de “La casa de la pradera” en la que ocasionalmente aparece algún zombie con la mandíbula más desencajada que un bacaladero de doblete para meter un pequeño susto. Creo que no es justo e insisto en que no hay que juzgar la creación de Kirkman dentro de los parámetros en los que se instala la imaginería clásica del zombi a la manera desarrollada por el maestro George A. Romero hace ya nada menos que 45 años (hay que ver como pasa el tiempo, caramba) La plaga zombi de “Walking Dead” es un pretexto, una especie de pútrido “McGuffin” para enfrentar a un puñado de seres humanos frente a un futuro (o presente en este caso) distópico en el que las más elementales reglas de convivencia y las más sencillas normas sociales ya no tienen ningún sentido y el hombre, más que nunca, es ese temible lobo para sí mismo que anunciaba Thomas Hobbes allá por el siglo XVII. Los zombis son una excusa como podrían serlo la escasez de agua, de alimentos, o de recursos naturales (cosas estas nada descartables de cara al futuro global de la humanidad)   


Una saga que parece no tener fin. 


De ahí que sintonicé mis antenas una vez que escuché hablar de otra producción, en este caso británica, inspirada en el fenómeno zombi llamada “In the flesh”, anunciada por muchos de fans del terror como una serie que era capaz de reconciliarles con el sub-genero de los muertos vivientes. Había que verla. La cosa podía prometer, teniendo en cuenta el buen momento de la ficción inglesa, y que incluso cuando ha tocado el tema zombi nos ha dejado alguna joya como la memorable comedia de terror como la memorable “Shaun of the dead” (Edgar Wright, 2004) Además los productores tenían la feliz idea de considerarla como una miniserie de tan sólo tres episodios. Todo un acierto en vista de cómo algunos trabajos televisivos se alargaban de manera innecesaria simplemente por exprimir algunas gallinas catódicas de huevos de oro. De modo que me dispuse a ver “In the flesh” expectante por lo que para algunos era “the next big thing” de la parafernalia zombi… y cual fue mi sorpresa cuando me encuentro con una especie de drama con aires casi “kenloachianos” envuelto en un costumbrismo rural inglés donde los zombis, al igual que en “Walking Dead”, vuelven a ser un pretexto para desarrollar una historia sobre la integración, la amistad, la homosexualidad y una complicada relación paterno-filial. 

De modo que tanto “Walking Dead” como “In the flesh” se apartan totalmente de las coordenadas clásicas del zombie cinematográfico de las pasadas cuatro décadas (antes de Romero hay que recordar que el muerto viviente apenas había sido tratado en el cine, y las pocas excepciones incidían en el mito del vudú caribeño, como en el caso de la obra maestra “I walked with a zombie” (Jacques Tourneur, 1943) y utilizan esta figura como simples pretextos para acometer temas tan universales como la supervivencia en el caso de las desventuras de Rick Grimes, o el crecer y desarrollarse como individuo en un ambiente hostil en el caso de la producción británica. En ambos casos hablamos por tanto de unos zombis muy tramposos, por mucho que sólo sea “Walking Dead” la serie maltratada por parte de la afición.  

"In the flesh". ¿Buscando el "Brokeback mountain" zombi?


Y no cesa el nuevo “boom” del universo zombi, con la francesa “Les Revenants”, que parece ser otra vuelta de tuerca tan alejada al menos como las dos propuestas aquí tratadas. Aún no la he catado, pero dada mi adicción no tardará demasiado en ser engullida por este eyaculador de palabras y consumidor de imágenes. Y mientras esperamos a ver si en España alguien se anima a intentar su propia aproximación actual al tema, siempre podemos disfrutar de los zombis templarios de nuestra más famosa tetralogía del cine de terror patrio parida por el gallego Amando de Ossorio (“La noche del terror ciego”, “El ataque de los muertos sin ojos”, “El buque maldito” y “La noche de las gaviotas”), y si quieren darse un gusto bizarro de verdad, pónganse con la co-producción hispano-italiana “La invasión de los zombis atómicos” (Umberto Lenzi, 1980), con impagables secuencias rodadas en el parque de atracciones de Madrid entre otros escenarios. Cuenta la leyenda que en España se estrenó el 23F en pleno golpe de estado de Tejero, y que al cine sólo acudieron el productor y su esposa. Curioso. Aquel día en España unos personajes mucho más terroríficos que cualquier criatura cinematográfica también parecían empeñados en resucitar algunos muertos de nuestro más reciente y negro pasado.  

4 comentarios:

  1. Yo vi la primera temporada. Me gustó, pero los continuos cambios de horarios, etc...han hecho que me perdiera el resto. Con tiempo las veré del tirón descargándolas como hice en su día con "24". Menudos empachos de Jack Bauer me metí en aquella ocasión ;-)

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  2. Yo lo veo casi todo descargado... es una pena perder el encanto ese de ponerse delante del televisor a una hora concreta un día concreto de la semana, en fin, ¡tiempos modernos!

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  3. Yo pillo las temporadas completas en la biblioteca, al menos aquí en Asturias tienes servicio de videoteca y fonoteca, ni que decir tiene que es todo un éxito. Lleva ya unos cuantos años,a ver lo que dura.

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  4. Pues sí, también tienen su encanto las bibliotecas... yo creo que no piso una desde que era estudiante e iba a ver a las chavalas...

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