jueves, 22 de agosto de 2013

CAPITANES INTRÉPIDOS


Hoy toca recordar y glosar la figura de Raúl González Blanco, el estajanovista por excelencia del fútbol español. En un país sobrádamente cainita como el nuestro, el personaje de Raúl ejemplifica perfectamente nuestra capacidad para generar y destruir mitos a conveniencia, siendo aún más doloroso en el madridismo actual, ése que desde hace unos años (y hablo incluso de antes de la llegada de Mourinho, no se me echen encima sus talibanes), no sé porque extraña razón, detesta cada vez más la figura del “hombre de club” (u “hombre de la casa”) y despelleja sin piedad a todo símbolo blanco, especialmente si ocupa la capitanía (tal fue el caso de Raúl en sus últimos años como madridista, al igual que lo están siendo en los de Iker Casillas, o no dejan de serlo en los de nuestro capitán de baloncesto, el gran Felipe Reyes) Cosas veredes, que decía aquel. 


Esto fue lo que escribimos en la despedida de Raúl del club blanco, el 26 de Julio de 2010. Un texto sencillo, como el personaje, uno de esos futbolistas que nunca ha seguido ninguna ridícula moda, ni estrafalarios peinados, ni llamativos tatuajes



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¡OH CAPITÁN MI CAPITÁN!

Extraño día el de hoy para todo el madridismo. La despedida de nuestra más grande leyenda, le pese a quien le pese, de la carrera más longeva en el club blanco, del hombre record del Real Madrid y del fútbol español.

Siempre he pensado que hay dos tipos de grandes jugadores de fútbol, están por un lado los poseedores de un talento innato, aquellos que parecen tocados por una varita mágica o bendecidos por los dioses, en definitiva los genios, esos jugadores por los que merece la pena pagar una entrada… suelen ser jugadores con luces y sombras, disolutos, intermitentes, y cuyos años de grandeza no suelen alcanzar más allá de unos cuatro o cinco años en los que ciertamente son los mejores del mundo, y luego están aquellos que sin tener ese talento, esa magia, son capaces de desarrollar una longeva carrera en el deporte profesional, superándose constantemente a sí mismos, buscando nuevos retos y sin dejar nunca de tener hambre por el triunfo. El protagonista de hoy, no cabe duda, pertenece al segundo grupo… a ese tipo de deportistas que a base de tesón y cabezonería se abre un hueco en la historia. De hecho pertenece a un perfil desgraciadamente cada vez más excepcional, lo que le convierte en un futbolista casi anacrónico, y del que apenas podemos encontrar casos en la elite europea (en los últimos tiempos los únicos nombres que se me pueden venir a la cabeza son los de los Baresi, Maldini, Scholes o Giggs… o incluso Carles Puyol), el del futbolista de elite que es capaz de desarrollar una carrera deportiva larga, de más de diez años, en el mismo club, de ser el referente y el santo y seña de un club grande prácticamente durante dos décadas… es una barbaridad… no estamos hablando de tener 3, 4 o 5 años de gloria, ni siquiera 7, 8 o 9… en el caso de Raúl hablamos de 15 años en la elite del deporte profesional. Me temo que tardaremos en volver a ver un caso similar. Ejemplo de profesionalidad, jugador admirado y aprovechado por una veintena de entrenadores en su vida profesional, entrenadores tan distintos entre sí como Valdano y Clemente, como Capello y Hiddink… para prácticamente todos ha sido un jugador imprescindible por su manera de entender el futbol, delantero insaciable cuando le han pedido goles o abnegado trabajador en una banda cuando Capello le situó en esa posición, siempre ha cumplido. El primero en llegar al entrenamiento y el último en irse. Un fanático de su profesión. Prototipo de futbolista simple y llano, intelectualmente pobre, parco en palabras, transparente, sencillo, y poco dado a la vida social, realmente cuesta encontrar en este personaje un solo aspecto que nos llevase a pensar que iba a ser uno de los deportistas más brillantes de todos los tiempos… sólo hay una explicación: trabajo a destajo. Su último gol con la camiseta blanca, lesionado, en Zaragoza, define perfectamente su compromiso con el escudo al que ha servido con lealtad durante casi 20 años, un soldado capaz de dejarse la última gota de sangre en el verde campo de batalla. Posiblemente en esa simpleza, en esa personalidad sin aristas ni complejidades encontremos las claves de su fútbol, que es tanto como decir las claves de su vida. Raúl es fútbol. Sólo fútbol.

2 comentarios:

  1. Dos años sin ver fútbol, ni a la selección. Concretamente desde que Manolo Preciado (QEPD) dejó el banquillo del Sporting. Se iban los últimos representantes de fútbol que a mi me gustaba, los últimos rastros de deporte. Solo queda el circo, y yo estoy mayor para circos.
    El otro día hice un paréntesis para volver a ver fútbol, volvía el 7. Fue como volver al pasado, a los buenos tiempos. Disfruté mucho con el gol y me encabroné pensando en lo injusto que el mundo de ese ¿deporte? había sido con Raul. Quizá, no, seguro, mi último ídolo futbolero. Acabó el partido y al día siguiente volví a buscar las páginas balompédicas en los ¿periódicos? deportivos como años atrás hacía para repasar la jornada ... En mi mesa de escritorio, a muchos, sabedores de mi pasión por el baloncesto y mi animadversión por el fútbol actual les sorprende ver el pequeño busto de una camiseta a modo de pisapapeles con un 7 a la espalda y un nombre. Raul.

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  2. Yo también he estado bastante apartado del fútbol... pero a veces pienso que "me apartaron"... se han perdido muchas de las cosas que me interesaban de este deporte, pero bueno, este año que parece todo menos envenenado creo que voy a darle otra oportunidad...

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