lunes, 16 de marzo de 2020

DIARIO DEL CORONAVIRUS (VI): TELETRABAJO









A fuer de ser sincero nunca he sido yo muy fan de eso del teletrabajo. En primer lugar porque dudo de mi propia autodisciplina y capacidad para organizarme. Entregarme a esa desidia similar a la de ver una película en casa a través de alguna de esas plataformas de moda que te permite pararla, volver atrás, adelantar... para que al final te hayas tirado toda la tarde mirando el móvil o visitando el baño y apenas hayas visto 15 minutos del citado largometraje. Realmente para ver una película en condiciones necesito ir a una sala de cine donde me sienta obligado a permanecer sentado todo el minutaje que dure la obra, del mismo modo que para trabajar de manera eficiente necesito un puesto físico destinado única y exclusivamente a ello, sin otras distracciones alrededor.

No veo ninguna ventaja en no sentirme obligado a afeitarme, en no tener que vestirme y estar frente al ordenador en pijama o (peor todavía) en chándal.

Una de mis rutinas cada noche es mirar la web de Aemet para en base al tiempo pronosticado para la mañana siguiente dejar preparada la ropa con la que salir de casa.

Me gusta madrugar, pasear temprano, ver amanecer en la calle.

Pero bajo ningún concepto podía imaginar que mi primer día de teletrabajo fuera la pesadilla asfixiante de hoy. Espero ir encontrando en próximas jornadas el apoyo de los compañeros a los que todavía no se les ha dado acceso a esta modalidad a la que recurrimos ahora obligados por las circunstancias. No obstante dudo que pueda eliminar esa sensación opresiva de sentir la pared del salón de mi casa detrás mía durante tantas e interminables horas.

Necesito huir.










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